Pienso que la relación de Trump con el mundo es una compleja partida de ajedrez. Pero una partida en que el principal contrincante habla y vocifera demasiado. Así que es necesario separar el decir y el hacer del Presidente de los Estados Unidos. Pareciera que su discurso estentóreo le sirve para distrar y confundir sus victorias y sus fracasos en cada uno de sus movimientos –si hacemos una lectura generosa de su estrategia de comunicación. La corresponsal en la Casa Blanca de The New York Times, Maggie Haberman, escribió esta biografía que concluye con el fin del primer periodo presidencial de Trump. Gracias a ella podemos hacer un recuento desmenuzado de cada uno de sus pasos. Llama la atención que la vocación primera de Trump haya sido el cine, que haya abandonado la idea de estudiar para director con el fin de hacerse cargo de los negocios inmobiliarios de su padre, y que su futuro mentor, el abogado mccarthista Ray Cohn, viera en él antes que nadie las posibilidades políticas que hoy padece el mundo. Detrás de este político: la fascinación por la pantalla, por la producción televisiva, por la penetración del cine… Todo comenzó cuando Trump puso como condición para prestar el lobby de su hotel en la cinta Mi pobre angelito 2 (1992), que él apareciera en una de sus escenas. Y más adelante, su participación como conductor de la serie The Apprentice (16 temporadas, 2004-2015), preparó su camino a la presidencia. Según la columnista de The New York Times, Maureen Dowd, la megalomanía de Trump se ha multiplicado y le ha permitido llamar a Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, como “un comediante modestamente exitoso” cuando Trump no es más que un “un veterano de reality shows con un talento modesto” (“Fail, Caesar!”, 22/2/25). Lo que quiere decir que el lenguaje que se sigue hablando es el de la televisión. La apariencia como madre de todo discurso, las amenazas al mundo como la editorial diaria de la Casa Blanca. Por suerte tiene sus defensores incluso en otros países, como el diario Reforma, ávido de convertir en victorias las rectificaciones de palabra y de acto del presidente Trump. Es interesante ver cómo su discurso pretende fomentar la re-industrialización de los EU, aunque las circunstancias geopolíticas no sean tan adictas suyas. Esa dialéctica política lo enmarca hoy. La lectura del libro de Maggie Haberman aporta varios elementos. Por un lado, es un termómetro de las relaciones entre el principal diario de los EU y la Casa Blanca (por lo que nos permite saber de esa interlocución cotidiana entre Trump y el diario que participó sincronizadamente en varias calumnias contra los gobiernos de AMLO y Claudia Sheinbaum, o cuyo consejo editorial recibió la importante y seguramente aleccionadora visita de Xóchitl Gálvez en 2024). Y por otra parte, es una minuciosa crónica doméstica del poder estadounidense en que los demás países casi no existen (sólo una referencia a México en 830 páginas, concretamente, sin nombrarlo, a Luis Videgaray) y la geopolítica del planeta, sólo un pretexto para explicar las cuotas del poder norteamericano.
Maggie Haberman. El camaleón. La invención de Donald Trump / Confidence Man. The Making of Donlad Trump and the Breaking of America, tr. Àlex Guàrdia Berdiell (2022). México, Planeta, 2024.
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