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lunes, 13 de septiembre de 2021

Vida de Goethe, de Alfonso Reyes



 

No es el último tomo de las obras completas de Alfonso Reyes el de lectura más apasionante. Él mismo, en una de tantas páginas dedica uno de sus artículos a explicar la falta de interés de los nuevos tiempos por el autor del Fausto. Eso no quita que Reyes se haya visto en él cotidianamente, como en un deseado espejo, aquel que sería bueno que lo reflejara. Si uno pudiera ser como Goethe: universal, curioso, importante en todos los campos, enamorado y galante correspondido, centro de todas las reuniones, consentido del príncipe… En fin, yo no haré la comparación de ambos personajes. Los dos se sumergieron en la Antigüedad para empaparse de referencias. Sólo que este aspecto de la obra de Reyes tal vez sea, en efecto, el más desconocido, el que requiere de más esfuerzo para ser comprendido. Sin embargo, Harold Bloom parece completar esta idea, cuando dice en su Canon occidental que de los grandes autores de occidente Goethe es el menos cercano a nuestra sensibilidad: es un autor más importante para los muertos que para los vivos. Sería más importante para Reyes que para nosotros. No sé si me caerá un rayo fulminante después de escribir estas palabras. Como quiera, no soy digno de ningún tour por el Infierno, esas cosas le van mejor a la aristocracia poética. Tampoco es mi intención preguntarme cómo escribió sus libros sobre Goethe, qué tradujo, qué fuentes tuvo, sobre qué autores parece navegar con tanta seguridad. Mejor abro el libro al azar, como un oráculo, para preguntarle si quiere decirme algo en concreto. Parece que nada nuevo… En la página 421 dice que quiere insistir en el papel de la simetría en Goethe. Casualmente, me había llemado la atención el mismo tema cuando leí el primero de los tomos de Reyes, Reyes, también simétrico: sería fácil sustentarlo. Sus primeros enayos y los últimos se parecen, su obra parece dar una vuelta para comenzar donde empezó, como en una especie de culminación. Decía Reyes en su juventud que simetría es superstición: invocación a los poderes de los números, intento de hacer de la idea una perfección inmóvil. En ese sentido, la idea de “obras completas” es una manera de hacer de la idea que fluye un texto definitivo. Aquello que fue en otros tiempos la inquietud de la vida se convierte en una imagen de la muerte. O al menos en joya que debe de irse a extraer de pesados tomos. Se pierde aquella sensación que la idea que se va forjando. Sin embargo, en el momento indicado esa idea aparentemente glaciar puede volver a fluir. ¿Cuál sería la enseñanza de Goethe? Al menos una: ante cada fenómeno nuevo, dar con una nueva representación moral. No morir cada vez que el mundo cambia, sino que aquello nuevo que se agrega al yo haga variar la sustancia preexistente. Es a lo que llamaban entonces “el Espíritu”, la construcción de esa cultura a la que se agregan siempre nuevas sustancias, incluso las más dañinas. La meta sería mantener fuerte el espíritu aun cuando se le agregue una cucharadita de Historia Universal cada mañana. Hay más consejos, numerosos consejos, en este libro, por ejemplo: cada paso debe de ser al mismo tiempo un paso y una meta. Conclusión alfonsina: se debe de dialogar con el presente luego de un baño en la cultura universal.

 

Alfonso Reyes. Vida de Goethe / Rumbo a Goethe / Trayectoria de Goethe / Escolios Goethianos / Teoría de la sanción. México, FCE, 1993. (Obras completas, XXVI)

martes, 7 de septiembre de 2021

Los sonetos de la muerte de Gabriela Mistral, de SakotoTamura



 

Gabriela Mistral (1889-1957) se dio a conocer cuando ganó los Juegos Florales de la Sociedad Chilena de Escritores, en 1914, con sus “Sonetos de la muerte”. Antes sólo era Lucila Godoy Alcayaga, una maestra rural que daba clases en un remoto pueblo de los Andes. Aunque se le premió por tres sonetos, se sabe que en total hizo doce,con el mismo tema, entre 1912 y 1915. Lo curioso es que se decidió a publicar sólo la trilogía premiada, que apareció en su libro Desolación (1924), dejando los restantes en esparcidos manuscritosSatoko Tamura, la experta japonesa en la Mistral, detalla cada uno de los sonetos, la historia de sus diferentes redacciones, y establece cuál es el texto definitivo de cada uno de ellos. Sin embargo, su libro no nos dice de qué tratan, si su contenido está relacionado entre sí o si se trata de poemas dispersos y sólo reunidos por el mismo motivo literario. Por alguna razón, la poetisa mandó a concurso sólo tres de esos sonetos, y no incluyó ninguno de los otros en sus poemarios posteriores. Se leemos la trilogía, podemos notar que existe una secuencia en ellos, los tres relatan una sola historia: la de una mujer que va a ver a su amado al cementerio. Conforme deshojamos los poemas, vemos que el amado no se suicidó (como ocurrió con el ex novio de la Mistral), sino que la mujer que habla en el poema deseó esa muerte y la precipitó gracias a los poderes sobrenaturales que posee o cree poseerPuesto que la muerte es convocada por la amante, creo que se puede decir que estos sonetos pretenden separarse del suicidio de su antigua pareja (el ferrocarrilero Romelio Urueta, que murió en 1909) y crear una historia independiente. ¿Cómo puede ser él, si en el soneto II afirma que nunca fue suyo en la realidad, sino en el sueño? Aún así, la autora del estudio, ve al joven suicida como el protagonista de la serieY la Mistral, ella maldice largamente la sensualidad de la mujer que sedujo a su amado (soneto VII): “Malditos esos labios… que aprendieron un modo de sangrar con delicia”Sin embargo, más allá del odio, el tema no es otro que la relación de la muerte con el amor. Son una precisión a Quevedo: no se olvida esta vida luego de pasar por el río de la muerte. Los muertos esperan una explicación, nos mandan besos que no llegan. Sus labios desechos parece que esperan aún beber de la fuente del amorY el amor de esta obra, qué cercano es del odio, pues la mujer que aquí habla no es más que la espectadora de una pasión ajena. Y por esta razón es que hay aquí más odio que amor en estos sonetos. Ahora que lo pienso, nosotros somos quienes ven separados el amor y el odio, pero no esta mujer, incapaz de hacerlo: en su mente ambos sentimientos forman un ser único e indivisible, que exprime con vehemencia los corazones de sus víctimas. Decía que los muertos claman por respuestas, los vivos nos conformamos con algunas más modestas, por ejemplo: por qué no se encuentran estos sonetos integrados a las obras completas de la autora, y no se ha terminado de explicar su sentido dentro de su poesía.

 

Sakoto TamuraLos sonetos de la muerte de Gabriela Mistraltr. De Roberto H.E. Oest. Madrid, Gredos, 1998. (Biblioteca Románica Hispánica fundada por DámasoAlonso. II. Estudios y ensayos, 408)

jueves, 2 de septiembre de 2021

El capital, libro I, capítulo VI (inédito), de Karl Marx


 

A estas alturas de la vida, no sé cómo leer a Karl Marx (1818-1883): si comparando las numerosas traducciones de un mismo pasaje, o bien acompañado de alguno de sus expositores. Tal vez sea mejor leer a los más modernos, los que intentan devolvernos un pensamiento que sobrevive a los naufragios aparentes. O quizá, intentar el regreso a los primeros que lo leyeron, los que estuvieron cerca de su pensamiento y su acción. U olvidar todo lo anterior, aunque sea imposible, y decirle adiós a todos antes de entrar cuenta propia en el bosque (no llegaré muy lejos por mi propio pie) con solo un lápiz. Mi lectura personal es una mezcla de todas las anteriores, aunque para entenderlo bien me falten bastantes referencias. Él dejó escrito este texto como un puente que comunicaba el primer volumen del Capital con el siguiente: un resumen de sus ideas en torno a la mercancía. La mercancía vista en cuanto mercancía es ya un sueño delirante, de donde se extraen derivaciones interminables. Lo cual nos hace mirar todo como una mercancía con sus diferentes formas de valor: el amor, la literatura, el placer e, incluso, el estilo literario. Refiriéndose al estilo, Louis-Ferdinand Céline dijo: “Es lo que vendo”. Si esto es así, convendría hacer crítica del estilo en cuanto mercancía, pero yo quisiera ahora algo ligeramente distinto, que es: mirar el estilo de Marx en cuanto manera de pensar: qué tiene de particular su percepción del mundo y cómo eso se cuela en una manera de escribir. ¿Es posible verlo? ¿Un pensamiento que puede influir artísticamente así como Nietzsche lo hizo sin querer en numerosos artistas? El pensamiento nietzscheano es un fluido que puede dejar la formulación verbal para circular por otros tipos de arte, como la pintura o la escultura. En el caso de Marx, me figuro una influencia eminentemente verbal, una forma de concebir el flujo del pensamiento como una transfiguración de lo particular en lo abstracto, y visceversa. Un método que conceptualiza una fuerza existente en la realidad y la sigue aun cuando tome una forma abstracta: la existencia del plusvalor depende de que esta noción se extraiga de la realidad, se introduzca nuevamente en ella, se conserve invisible y se manifieste continuamente al grado de que releer la realidad sin tomarla en cuenta la figure incompleta. El dinero, del mismo modo, contiene una suma de valores de cambio concretados en una sustancia simbólica. Naturalmente, hay una concepción del mundo en que el hombre pugna por la libertad (en constante pugna por concebirla, inicialmente) contra una sociedad que lo impide. No lo impide conscientemente: ella sigue sus propias leyes y, al seguirlas, hace de un ser humano su objeto. Eso es siempre claro al hablar de marxismo, pero quizá, para seguir esos “fluidos” del ser, se requiera de la poesía, de cierto tipo de poesía en movimiento, es decir: en transformación. Una constante lucha en que el escritor pretende descomponer el ente en fuerzas, pero ellas (no queda de otra) se resuelven para manifestarse en forma de existencia.

 

Karl Marx. El capital, libro I, capítulo VI (inédito) (1971) / Das Kapital, erstes buch, der produktionsprozess des kapitals. Sechstes kapitel, resultate des unmittelbaren produktionsprozess, presentación de José Arico, traducción y notas de Pedro Scarón. 8ª ed. México, Siglo XXI, 1980.