Leer a Borges, pero sin que se note. En primer lugar, porque la influencias tienden a ser elementos exteriores y porque Borges, el poeta, tiene profundidad. Si tratamos de transplantar algunos de sus poemas a nuestro suelo personal, corremos el peligro de no tener fuerzas para cargarlo y, además, inmediatamente nos aplastaría. En segundo lugar, tiene demasiadas grandes palabras, olvido, tiempo, infinito, teología, las cuales igualmente sepultan cualquier intento de buen poema. Ahora bien, incluso una ligera manchita de su influencia en una obra poética es demasiado evidente. Siempre se nota que el autor ha leído a Borges, que se deslumbró, y que no resistió poner algo suyo en el rincón de una estrofa para aparentar genialidad. Pero siempre se notará algo ajeno. Ahora bien, no quiero decir que no haya que leerlo, y que no debamos de desear una influencia suya. Además, sería imposible. Media literatura tiene su marca. Pero sí deberíamos de tener conciencia de algunos aspectos de su obra. Vuelvo a enumerar. Que esas grandes palabras son usadas en un sentido irónico y, sobre todo, literario. Dios, por ejemplo, no pasa de ser un personaje con ciertas características. Y el tiempo, un recurso retórico. La Filosofía, una bromista que intenta convencernos de algo. La ironía es el hilo que une todos los elementos de su poesía. Debemos de pensar que Borges, antes de darnos a leer sus poemas, se ha leído a sí mismo con una notable capacidad de desdoblamiento, y se ha dado cuenta de que aquí falta mucha perfección. No se engaña, y sabe que a su obra le falta algo sorpresivo. A lo largo de los años y de trece libros, hay demasiadas repeticiones. Leyendo en orden, uno se da cuenta de que repetidamente aparecen las mismas ideas, con mayor o menor fortuna. No es extraño que Borges haya dicho que hay poetas a los cuales favorecen ser antologados, y otros a los que es mejor leer en conjunto. Naturalmente, él se situaba entre los primeros. Tampoco debe de sorprender que Borges haya tenido siempre la idea de que la mejor versión de un poema se haya quedado en un borrador. De alguna manera, su poesía era una serie de borradores. Me quedé asimismo con la idea de que algunos borradores pudieron haber contenido mejores momentos. Leer la misma idea en diferentes reescrituras puede ser incómodo. Las ideas sorprendentes van perdiendo brillantez. Eso, si se lee la obra de poética de Borges como un proceso, como una serie de ideas que se van puliendo con los años. Artificios inofensivos que nos hacen olvidar el amor por unos minutos. Pues Borges decía que escribía para olvidarlo. Es cierto, el amor prácticamente es un tema que no aparece en estos versos. Es suplido con otros, como la eternidad, el infinito, el tiempo. Así de grande es el hueco que pretenden llenar.
Jorge Luis Borges. Obra poética. México, Lumen, 2011.
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