Dice una famosa metáfora que el capitalismo crea su propio sepulturero (la formuló Lenin). El título de este libro de Nancy Fraser, Capitalismo caníbal, es otra imagen que sugiere que el capitalismo devora las condiciones que permiten su desarrollo. Hay más metáforas e imágenes asociadas como el fantasma que recorre Europa… Yo mismo, un poco más adelante, recordaré una famosa metáfora de Louis Althusser que no es tan bonita pero que me parece que aclara muchos puntos sobre los puntos que se tratan en este libro. No obstante, es difícil saber cuál es el contenido central de la obra de esta filósofa estadounidense. En efecto, el capitalismo devora el mundo, se devora a sí mismo y las condiciones que lo hacen posible. Pero es necesario considerar al capitalismo como una forma social y no sólo como una maquinaria económica de explotación. Así, este sistema devorador del mundo se permite legitimar la discriminación (para crear en zonas marginales los estratos sociales susceptibles de ser saqueados), construir estereotipos de género (para destinarle a la mujer el trabajo no asalariado), depredar el mundo natural (para usar sin restitución los recursos naturales) e imponer las libertades económicas sobre las políticas (para privatizar el espacio público). Ésta sería la propuesta de la estructura social del capitalismo que envuelve el mecanismo que despoja al proletariado de los frutos de su trabajo. Quiere decir que la respuesta a la pregunta que cotidianamente nos hacemos sobre el capitalismo (¿cómo destruirlo antes de que concluya la destrucción de nuestro planeta?) debe de articular las luchas esenciales: el anticolonialismo, la interseccionalidad, el eco-socialismo y la lucha antineoliberal. (Son mis categorías: la autora no se refiere a la interseccionalidad sino sólo al feminismo). De hecho, el libro de Fraser me parece una propuesta para trabajar, que requiere afinar algunos aspectos. Pero tiene un logro fundamental, proponer un pensamiento que articule las luchas de hoy. Todo lo que pensemos de este mundo en proceso de ser devorado por esa serpiente del capitalismo tendría que nutrir este pensamiento crítico, darle herramientas. Quizá, uno de los aspectos más audaces de la autora es su planteamiento de que el racismo es un aspecto estructural del capitalismo. Se pregunta si el capitalismo es necesariamente racista. Podríamos partir de la idea que un pueblo que pretende dominar a otro para saquearlo tiene que crear un discurso justificatorio. (Aunque, como dice Marx: primero se actúa y luego se inventa una justificación.) Es necesaria entonces, la construcción del otro con características que hacen necesarias su conquista y su expoliación. Sólo que el discurso que racializa al otro no es tan antiguo. De hecho, la conquista de América se dio con una justificación religiosa, no racial. Si se me permite, considero que privilegiar el aspecto racial en la dominación colonial tiene que ver con que se enuncia esta teoría desde los Estados Unidos, una sociedad mucho más racializada. (Cuando se ha querido censurar la palabra “negro” en México basado en los prejuicios estadounidenses, se ha respondido que en México esta palabra tiene una connotación de afecto que no tiene en los Estados Unidos.) Basta recordar que ha corrido por mucho tiempo la idea de que la Nueva España fue una sociedad de castas, es decir: un determinismo social de acuerdo con el origen étnico (“Salta atrás con mulata: lobo”). En realidad, el mestizaje entre españoles e indios se hizo más compleja con la llegada de los negros africanos. La cantidad de mezclas intermedias de estos tres orígenes no se estratificó por los motivos que hoy pudieran pensarse. Una de las formas en que se organizó la sociedad novohispana era a través de los “estatutos de limpieza de sangre”. Es decir, para acceder a la alta jerarquía eclesiástica, se tenía que demostrar que no se era descendiente de judíos. El término de “raza” con el contenido pseudocientífico que la caracteriza y que habla de razas superiores e inferiores comenzó en el siglo XVIII. En ese sentido, podría hablarse con mayor propiedad de discriminación y la raza como uno de sus componentes. Sin embargo, habría que pensar qué entender hoy por “racismo”. Porque este concepto podría dar a entender que las razas humanas existen y que se puede estratificar a través de ese tipo de división. Sin embargo, el racista proyecta sobre la sociedad esa ideología y pretende organizarla con base en sus propios prejuicios. No hay, de inicio, una verdad en la palabra “racismo” como sí lo hay en el “clasismo”, puesto que las clases son una verdad objetiva fuera del sujeto que discrimina de acuerdo con su concepción de “clases” o “estratos” sociales. Pero me falta integrar otra idea de Marx, citada por Fraser: "Los obreros del capitalismo no son siervos ni esclavos, sino individuos libres desde el punto de vista legal: libres de ingresar al mercado de trabajo y vender su fuerza de trabajo”. Según el historiador Jacques Le Goff, tomando esto en cuenta, sólo es posible la constitución del capitalismo hasta que la Revolución Francesa, por lo que el capitalismo sólo sería posible a partir de finales del siglo XVIII. Con este rodeo quiero precisar la teoría de Fraser, para decir que esa discriminación por racialización es un fenómeno propio del siglo XIX, lo cual no niega los discursos previos que justificaban el colonialismo. Sólo que el racismo tendría que ser comprendido en un concepto que aluda a las formas posibles de discriminación. Lo mismo, con el feminismo, el cual tendría que buscar en la interseccionalidad un discurso articulador. Quizá, el hecho de que sea una teoría proveniente de la academia estadounidense amplifique el aspecto de la raza, por lo que la experiencia de los países periféricos tendría que dar matices importantes para articular esta teoría sobre el capitalismo. Es importante la idea de la sociedad periférica que crea el capital (las economías dependientes) porque es donde se manifiesta la principal propuesta de este libro, la cual tiene que ver con su concepción del proletariado. El capitalismo crea una categoría muy celebrada: el hombre libre (el ciudadano-trabajador), vive en la metrópoli, tiene salario, acceso a servicios. Frente a él están sus esposas, que no cobran por el trabajo doméstico y de crianza de los hijos. Hay una serie de actores económicos que no aparecen representados en el libro contable del capitalismo y no por ello menos presentes. Fraser considera que sin ese apoyo de la familia o la comunidad (aquellos que no reciben salario), sería imposible sostener el capitalismo. Las mujeres, en su casa. Los abuelos, cooperando en lo que pueden. Es un trabajo “expropiado”. Es decir: el capitalismo se vale de él, pero no lo paga. La riqueza expropiada tiene esa base común: es aquello que se aprovecha sin pagar, como los bienes naturales, ciertas formas de trabajo, etc. Dije que diría otra metáfora. Es la de Louis Althusser: el aparato de represión del Estado es un edificio. Está dividido en dos: por una parte, el aparato jurídico-militar; y del otro, la ideología. Las dos alas de este edificio sirven para mantenerlo de pie y en crecimiento. El ala ideológica sirve para crear las condiciones que permiten la existencia de esta sociedad. Si la vemos de cerca, está formada de aparatos ideológicos: sitios donde se crea ideología para justificar el mundo como es. Esos discursos justificatorios pueden aparecer en cualquier lugar: en los consejos de las madres a sus hijos, en un poema, en un noticiero, en la misa. Toda la palabrería del día gira en torno a recordar el poder. Pero lo mismo son creados por individuos aislados que por instituciones estatales o privadas. Todo, incluso el ámbito de la libre empresa, está dentro de la definición de Estado de Althusser. Me importa decir esto, porque esta definición recubre todos los fenómenos que Fraser considera muchas veces extra-capitalistas y que en rigor Marx pondría en la superestructura capitalista. Creo que es importante el diálogo de este libro con la teoría que dejó Althusser, sería algo deseable para fortalecer esta discusión. Como me encantan este tipo de obras, divago y divago sin saber si alguien me ha seguido hasta este momento de mis palabras, o si bien sigo siendo el triste privatizador de mis obsesiones.
Nancy Fraser. Capitalismo caníbal. Qué hacer con este sistema que devora la democracia y el planeta, y hasta pone en peligro su propia existencia / cannibal capitalism. how our system is devouring democracy, care, and the planet, and what we can do about it (2022), tr. Elena Odriozola. México, Siglo XXI, 2023.