tag:blogger.com,1999:blog-81821286350171650562024-03-18T18:29:55.349-07:00cabezadeborradorArte, literatura, política y filosofía.
Borradores y ensayos de Pável GranadosPável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.comBlogger324125tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-33550233901760889382024-03-18T15:25:00.000-07:002024-03-18T15:25:20.909-07:00Elena Garro: Los recuerdos sin porvenir, de Laura Ramos<p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"></span></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjA1M5NOI4UnlStfVbSwi-zP6Q-kYJ2FO_xFOACP0WfShGAFrdCc8arGcKWPqzSWtws-UHUoj8ENLfzD-Wtt6ee-AOK9FqY2-dozWTTd5Cm51T_Ff9q35kVL0pXAZHM7uyIngLnISGbRDJllALnNoVlCl11sUcJxNMU5K5fAH3nHQ4CvA0v7O3h0gZbAvUF" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1500" data-original-width="979" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjA1M5NOI4UnlStfVbSwi-zP6Q-kYJ2FO_xFOACP0WfShGAFrdCc8arGcKWPqzSWtws-UHUoj8ENLfzD-Wtt6ee-AOK9FqY2-dozWTTd5Cm51T_Ff9q35kVL0pXAZHM7uyIngLnISGbRDJllALnNoVlCl11sUcJxNMU5K5fAH3nHQ4CvA0v7O3h0gZbAvUF" width="157" /></a></span></b></div><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">La última editora de Elena Garro escribe su experiencia con la autora de <i>Los recuerdos del porvenir</i>. Para conocer su obra inédita y revisar los manuscritos, fue invitada a entrar al pequeño infierno personal de la novelista. Transcribe todo lo que ella cuenta, sus tormentos, remordimientos y rencores. En su rosario de maldiciones va surgiendo el nombre de su familia y de Octavio Paz, en quien deposita las peores traiciones e intrigas. Voy leyendo todo, pero nada me sorprende, no le creo nada a este personaje que se consume en las llamas de su pensamiento, por más que la considere genial. Aun cuando su conversación sea también hipnótica. ¿Qué, de todo lo que leo, dijo en realidad? Me gustan sus imágenes: se consideraba una Coatlicue a la que enterraron y resurgió de las entrañas de la tierra, descuartizada y fatal. Los monólogos de su condenación quizá serían escalofriantes y tendrían buena taquilla, pero nadie se acercó lo suficiente a tomar notas… Coatlicue desmembrada por el escenario, rodeada de gatos, cigarros y Coca Cola, mientras declama su verdad; el auricular del teléfono en una de sus manos mutiladas, esperando cualquier voz, en especial la del poeta. Demasiado destino amontonado como para que la crítica sea benévola. Las fotografías y los manuscritos son guardados en bolsas de basura por la escritora y su hija. ¿Dónde se encuentra hoy todo ese material? Tampoco me interesa, es mejor alejar la vista de toda esa desesperación, de su familia, de los académicos que la acosan y de quienes pretendían saquearla. La cocción del pensamiento es una receta interesante, se prepara una reducción de ideas y se sirve sobre el mundo en general para destruirlo, para concentrar los odios y dejar de ver la complejidad de la vida. El extenso monólogo vital de Elena Garro sirvió para minar su propia voz, contradiciéndose y victimizándose. Pero hay que hacer un corte metodológico, porque el delirio de su mente, en cierto punto se convierte en una de las voces más poderosas de la literatura. No le ayuda nada este libro ni sus editores. Hay erratas en cada página, listas sin sentido y ese exquisito delirio de la reacción mexicana que parece heredado de esta escritora: culpar hasta del cambio del color del mar al presidente López Obrador, tal como ocurre en la página 177 en que la autora se une al desplegado de la “deriva autoritaria” firmado por intelectuales de la derecha. El desvarío de la novelista homenajeada se torna contagioso, no hay forma de cercarlo. No me considero conocedor de la obra de Elena Garro, tampoco de su amante, Adolfo Bioy Casares. Pero soy dado a buscar pistas en las obras literarias. Incluso en éste, con mayor detenimiento, podrían encontrarse puertas que lleven a sitios llenos de interés. Por ejemplo, cuando Elena habla del libro <i>El sueño de los héroes </i>(1954), novela en que Bioy aparentemente escribió su historia con ella. Es que no hay forma de cercar sus numerosas fantasías encadenadas. Hay que comparar monólogos, novelas. Tal vez así se pueda acercar a alguna verdad, por lejana que se vea. Tal vez.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Laura Ramos. <i>Elena Garro: Los recuerdos sin porvenir</i>. México, Aguilar, 2023.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-43784500879190007452024-03-17T13:22:00.000-07:002024-03-17T13:22:04.256-07:00Diccionario histórico y crítico, de Pierre Bayle<p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"></span></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgajoKPc6SOtXu5WpELS4JZAoF7kSdkh7QyQx6VE1oWIV6PwoN8aAkQ2mqFMCg6lZ8-y5GpsqwZ02Rj8bwnl3NqBh5pnUIvYiROWLIlNyIRIdZhcluVEL5jyJaZxFRDyY5VGSnMzpocj_N9SvnNhMfVLBNZtlRrRJmNE5D7eC19v_VZmwE48D12GOmR3X1S" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="831" data-original-width="600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgajoKPc6SOtXu5WpELS4JZAoF7kSdkh7QyQx6VE1oWIV6PwoN8aAkQ2mqFMCg6lZ8-y5GpsqwZ02Rj8bwnl3NqBh5pnUIvYiROWLIlNyIRIdZhcluVEL5jyJaZxFRDyY5VGSnMzpocj_N9SvnNhMfVLBNZtlRrRJmNE5D7eC19v_VZmwE48D12GOmR3X1S" width="173" /></a></span></b></div><b><span style="font-size: large;"><br /><br /></span></b><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: right; text-indent: -70.8pt;"><i><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Recuerdo fuera de tiempo, para David le Fou<o:p></o:p></span></span></i></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">En la obra <i>El casamiento a la fuerza</i>, de Molière, se da este diálogo entre el protagonista y un filósofo pirrónico (seguidor de Pirrón, padre del escepticismo): “Señor doctor, necesitaría su consejo sobre un pequeño asunto en cuestión, y para eso vine aquí.” “Por favor, cambie esta forma de hablar. Nuestra filosofía nos ordena no formular ninguna proposición decisiva, hablar de todo con incertidumbre, suspender siempre el juicio; y por eso no debéis decir <i>he venido</i>, sino que <i>me parece que he venido</i>.” Hasta antes de que Pierre Bayle (1647-1706) publicara su <i>Diccionario histórico y crítico</i>, los escépticos gozaban de mala fama, le iba mejor a los que persistían enfadosamente en la fe. Ante la Trinidad, la Transustanciación o la Eucaristía, mejor no opinar nada, pues la duda es mejor instrumento de conocimiento, además todo lo que se extrae de esas categorías teológicas llevan a demasiadas contradicciones. De ahí que Marx admirara a este filósofo francés pues lo consideraba el responsable de que la metafísica y la escolástica teológica perdieran su viejo prestigio. Naturalmente, era un libro peligroso pues terminaría por nutrir el pensamiento de los enciclopedistas del siglo XVIII. Siendo así, ¿cómo es que logró difundir tales ideas? Eso se debe a la estructura del <i>Diccionario</i>, que tiene unas breves entradas informativas de cada uno de los personajes mencionados, seguidas de numerosas notas al pie en letra pequeñísima. La censura decidió no penetrar tanto en esas notas, a diferencia de los lectores americanos del siglo XIX que bebieron ansiosamente el pensamiento spinoziano con agravio para sus pobres ojos (y los míos). Naturalmente, critica el pensamiento del filósofo holandés, aunque por ahí en una de sus miles de notas al pie explica que es posible que existe una sociedad formada por individuos ateos. Mientras la gente leía los artículos dedicados a personajes extraordinarios como Hiparquia, la primera filósofa, o el poeta científico, Lucrecio, las notas al pie escondían bombas ideológicas maravillosamente escondidas, como deben de ser la maquinaria revolucionaria. Cuenta la historia, por ejemplo, del filósofo portugués Uriel Acosta (o Uriel da Costa), que profesaba secretamente la fe judía, así que huyó a Holanda para poder anunciar su conversión. Sólo que, pasado el tiempo, su carácter racional lo llevó a comentar críticamente el pensamiento judío, de tal modo que los rabinos lo excomulgaron e incitaron a los niños a apedrearlo por la calle. Después de años de persecución, acordó con los rabinos el perdón de la comunidad. Dicho perdón, llevado por la caridad, consistió en pedirle a Acosta que se tirara en el suelo, a la entrada de la sinagoga, para que todos los que salían de la ceremonia, le caminaran encima. Ese perdón lo llevó a la muerte. Hoy se cree que, entre la multitud que vio esa escena estaba un niño, Baruch Spinoza, que, con los años, se dedicó a enfrentar la religión con la fuerza de la razón. Para tolerar todas las infamias de la religión (entre otras infamias), es necesaria una gran indiferencia que permita al espíritu continuar guiado sólo por la metodología de la duda. Ése era el valor que Bayle veía en el antiguo Pirrón, el filósofo que mostró ante el mundo la indiferencia más sorprendente. Sostenía que no importaba más vivir que morir. “¿Entonces por qué no os morís?”, le preguntaron. “Precisamente por eso”, respondió. Dice más Bayle: que a Pirrón nada le gustaba y por nada se enfadaba. No le molestaba si le prestaban o no atención cuando hablaba, y continuaba hablando aun cuando sus oyentes se hubieran ido. Y decía: “La inconstancia de las opiniones y pasiones es tan grande que podría compararse al hombre con una pequeña república que cambia con frecuencia sus magistrados”. Era tan singular, que, sin duda, su indiferencia no causa indiferencia.<o:p></o:p></span></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Pierre Bayle. <i>Diccionario histórico y filosófico / Dictionnaire historique et critique </i>(1696), selección, traducción, prólogo, notas y diccionario del editor, Fernando Bahr. Buenos Aires, El cuenco de plata, 2010. (Col. Hojas del arca, 1)</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-33460010098056041842024-03-09T00:46:00.000-08:002024-03-09T00:46:00.665-08:00Etimologías<p><span style="font-size: large;"> <span style="font-family: Calibri, sans-serif; text-align: justify;"> </span></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj6rwCvAI4WuptOls9C3MSRxE7SlIMgeG2QEDClxtx3dlEWtELlD9FuOgGm7QY1eDbhyaYXPaAWM1zY7PVMeH2sswKiK-sjkES6_-thUNwY5m4CFSogmfaFH1HYroVVp3KRGKi2tjSOCsCgpTxBNQ-FFlOSWqNU3fuNA1Dz9hbKaypyAGfiyFWQ1bhLflhC" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1500" data-original-width="979" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj6rwCvAI4WuptOls9C3MSRxE7SlIMgeG2QEDClxtx3dlEWtELlD9FuOgGm7QY1eDbhyaYXPaAWM1zY7PVMeH2sswKiK-sjkES6_-thUNwY5m4CFSogmfaFH1HYroVVp3KRGKi2tjSOCsCgpTxBNQ-FFlOSWqNU3fuNA1Dz9hbKaypyAGfiyFWQ1bhLflhC" width="157" /></a></div><br /><br /><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Irene Vallejo recogió en <i>El futuro recordado</i> 126 columnas publicadas en <i>El Heraldo de Aragón</i>. No sé con qué periodicidad ni en qué lapso. Pero todas tienen algo en común, miden menos de una cuartilla, no llegan a 1,400 caracteres. Eso me da una alegría enorme, porque tengo una obsesión con el conteo de caracteres. Yo me impongo textos de cuartilla y media, y textos de cuatro cuartillas. Los alterno con regularidad, y me da gusto cuando organizo mis ideas en 7,000 caracteres. Qué gusto saber que el cerebro produce el equivalente a medio kilo de inspiración, y voy cortando las rebanadas de ideas introducidas en el texto apretadas como en un embutido. Me da gusto, igualmente, porque creo que comprendo a la autora en su cotidiano escribir y contar sus caracteres. Porque aprisionado en los límites inamovibles de un texto, es necesario darle una forma y un estilo al texto. Olvidaba que la autora también se impone un tema; generalmente, la relación de la cultura clásica con nosotros, los lectores del siglo XXI, tan poco dispuestos a consumir por gusto esos exotismos intelectuales, los sabores áridos de la prosa ciceroniana o las muy difíciles de pelar cláusulas quintilianas. Es posible que el editor haya decidido que todo eso del mundo grecolatino sea dosificado como las hierbas aromáticas o las hierbas finas. ¡De esa manera, los lectores consumirán estos productos del supermercado periodístico! En gran medida, los textos de <i>El futuro recordado</i> vuelven sobre una obsesión, el secreto de las palabras. No sabíamos que las palabras tienen secretos, pero los tienen pues guardan la memoria de su creación, la etimología. Ante ese recurso de las palabras para testimoniar su ser, hay dos grandes posturas: hacer caso del sentido etimológico que a veces se nos escapa, o bien volver a él para que nos ayude a encontrar sentidos dentro de la vida cotidiana. Ante el agotamiento del lenguaje y de las ideas comunes, tomamos la palabra en nuestras manos, como un pomo que abrimos y le decimos: “Inspírame”. Precisamente, la inspiración es un soplo que entra en nosotros y nos dice algo nuevo. De esta manera, podemos pensar que lo que llega a nosotros por “inspiración” no es nuestro. Bueno, nadie lo reclama. Pero si argüimos que fuimos inspirados seremos fácil presa de aquellos que dirán que no nos dedicamos a trabajar nuestros textos, sólo a esperar a la inspiración. Por esa razón, a veces huimos del sentido etimológico, porque pensamos que no seremos libres, que la palabra pesará sobre nosotros demasiado. Huimos de su atadura con el pasado, por mucho que contenga consejos de Heródoto o Hesíodo. Es más, que ese estancado olor de la tradición se vaya. ¿Es que no podemos crear nuevas raíces? ¿No dan para tanto nuestras lenguas modernas? <i>Sustancia</i>, que es algo que va por abajo, sólo puede ser concebido gracias al latín. De la misma manera ocurre con el término <i>existencia</i>, porque ser-fuera-de-algo no se le había ocurrido a Sócrates ni a Platón. De ahí que el conocimiento medieval de santo Tomás dependió tanto de las etimologías latinas medievales. Y entonces ese pretexto para sufrir que es el existencialismo quizá sería más alegre de no ser por esa persistencia del ser por existir, por ser arrojado del ser. Sin embargo, el empeño de la autora no es poner grilletes al pensamiento, preso de las etimologías, sino por el contrario liberar aquella esencia que duerme en las palabras. O mejor que esencia: un sentido original latente. Piensa que oler las exóticas esencias de la antigüedad nos permite obtener herramientas para explorar el mundo actual, igualmente selvático en diferentes maneras. Ante el mundo vertiginoso, detenernos a meditar. Hemos visto que la calumnia es rápida, y que la meditación es lenta. A la calumnia le basta con hacer listas de mentiras, y la refutación necesita de tiempo y de trabajo de investigación y de argumentación. Aunque no me referiré ahora a nadie en concreto, me imagino que sugiero algunos personajes adictos al ex-Twitter. Aunque la sentencia “Sólo sé que no sé nada” tiene menos de 140 caracteres, no es una de las más difundidas hoy. De hecho, una de las relaciones más misteriosas y que más provecho daría discutir es la que existe entre ignorancia y conocimiento. La autora menciona a dos psicólogos, Justin Kruger y David Dunning, quienes plantearon que muchas veces la gente más capaz desconfía de sus propias habilidades. Quizá no descubrieron nada, tal vez sólo midieron en una gráfica una idea que ha sido enunciada desde siempre. La indagación de Sócrates en torno al conocimiento se ha convertido en un lugar común del pensamiento. Aunque es más común aún la soberbia de los que creen conocer. Es que el conocimiento va marcando sus límites, cada vez más estrechos conforme se fortalece. La duda, paradójicamente, no sirve para acrecentar las certezas sino para hacerlas más endebles. De ahí que el conocimiento se nutra de la ignorancia, pero se trata de un alimento que desmorona la intención de alimentarse. La ignorancia crea un mundo más amplio, bello y prometedor, pero por desgracia no se puede tocar. Sólo existe en el lenguaje, es autoevidente y se desploma con la duda. Por esa razón, la duda es la única herramienta consistente del conocimiento, el cincel con el que verdaderamente puede modelar el mundo. No tiene otra forma el mundo que el camino que sigue la duda. Así que, de la misma manera, la certeza sería la herramienta de la estupidez. La mentira sólo al saberse mentira se fortalece, se ostenta como arte. Permanece como apariencia. Pero doy vueltas en círculo, sobre la misma frase puesto que nunca sabré, o no ahora, la relación entre ignorancia y conocimiento. Sólo doy vueltas en círculo, persiguiendo una idea que se me escapa. Por esa razón, me asomo a mi ombligo, lo único que realmente estoy viendo, para saber si puedo conjurar el encierro, el callejón sin salida a que me trajo esta idea. Quizá me tenga que preguntar para qué sirve la ignorancia, pues mucha gente se aferra a las certezas, pero las quiere volver verdades. En cambio, el que persigue la verdad, la aleja con la duda. ¿A qué todo este perseguir esa verdad? ¿Por qué no perseguimos mejor la mentira? Porque la verdad tiene dentro de sí el poder, lo que verdaderamente se persigue (Nietzsche). De las frases que ejemplifican este tópico, me gusta la de Voltaire: “Debe de ser muy ignorante porque responde a todas las preguntas que le hacen”. Es que somos tan reacios a pronunciar el mejor conjuro de todos, la sencilla frase: “no sé”, que nos libera. Nos permite ver con desinterés el mundo y nos permite volar sin el peso de las certezas. De las muchas referencias al mundo clásico, al papeleo de los antiguos, hay una que me intriga: la del ombligo. Parece que no podremos llegar al centro de esa palabra, ya que proviene de una raíz indoeuropea, anterior al latín y al griego. Pero en efecto quiere señalar el centro de uno mismo, ese lugar que nos unió con el origen, que queda como cicatriz de ese lazo que nos unió con el mundo y que nos hizo existir. ¿Existir? Qué molesta etimología que nos lleva a concebirnos como desesperadas palomillas queriendo reintegrarnos a la lampara del ser. No sólo queremos conocer el centro de las cosas o nuestro centro. También queremos ser el centro, de ahí que varias ciudades del mundo lleven en su etimología la palabra “ombligo”. Qué palabra tan misteriosa, tan definitoria, pero como todos los grandes conceptos, a veces sólo tienen en su centro un poco de pelusa, como es el caso cotidiano de esta palabra en concreto.<o:p></o:p></span></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Irene Vallejo. <i>El futuro recordado</i>. México, Debate, 2022.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-71049356662724902582024-03-01T22:05:00.000-08:002024-03-01T22:05:22.094-08:00Epistolario (1889-1893), de Ignacio Manuel Altamirano<p><span style="font-size: large;"> <span style="font-family: Calibri, sans-serif; text-align: justify;"> </span></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgaA-Lw4rYz51OPk7294PDJpfDHhwiaVXRyKnIqIQM2GKSV969CaJ3mvsXELA_O4w1hRSKXXSSaPE-R0uv7pYARVDZmynhoJO5uVzP60Z8nHL_t4RLUL_O-lB9tp2435lnnGc8VU55Eyr4GYKa9B_JM9qnjO1yrGXm6VSLK-YhgkL8MbJTjIErK_Ha0nBM8" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1500" data-original-width="966" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgaA-Lw4rYz51OPk7294PDJpfDHhwiaVXRyKnIqIQM2GKSV969CaJ3mvsXELA_O4w1hRSKXXSSaPE-R0uv7pYARVDZmynhoJO5uVzP60Z8nHL_t4RLUL_O-lB9tp2435lnnGc8VU55Eyr4GYKa9B_JM9qnjO1yrGXm6VSLK-YhgkL8MbJTjIErK_Ha0nBM8" width="155" /></a></div><br /><br /><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Casi todas las últimas cartas del maestro Altamirano estuvieron dirigidas a su yerno consentido, Joaquín D. Casasús. Tenía su cargo como diplomático en Francia y luego en Italia, pero lo cierto es que sus intereses se iban centrando en su familia. Aunque los sobres pesaban porque llegaban a México cargados de optimismo, el destinatario se iba alarmando de lo que podía leer a través de las palabras. La carta era alegre porque la familia había ido a comer a un restaurante de moda, construido sobre un árbol. Pero la caligrafía o el obstinado optimismo decían algo diferente. Así que un día, Casasús decidió comprar pasaje y tomar un barco rumbo a Europa. Qué importaba todo aquello que trajeran las cartas, aunque viniera un ejemplar de la <i>Navidad en las montañas</i> dirigida a Casimiro Collado, con una indicación: “Dígale que no se fije en mi novela (que es una teoría), ni en la forma (porque no la cuido), sino en el pensamiento (que no está de acuerdo con sus ideas), pero que es un arma. En suma, mi libro es una obra de arte, a mi manera.” Sí, caben poéticas, saludos, buenos deseos, abrazos y algunos chismes: “Dice Margarita que José T. de Cuéllar tuvo la culpa de la muerte de su esposa Carlota, encerrada una casa de locas”. Sí, esta rápida poética se encuentra en medio de los remedios para diabetes y para los cólicos. Entre los medicamentos, no encontramos ninguno para la tuberculosis, ya que el Maestro no imaginaba que esa enfermedad lo llevaría a la tumba, pues él decía que había fortalecido sus pulmones cuando en su niñez masticaba pedazos de ocote, allá en Tixtla. La carta que verdaderamente me conmueve no la escribió él, sino Casasús, en 1906, dirigida a Ángel de Campo <i>Micrós</i>, para relatarla la muerte del Maestro. La leo queriéndole extraer todos sus secretos. Al llegar a San Remo, en donde ahora vivía Altamirano, Casasús se encontró con un hombre que casi no podía ponerse en pie. Por momentos, la salud mejoraba, como aquella noche en que la familia cenó reunida, pensando que sería posible volver en barco a Veracruz y tomar el tren a la capital… Pero desde la calle llegó la voz de un muchacho que cantaba una canción conmovedora y penetrante, <i>Vorrei morire</i>: “Quisiera morir en la estación del año, cuando el aire es tibio y el cielo calmado…” Fue como un aire frío que congeló la esperanza de Altamirano. Por esos días, se acercaba con angustia a su nieto Héctor: “¿Sabes quién soy yo?” “Sí, papá Nachito”. “¿Cuándo seas hombre, tendrás presente mi fisonomía?” Es que sabía que el plazo se acababa; no se engañaba, así que le dio a su yerno las últimas indicaciones: para poder volver a su patria, lo más seguro era cremar su cadáver. Así lo pidió y sintió que dejaba sobre otros la responsabilidad de su familia. Quisiera poner aquí toda la carta, pero sólo hay que decir que el Maestro murió el lunes 13 de febrero de 1893: cuando sintió que no podía respirar, tomó la mano de su hijo adoptivo Aurelio Guillén, y sólo dijo: “¡Qué feo es esto!” y volvió el rostro hacia la pared. En San Remo sólo existía un horno de cremación, pues esta práctica era nueva, algo propio de “librepensadores”. Dos días después, una comisión de librepensadores llegó al sitio en que se velaba al Maestro, y depositó una corona de flores sobre el féretro. “Hemos sabido que el señor Altamirano, cuya muerte lamentan ustedes, era un viejo libera, un patriota distinguido y un hombre de letras eminente, y hemos querido los miembros de la Sociedad de Librepensadores de San Remo venir a presentarle el testimonio de nuestra simpatía y de nuestra admiración y a acompañarlo al cementerio para ser testigos de la cremación del cadáver”, dijo el presidente de la Sociedad, Bernardo Calvino. En la mente de su nieto, Italo, México fue desde siempre una imagen neblinosa que luego le inspiró numerosos textos. Me gustaría saber si el nombre de ese liberal ilustre le significaba algo. Me gustaría pensar que entre los restos de los manuscritos hay alguna referencia…<o:p></o:p></span></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Ignacio Manuel Altamirano. <i>Epistolario (1889-1893), tomo 2</i>. México, Conaculta, 1992.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-41604773250957838282024-02-24T00:22:00.000-08:002024-02-24T00:22:13.007-08:00Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos, de Marx y Engels<p><br /></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiOu1vBq4fiJMGO37XOBeVljSfA2uqhS2AiW4ToG8c4aAVayk39pXbgD9tbgxNW-vS83LnlG0pmxNWd3mS9q35Vc1gyUTQ5ufSWnzNcD6hL-xVIJNLjWC1PXnI6cRfjPHROfKzEgIM6N3ER9_BD89sQE0jJa681o3WOcxsebCNLYTg9dcUUNXogbJWbknWo" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="953" data-original-width="600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiOu1vBq4fiJMGO37XOBeVljSfA2uqhS2AiW4ToG8c4aAVayk39pXbgD9tbgxNW-vS83LnlG0pmxNWd3mS9q35Vc1gyUTQ5ufSWnzNcD6hL-xVIJNLjWC1PXnI6cRfjPHROfKzEgIM6N3ER9_BD89sQE0jJa681o3WOcxsebCNLYTg9dcUUNXogbJWbknWo" width="151" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">No hay que olvidar que la editorial de Juan Grijalbo se inició publicando libros de marxismo. Este volumen con 5,000 ejemplares es una de aquellas selecciones de textos de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) que circularon por México en los años 70. En realidad, de Marx sólo se incluyen cuatro páginas (las “Tesis sobre Feuerbach”, de 1845, que Engels dio a conocer en 1888). El resto son textos de Engels tomados de varios de sus libros, como el prefacio a <i>El origen de la familia, la propiedad privada y el estado</i> (1884). Varias de las ideas desarrolladas en esta obra, aun escritas hace 140 años, serán de absoluta novedad para los conservadores de hoy, como el planteamiento de que la familia no es la base de la sociedad sino una formación de carácter histórico. Ideas tan evidentes como que hay diferentes tipos aceptados de familias según las condiciones sociales de las culturas (por ejemplo, el permiso de que las mujeres tuvieran varias parejas sexuales) inquietarían todavía los sueños los derechistas de hoy. En ese sentido, el libro de Juan Grijalbo publicado en 1970 es más novedoso que el ideario de moda. Pero mayor interés tiene para mí el texto “Dialéctica de la naturaleza”, en que Engels se refiere a la historicidad de la ciencia, tema que se ha desarrollado en diversas direcciones por estudiosos como Pierre Bordieu, quien ha analizado cómo los aspectos de poder en el ámbito de la ciencia han determinado qué consideramos “científico” y “verdadero”. Pero lo que le interesa a Engels es que la naturaleza también tiene historia. Por ejemplo, las nebulosas serían un documento “histórico”, pues se trata de las regiones interestelares en donde se fabrican las estrellas. Siguiendo esta imagen, el pensamiento filosófico sería la nebulosa en que se forma el pensamiento científico. Eso puede verse en el hecho de que la teoría sobre las nebulosas como formadoras del sistema solar, provino de un filósofo, Immanuel Kant, y no de un científico. A grandes rasgos, Engels propone que la filosofía modifica el pensamiento científico. Este texto, escrito entre 1873 y 1883, demuestra el interés constante del filósofo alemán por la ciencia. Al morir, Engels dejó como albacea de su obra a Eduard Bernstein, el famoso padre del “revisionismo”. Éste, a su vez, le preguntó, en 1924, a Albert Einstein si el texto debía de publicarse. La respuesta es decepcionante porque el extraordinario científico no supo comprender que su propio pensamiento estaba determinado por esa nebulosa que es la filosofía. Escribió: “Mi opinión es la siguiente: si este manuscrito procediera de un autor sin interés como personalidad histórica, no recomendaría su publicación; porque el contenido no tiene ningún interés especial, ni desde el punto de vista de la física moderna ni siquiera para la historia de la física.” No me satisface la opinión de Einstein. Aunque sobre eso no debo decir nada, no conozco su acercamiento a la filosofía. Pero no es la primera vez que dos grandes pensadores se encuentran sin tener mucho que decirse…<o:p></o:p></span></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Karl Marx y Friedrich Engels. <i>Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos</i>. México, Grijalbo, 1970.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-3904447693771999532024-02-18T22:54:00.000-08:002024-02-18T22:54:49.780-08:00Tiene la noche un árbol, de Diego Cristian Saldaña<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: Calibri, sans-serif; text-align: center;"><i><span lang="ES" style="line-height: 28px;"> </span></i></b></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjI9IFcU5qCe6wGbsarSA24iJjKkA9EMPYLd95CVKq4iIDzalxP2dH5QxJpY3I5W9Ykp0D2d40Hh_I2oGuS5DBpEJwv0T1HmBCnJxM4QQyQw3HkH3SEflw1QwhsbUj02NtEJTViEveEV-xqPg4Pz685LHJcdifxL0jACxt7UN55LJdannhAUFE5ZGfwAUvi" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="300" data-original-width="173" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjI9IFcU5qCe6wGbsarSA24iJjKkA9EMPYLd95CVKq4iIDzalxP2dH5QxJpY3I5W9Ykp0D2d40Hh_I2oGuS5DBpEJwv0T1HmBCnJxM4QQyQw3HkH3SEflw1QwhsbUj02NtEJTViEveEV-xqPg4Pz685LHJcdifxL0jACxt7UN55LJdannhAUFE5ZGfwAUvi" width="138" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Es difícil es explicar de qué trata <i>Tiene la noche un árbol</i>, de Diego Cristian Saldaña (1990). Se trata de su primera obra narrativa, con la que obtuvo el Premio Nacional de Novela Joven José Revueltas 2019. Varias veces, mientras la leía, pensé que quizá el autor se dijo al escribirla: “En caso de que no haga después otra novela, voy a poner en ésta todas las referencias, todas las tramas, todos los recursos, todas las técnicas y todos los sucesos”. No sé casi nada de Diego Cristian, apenas que me dejó su libro una mañana con una dedicatoria, pero me gustaría saber más. Lo busco entre las redes sociales y lo veo por muchos lados, canta, actúa, viaja, escribe, da talleres de performance, baila, hace homenajes al canto cardenche… Naturalmente, me gustaría que escribiera nuevas novelas, pero entonces me gustaría preguntarle en torno a las decisiones que toma en las páginas de este libro. Quisiera saber por qué cierta resolución, por qué algunas estructuras. Porque pareciera que quiso contener todo apretadamente en una historia, de tal manera que a una acción le corresponde una consecuencia inmediata. Puesto que él está trepado en alguno de dichos verbos (los enumerados arriba, o quizá en alguno otro), yo comienzo una conversación imaginaria y sólo mía, la que me hace recorrer las páginas. Sé, antes de comenzar a preguntar, que no terminaré de resolver esta novela, la cual es un pequeño artefacto que necesita armarse en la mente del lector. Hay pistas por todos lados y tal nivel de relaciones que no esperen que una primera lectura las conecte todas. Es como esos relojes que uno abre por curiosidad y al cerrarlos de nuevo, quedan más piezas tiradas todas por la habitación. Como yo no sé armar de nuevo el mecanismo de la novela y simplemente quiero irme y dejar todo regado, prefiero hacerle al autor preguntas de poética: ¿qué sigue en la siguiente narración?, ¿cuáles de estas resoluciones que ahora están en este libro te dejaron insatisfecho?, ¿qué es lo que en realidad quieres continuar? Hablo como si por aquí hubiera alguien que me oyera, cuando en realidad hablo conmigo. Pero es que sé que al realizar preguntas frente a la obra de arte las esfinges, tradicionalmente mudas, se ponen a hablar. El punto de partida de la novela es sencillo, aunque desemboca en asuntos que no conozco del todo, así que llegaré hasta cierto punto de los caminos, y luego me daré la vuelta otra vez. Ni siquiera sé por qué hilo comenzar a desmadejarla. Pensé que por el título, verso de <i>Muerte sin fin</i>, pero en el fondo ignoro si eso me lleve a ninguna parte: “Tiene la noche un árbol / con frutos de ámbar”. No sé si se refiere a las estrellas, semifijas en la inmensidad, que señalan el destino. Señalan todos los destinos, o por lo menos los cubren. La novela mira a veces a ese cielo, a la inmensidad y al jeroglífico de las estrellas. Pero más comúnmente, mira hacia dentro, como hacían los surrealistas, pues en gran medida este libro es un homenaje a esos artistas que, en tiempos de entreguerras, habían diagnosticado antes que nadie, la putrefacción del siglo XX. Tal vez este libro, al hacer homenaje a los artistas de hace cien años, pretenda usar esa mirada rara de los surrealistas ante el mundo. O, al menos, mirar los productos del surrealismo en este país: Xilitla, la visita de Artaud, todo el arte mexicano deudor de esa vanguardia tan europea como americana. Cuánto del arte mexicano, visible y oculto, es fructificación de esa escuela. Pero todas las referencias que realiza el texto crean una constelación enorme y quizá ajena a la propia narración.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES" style="line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">La novela está dividida en dos partes: dos historias aparentemente separadas, cuya unión profunda se me escapa. Por alguna razón, la primera parte consta de los capítulos nones y la segunda, de los pares. No sé si la relación entre ambas historias es de simultaneidad o si, al contrario, deben de contarse en dos tiempos distintos. (No recuerdo, por ejemplo, si en esta segunda parte se habla de la epidemia que ocurre en la Ciudad de México o del terremoto que la devasta.) Por alguna razón, el autor no las barajó sino que dejó los dos montoncitos de capítulos separados unos de otros.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES" style="line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Me referiré a ciertos aspectos de la trama. Los sueños de Felipe, el protagonista de la primera mitad de la novela, se cumplen puntualmente al día siguiente de ser soñados. Un día, una pandemia; otro, un terremoto. El tercero sueña que desaparece Nora, una exnovia que trabaja como conductora de un programa de televisión en el Amazonas… Todo esto se lo comienza a contar a Julia, una psicoanalista con la que comienza a tener una relación erótica. Ese día, en la mañana, la madre de Felipe, Laura, llega inesperadamente a vivir con él. Por cierto, cada cosa que ella come tiene un extraño sabor a huevo… Ah, por cierto, su padre, que lleva mucho tiempo en estado de coma, acaba de morir. Son demasiados asuntos en unas pocas páginas, más de los que cualquier narrador sería capaz de contar. Por esa razón, supongo, las consecuencias de cada uno de estos sucesos no tienen la suficiente trascendencia en la historia. Si bien la ciudad está devastada, eso apenas interfiere en la narración. Aunque hay una epidemia de algo como una gripa, tampoco hay consecuencias serias (lo cual notamos de inmediato, todos, luego de vivir una larga epidemia). La narración avanza pero se llena de referencias varias (el blues y el jazz, el cine de Christopher Nolan, la poesía japonesa, el Surrealismo, etc.) cuya consistencia no siempre me queda clara. Y algunos elementos de la trama que no vuelven a aparecer o a justificar su presencia (el trabajo de Felipe como analista de economía, o el de su madre, en un laboratorio de biología). Es como si la trama fuera una ramificación que terminara en estériles inflorescencias, como todas las cosas que le saben a huevo a Laura, aunque el huevo le sabe a fettuccini en salsa de tres quesos con piñón y trozos de salmón ahumado. Tal vez eso se deba a que el hilo central de la novela, o la semilla que dio como consecuencia todo este planteamiento novelístico sea la admiración por el Surrealismo, los artefactos literarios que no conducen a resoluciones lógicas, las ramificaciones absurdas, etc. Pero suena contrario a la sucesión estrictamente lógica entre sueño y predicción que vive el protagonista de esta primera mitad de la novela. Pero, ¿y su revés?, es decir, la otra mitad del libro. Es completamente diferente. Mientras la primera parte del libro podría ocurrir en una ciudad cualquiera, la segunda tiene un fuerte arraigo en el paisaje (Xilitla, Acapulco…). Mientras que la narrativa de la primera parte tiene una complejidad que parece evocar los guiones de Christopher Nolan, la segunda parte tiene una linealidad centrada en apenas tres personajes. Su estilo me parece más cuidadoso en cuanto a las consecuencias que tienen los actos de los personajes. A diferencia de los nones, cada capítulo de esta sección está precedido por un haiku: recordatorio de la pequeñez de la humanidad ante la naturaleza (por ejemplo: “No lloréis, bichos, / que sufren desengaños / hasta los astros”, de Kobayashi Issa, 1763-1827). Aquí se cuenta la historia de un viaje que realiza una pareja (Mercedes y Andy). Los acompaña Phillip, el abuelo de Mercedes. Estos últimos, de Texas; Andy, de ascendencia griega. Es un nuevo homenaje a los surrealistas: la imagen de André Bretón los lleva a visitar San Luis Potosí. El tiempo se espacia, existe la oportunidad de integrar el paisaje a los estados de ánimo, y los personajes igualmente logran crear un espíritu lo suficientemente estable como para guardar secretos y para contemplar misterios. Caminan por Las Pozas y la arquitectura de Edward James se refleja en el interior. Los jóvenes buscan la experiencia estética, el descubrimiento de un pequeño mundo perdido en la Huasteca; en tanto que Phillip regresa a visitar un recuerdo. Al final, los jóvenes se dan cuenta de que forman parte de la continuidad de una historia que comenzó mucho tiempo antes que ellos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES" style="line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Jean Cocteau, cercano a los surrealistas, dijo que “el mecanismo de una obra de arte era invisible”. Como un mecanismo de referencias, me parece que la novela crea una constelación inconsistente. Mayor fortuna tienen los personajes que construyen su destino como un proyecto de búsqueda del Surrealismo, para que –como dicen en algún pasaje de la novela– “los sueños gobiernen la vida, para permitir que el alma gobierne al hombre”.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="text-align: start; text-indent: 0px;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: large;"><span style="text-align: start; text-indent: 0px;">Diego Cristian Saldaña. </span><i style="text-align: start; text-indent: 0px;">Tiene la noche un árbol.</i><span style="text-align: start; text-indent: 0px;"> México, Tierra Adentro, 2019.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 11pt; line-height: 22px; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 28px;"><br /></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-2225913117783150702024-02-17T10:11:00.000-08:002024-02-17T10:11:32.201-08:00Vidas en el aire, de Bertha Zacatecas<p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES" style="font-size: large; line-height: 28px;"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj5krLSCvunx64Qdbd6DisJ3g9hfqDVoZsSxV6Uflrri10j6Boa9wu2QH4CB9HYH8MOHrH9I9KKBmZBAQkgs6C4m2gkFv8gaiD5y7KU8MRSYN3PEGX5T1pSAgzv7Apzgf5aO2G7GnxPQBxScqLg2gnpMZ1Kth3r1eC4gdEsF3bZFUyEGePpuae5gRYxDWh_" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img alt="" data-original-height="3816" data-original-width="2872" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj5krLSCvunx64Qdbd6DisJ3g9hfqDVoZsSxV6Uflrri10j6Boa9wu2QH4CB9HYH8MOHrH9I9KKBmZBAQkgs6C4m2gkFv8gaiD5y7KU8MRSYN3PEGX5T1pSAgzv7Apzgf5aO2G7GnxPQBxScqLg2gnpMZ1Kth3r1eC4gdEsF3bZFUyEGePpuae5gRYxDWh_" width="181" /></span></a></b></div><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES" style="font-size: large; line-height: 28px;">Bertha Zacatecas, socióloga y periodista, fue esposa del filósofo Josu Landa. Cuando entré a la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM, ella acababa de morir, y Josu, que me contó de ella, le había dedicado poco antes su <i>Treno a la mujer que se fue con el tiempo</i>, poema que ganó en 1996 el premio Carlos Pellicer de obra publicada. Bertha tuvo tiempo de reunir sus entrevistas en torno a la radio, poco antes de morir, las cuales había publicado en una columna en el diario <i>El Financiero</i>. Aunque comenzó a interesarse por los asuntos sindicales, poco a poco se interesó en el mundo de la radio, y entrevistó a sus protagonistas con mucha cercanía e interés. Aunque tengo el libro desde entonces, y siempre me ha servido de consulta, por primera vez lo leo de corrido. Sería inútil tratar de referir incluso una pequeña parte de todas las historias que se cuentan en sus páginas. Hay cancioneras de bolero, <i>crooners</i>, locutores, empresarios, productores, compositores… Está Pedro de Urdimalas, que convenció a Ismael Rodríguez de ir a un café de chinos para contarle la historia de Pepe el Toro y la Chorreada, lo que desembocó en una de las grandes películas del cine mexicano. Las protagonistas de las radionovelas cuentan su experiencia, el triste éxito de ser desconocidas en la calle aun cuando no había nadie que no las conociera por su voz. Como los personajes y los programas pasan por el libro como parte de largas evocaciones, hay que cazarlos al paso. ¡Ahí va el nombre de Toño Escobar, extraordinario músico, a quien le he seguido la huella durante años, para sólo encontrar unos pocos datos! Amparo Montes recuerda su programa <i>Bon soir</i>, seguramente patrocinado por el perfume del mismo nombre, y que duró diez años. Era un programa en que Amparo cantaba canciones de amor, Manuel Bernal decía poemas, y el público mandaba cartas con sus historias de amor para ser leídas al aire. Y el tema musical era una canción de Antonio Escobar. “<i>Bon soir, madame, </i>así le habló, y yo no sé qué contestó…” El locutor Edmundo García, voz de la antigua XEB, recuerda a Escobar, cuando en los años 30 era el pianista de la orquesta de Rafael Hernández. Eran los días en que Margarita Romero y Wello Rivas estrenaron <i>Perfume de gardenias </i>en esa estación. Aunque es una canción cuyo perfume no termina, no se sabe que comenzó a escucharse en 1936 en la “B grande de México”, como la bautizó Edmundo García. Si le sigo la pista a Escobar es porque se trata de uno de los grandes músicos olvidados de México: trajo a nuestro país al menos tres ritmos, la conga, el porro y el merengue. Eso, porque durante una gira a la República Dominicana con las hermanas Águila (era esposo de una de ellas), se convirtió en el músico favorito del dictador Leónidas Trujillo. A esas figuras de la radio quise seguirles el paso después de Bertha Zacatecas, a algunas pude llegar, aunque tiempo después, a otras ya no fue posible. Entre los que sí, recuerdo a Lupita Palomera y Fernando Fernández, porque vivían a dos calles de mi escuela, el CCH Sur. Algunas veces fui a tocarles la puerta y platicar con ellos. Aquí recuerda que fue el primer cantante de radio que fue a cantar a un cabaret, el Waikikí. Aunque sus compañeros lo criticaron entonces, hoy lo recordamos por sus películas en que enamoraba con boleros a una hermosa rumbera, Meche Barba. Hace mucho que no veo esas películas, pero creo recordar que enseñan algo de que el amor florece en medio de la desdicha.<o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm 0cm 0cm 70.8pt; text-align: center; text-indent: -70.8pt;"><b><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES" style="font-size: large; line-height: 28px;"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES"><span style="font-size: large;">Bertha Zacatecas. <i>Vidas en el aire. Pioneros de la radio en México</i>, presentación de Raúl Trejo Delarbe. México, Diana, 1996.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-63801843837398641312024-02-13T23:26:00.000-08:002024-02-13T23:26:51.968-08:00 Sororidad<p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"></span></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimou3asmxj_ZP7wIEgchqWLo_YE3Zu9XCQR9qhPQdAymBXlS6g01OKu4erT8ccZY5MgIW7tdFWggR_NjM_7zT2dTvEa0jE3swbzka7p01PHwiWgX5XPG766DE35gSct3qNF1xC7DsOyowpCivH5kAh7JZrlfCINWVL5fM91kIghZxMcCwBHxN8STHP0S1J" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1141" data-original-width="1500" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimou3asmxj_ZP7wIEgchqWLo_YE3Zu9XCQR9qhPQdAymBXlS6g01OKu4erT8ccZY5MgIW7tdFWggR_NjM_7zT2dTvEa0jE3swbzka7p01PHwiWgX5XPG766DE35gSct3qNF1xC7DsOyowpCivH5kAh7JZrlfCINWVL5fM91kIghZxMcCwBHxN8STHP0S1J" width="316" /></a></span></b></div><b><span style="font-size: large;"><br /><br /> </span></b><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">La palabra “sororidad” fue empleada por primera vez por Miguel de Unamuno (1864-1936) en su novela <i>La tía Tula</i> (1921). Con este término, el escritor español quiso completar el listado esencial de las relaciones humanas: maternidad, paternidad, fraternidad… y sororidad, que sería la relación entre hermanas. De hecho, existe en latín la palabra <i>sororiare</i>, que significa “crecer por igual y juntamente”. El escritor español se dedicó a estudiar las diferentes formas de relaciones humanas y su forma de manifestarse a lo largo de los mitos fundamentales de la civilización. Desde tiempos bíblicos, la “fraternidad” tiene cierto problema para significar algo enaltecedor, puesto que el primer crimen de la humanidad fue precisamente un fratricidio, el de Abel por Caín. Este último fundó una ciudad a la que llamó con el nombre de su hijo, Enoc. Se trata de la primera ciudad del mundo: en ella comenzó la civilización, el derecho y la política, lo que significa que estas actividades comenzaron en una ciudad construida por un fratricida. Las relaciones derivadas del incesto crean una intrincada red de crímenes y complicidades que es mejor obviar llamándonos entre todos hermanos. Hay muchos hermanos famosos en la historia de la humanidad, no todos destacan por haber realizados acciones enaltecedoras, sino por lo contrario: traicionar y matar. Ojalá el percatarse de que los países están formados por hermanos hiciera tomar conciencia del fratricidio que son las guerras civiles. Más o menos, estoy siguiendo las ideas de Unamuno en el prólogo a este libro escrito en un momento de persecución política, pues el autor fue exiliado de España a causa de sus ataques al rey Alfonso XIII y, más adelante, a la dictadura militar de Primo de Rivera. Instalado en Francia conoció a Alfonso Reyes en casa de Jean Cassou. Es posible que todas estas obsesivas disquisiciones en torno a las relaciones simbólicas de los seres humanos hayan germinado en los pensamientos de Reyes, pues México a fin de cuentas es también tierra de fratricidios, y durante la Revolución la muerte a manos de un hermano era lo común. Ifigenia, la sacerdotisa amnésica que reconoce a su hermano en el momento anterior a sacrificarlo, fue el personaje que eligió Reyes para expresar que la toma de conciencia de la fraternidad puede detener la violencia. Como puede verse, fratricidio e incesto explican largos pasajes fundacionales de la Historia. Unamuno investigó más pasajes de la antigüedad, como el caso de Abisag, la sunamita llevada al lecho del rey David, con el fin de acostarse a su lado para curarlo de sus males, como se aseguraba que hacía gracias a los poderes curativos que la hicieron famosa. Abisag, según Unamuno, se entregó espiritualmente a David, puesto que él ya no tenía fuerzas para “conocerla”. Y ella, estaba destinada a servir sólo para acompañar. Son esas mujeres, tanto tiempo llamadas solteronas, que sacrificaban la sexualidad para ejercer la maternidad en una familia, para cuidar y heredar la memoria de una estirpe. Eso, naturalmente, en una forma social en que las mujeres son prisioneras, abejas encerradas en un panal, esa sociedad que conoció Unamuno. Tula, la protagonista de esta novela, se interesa por la vida de las abejas, por los zánganos y las abejas reinas que no supieron hacer miel pero ponen huevos. Quiere decir que la cultura <i>abejil</i> se transmite de un modo lateral, por medio de las abejas que no tienen descendencia. Pero el propio Unamuno pensaba que esa imitación servil del positivismo ante la naturaleza era una forma reaccionaria del pensamiento. Quiere decir que la función de la sororidad va tomando otras formas menos hexagonales y determinadas de las que crean las abejas. Sororidad es una palabra que toman en sus manos las mujeres que la consideran propia y la vuelven a construir cotidianamente. Es dificil explicar el sentido de <i>La tía Tula</i>; de hecho, su autor tuvo que combatir algunas interpretaciones que hacían de la protagonista una mujer que ejercía una larga venganza al ser privada de la sexualidad. Toda la novela se desarrolla a partir de una escena única: dos hermanas, Rosa y Gertrudis (Tula), salen a pasear, pero la primera de ellas atrae las miradas de un joven que las encuentra en la calle. Cuando Tula se da cuenta de la atracción que su hermana despertó en aquel joven, la convence de casarse y de tener hijos, que ella se encargará de cuidarlos y educarlos. Como abeja, construye en su mente el panal para construir una familia. No le importa que su hermana muera luego de dar a luz, pues la obliga a cumplir con el destino de ser madre. Cuando muere Rosa, Tula se queda ante Ramiro, pero vence la idea común entonces de que el viudo puede casarse con su cuñada. Aun cuando Ramiro está enamorado de Tula, incluso cuando le confiesa que siempre se sintió más atraído por ella, no puede consumarse esta relación. Es tanto lo que le ruega, que Tula pone un plazo: un año, y si él es constante, se casarán luego de pasado ese lapso. Sólo que Ramiro no logra mantenerse fiel, así que meses después embaraza a Manuela, la joven que sirve en la casa. Parece una venganza que Tula lo obligue a casarse con ella, para hacerse cargo también de los hijos que resultan de esa relación. En realidad, no sabemos mucho de ellos, no sabemos qué pasa a lo largo de tantos años en esa familia. Los hijos cumplen la función de ser criados por la tía, quien se convierte en una figura tutelar. Cuando Tula muere, una de sus “sobrinas”, la hija de Manuela, asume el papel de madre de sus hermanos. Leída como una novela de amor, la historia trataría de la tragedia de Ramiro, que no consuma su pasión por su cuñada. Pero vista desde la virtud inflexible de la protagonista, es el triunfo de un pensamiento “civilizatorio”, el de la hermana que se sabe llamada a sacrificarse por educar y mantener la esencia familiar. Éste es el complejo significado que le dio Unamuno a esta palabra que se ha vaciado de ese significado y se le ha vuelto a llenar con otras ideas. Para Unamuno, la función de la hermana “sorora” no se detiene incluso ante hacer morir, pues mira la progenie. Yo no sabría desprender de aquí más consecuencias. No sabría decir si esta sororidad significa un amor entregado a los demás a costa de la felicidad propia, o bien una venganza largamente planeada pues consiste en decirle no al enamorado para consagrarse a un fin más alto. Así fue Antígona, la hija y hermana de Edipo, otro fruto del parricidio y del incesto, siguió a su padre durante su exilio. Pasados los años, Edipo maldijo a sus dos hijos y hermanos hombres, Etéocles y Polinices, cuando supo que combatían por quedarse con el poder de Tebas. “Si vivo, es gracias a mis hijas”, dijo poco antes de morir. En el combate decisivo entre los hermanos, uno murió a manos del otro, como dictaba la maldición de Edipo. Sólo que Creonte, tío y cómplice de Etéocles, decidió que el cadáver de Polinices yaciera sin ser enterrado. Antígona se arriesgó pero puso tierra sobre el cadáver de su hermano y fue condenada por su propio tío. Se impuso la ley inmemorial de la familia ante la orden de estado. Por eso, dejó escrito Unamuno: “Hablamos de <i>patrias </i>y sobre ellas de fraternidad universal, pero no es una sutileza lingüística el sostener que no pueden prosperar sino sobre <i>matrias</i> y <i>sororidad</i>.” Sólo que la postura final ante el término de <i>sororidad</i> es ambiguo. Finalmente, Tula es una especie de zángano en el panal de su familia: es la abeja que transmite el saber familiar, pero por otra parte es la abeja que no supo hacer miel ni tener hijos. Y mientras sean rijan las colmenas “los zánganos que revolotean en torno de la reina para fecundarla y devorar la miel que no hicieron”, habrá barbarie de guerras devastadoras.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Tapamos crímenes con palabras y las obligamos, entonces, a reformularse eternamente.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-85539406156624045982024-01-21T18:41:00.000-08:002024-01-21T18:41:14.234-08:00Tiempo de saber, de Julio Scherer García y Carlos Monsiváis<p> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimguC9xvIRG5ijmDWVcz7_CqYRIgqeRicDTomTC7rVcsSRoaAxHYuk5fed4ICF9t_cFU_zG-p14tbuG8EsaF9duba6tlIHQGvCHZCDAIlS7gIhmXtq_X3kBNcu0F55zjneqwFvsepxKCGhi4N_DqC_Jp3qIoQbWqlCkWtSKysmGMfBAVF8yHpe17E8queF" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="800" data-original-width="530" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimguC9xvIRG5ijmDWVcz7_CqYRIgqeRicDTomTC7rVcsSRoaAxHYuk5fed4ICF9t_cFU_zG-p14tbuG8EsaF9duba6tlIHQGvCHZCDAIlS7gIhmXtq_X3kBNcu0F55zjneqwFvsepxKCGhi4N_DqC_Jp3qIoQbWqlCkWtSKysmGMfBAVF8yHpe17E8queF" width="159" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 28px;">Este libro contiene textos de Julio Scherer García y de Carlos Monsiváis. El primero amplía aspectos que había tocado en sus memorias periodísticas, <i>Los presidentes</i>, especialmente en el cerco del poder en torno a <i>Excélsior </i>y la manera en que Gobernación se encargó de financiar <i>Excélsior Libre</i>, un periódico dedicado a combatir el periodismo impulsado por Scherer. Por otra parte, el texto de Monsiváis… una crónica sobre la relación del poder y la prensa a lo largo de dos siglos. Desafortunadamente, se lee como una historia inconclusa; no hay quien haga la valoración, en unas pocas cuartillas, de lo que ha ocurrido en los medios los siguientes veinte años. El desprestigio autocultivado a conciencia por los medios corporativos, los youtubers que valiéndose de una conexión a internet han sitiado a la comentocracia, la censura calderonista, la cobertura de la contrarreformas energética y educativa en tiempos de Peña Nieto, el periodismo aparentemente independiente, la complicidad de los medios en la Guerra Jurídica, el actual cerco informativo de la prensa corporativa, pero especialmente: los medios condenados a reconocer los intereses que los guían y la guerra por la “objetividad” (por objetividad, los medios comerciales entienden: imponer su agenda particular). En su texto, Monsiváis narra los principales periodos y extrae conclusiones generales, como la idea de México en la Era del PRI: país de una sola lengua y de un solo discurso nacional; la irrupción de las escuelas de Comunicación y el fin del periodismo narrativo, la sustitución de “prensa” por “medios” en el sistema de información en el país, la caricatura como editorialización (con certeros análisis de algunos grandes caricaturistas). Es cierto que Monsiváis se centra en el periodismo impreso, práctica que ha desembocado en el mar de lo digital, por lo que hoy más que nunca se habla de “medios de comunicación”. Cada etapa de la vida en México establece una correlación de fuerzas. Pienso en el caso del Alemanismo retratado por Monsiváis: era en que se difunde el “hamiltonismo social” (acumular el capital en unas manos para luego repartirlo, ideología que llegaría hasta prácticamente 2018), la prensa que da cuenta de Alemán que preside no sólo un país sino las grandes celebraciones de sociedad, bodas, fiestas, inauguraciones. La sociedad como una gran foto de familia retratada por el sociólogo Charles Wright Mills, que devela los diferentes tipos de poder que no siempre quieren aparecer en las imágenes. La prensa de sociales era poco estimada por la alta sociedad, pues la consideraban un exhibicionismo propio de los nuevos ricos. A lo largo de las páginas se demuestra históricamente que el pueblo (la opinión pública) se ha informado en contra de los medios de comunicación y no gracias a ellos. La mayoría de los medios comerciales de hoy no dejarán una imagen diferente a las páginas frívolas del alemanismo que omitieron la represión a veces brutal como la que señala Monsiváis: el 1 de mayo de 1952 los hermanos Mayo retratan un obrero asesinado, abrazado por su madre. Será más fácil encontrar la imagen en el vestíbulo del Teatro Jorge Negrete, reproducida por Siqueiros, que en la hemerografía de entonces.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;">Julio Scherer García y Carlos Monsiváis. <i>Tiempo de saber. Prensa y poder en México</i>. México, Aguilar, 2003.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi9WTIOzzn3sPoNE_wqQPxQ2sp1QYsMuQYmAuT1ZENOpgZKg4syTnlZcb4sF1ZgmOS3x9zexo0-ArJZzzTcqFAFftXqDgaumhlSJFF3RVyBf3hQGQ-eb-AQWUYHTnRCeZRzfF7H8b35uujucH1CLE9qgl33Hl3xhtX1O0HPXRdcCl0FDxVU0Yd1rIPs_j6h" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="463" data-original-width="750" height="198" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi9WTIOzzn3sPoNE_wqQPxQ2sp1QYsMuQYmAuT1ZENOpgZKg4syTnlZcb4sF1ZgmOS3x9zexo0-ArJZzzTcqFAFftXqDgaumhlSJFF3RVyBf3hQGQ-eb-AQWUYHTnRCeZRzfF7H8b35uujucH1CLE9qgl33Hl3xhtX1O0HPXRdcCl0FDxVU0Yd1rIPs_j6h" width="320" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-62977623301060863442024-01-20T23:22:00.000-08:002024-01-20T23:22:07.199-08:00El ajolote, de Andrés Cota Hiriart<p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi4gfOZvHWaExsOdA9FFgngyKm6ptI79gffZKMn8ONv697JlI48c-XGSVuvVN7yULy76ZqAXt6W_zzotgbSNbL6H4LhVeKd36HlODWedr2crcQXnVdk1Rs-5j4GyBnjcamJ6Z7x0tHGc0muK1CbzMW02nyhFsguEr4xEwJ0_3fSSuIaMV6YdRzgfyi_3IkZ" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="375" data-original-width="300" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi4gfOZvHWaExsOdA9FFgngyKm6ptI79gffZKMn8ONv697JlI48c-XGSVuvVN7yULy76ZqAXt6W_zzotgbSNbL6H4LhVeKd36HlODWedr2crcQXnVdk1Rs-5j4GyBnjcamJ6Z7x0tHGc0muK1CbzMW02nyhFsguEr4xEwJ0_3fSSuIaMV6YdRzgfyi_3IkZ" width="192" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES" style="line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">El ajolote es un anfibio de cuerpo alargado y ligero, “puede decirse que casi serpentoide”, dice el autor de este libro. Tiene, además, doce pliegues transversales en cada costado y una gran cola. Me encontré con uno de ellos y quise acercarme para analizar la verdad de estas palabras, pero el pequeño animal dejó su proverbial quietud para retirarse horrorizado al fondo de su pecera. No miran fijamente como buscando una respuesta en los demás (por lo menos, éste no lo hizo). Esta característica –la velocidad– también se encuentra consignada en el volumen de Andrés Cota Hiriart. De dichos animales, casi lo único que yo sabía era lo que narra Julio Cortázar en su cuento “Axólotl”, publicado en 1956: que su figura es silenciosa e inmóvil, y de cuerpecito rosado y translúcido. Lo que quizá no sabía Cortázar era que aquellos que miró en el Jardin des Plantes de París eran seguramente descendientes de los 34 ejemplares vivos que llegaron a aquella ciudad en 1864, enviados desde Xochimilco en tiempos de Maximiliano. Auguste Duméril, profesor del Museo de Historia Natural, se interesó en ellos y escribió un texto titulado <i>Reproducción en la colección de reptiles del Museo de Historia Natural, de ajolotes, batracios urodelos de branquias persistentes, procedentes de México (Siredon mexicanus vel Humboldtii), que nunca antes se habían visto vivos en Europa</i> (1865). Tal vez el ajolote tenga tantos biógrafos como Tólstoi o Napoleón. De las diferentes ramas de esa extensa bibliografía, ¿por cuál subiré? Mientras que Cortázar se interesó por algunos aspectos de la psicología del ajolote, el ilustre doctor Duméril estudió la reproducción del ajolote, al cual le dedicó sus últimos años. Pero parece que la regeneración corporal es lo más fascinante: pueden perder los ojos, la mandíbula, cualquiera de sus patas o incluso un pedazo del corazón, y volverá a regenerarse con una rapidez admirable. La esperanza de arrancar ese secreto al ajolote ha llevado a varios gobiernos a invertir cantidades enormes en investigación. El secreto de activar en los genes humanos esa capacidad hace soñar, pero no mucho tiempo, ya que se trata de un sueño todavía lejano de alcanzar. Así que es mejor soñar con sus movimientos silenciosos, con su piel que se escurre de las manos. Tiene razón el autor en que parece una pieza arqueológica sumergida en el lodo, pieza que inexplicablemente no ha perdido su brillo a pesar de su antigüedad. Es cierto que tiene algo de irreal, que parece más ficticio que otros animales y que despierta una sensación inaprensible como él. Si pudiera, me gustaría conocer al <i>Ambystoma velasci</i>, cuyo nombre es un homenaje al pintor José María Velasco, que lo describió por primera vez. En vez de eso, guardo un billete de 50 pesos, con la efigie del ajolote. Y me entero de que el Banco de México no emitirá más de estos billetes porque la gente prefiere coleccionarlos que gastarlos. Tengo un ajolote en casa, pero hecho de cartón. Lo miro, lo miro, sin esperanza de mirar el mundo desde sus ojos.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES"><span style="font-size: large;">Andrés Cota Hiriart. <i>El ajolote. Biología del anfibio más sobresaliente del mundo</i> (2016), ilustraciones de Ana J. Bellido, 2ª ed. México, Elefanta, 2022.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-5175306591841576922024-01-15T23:19:00.000-08:002024-01-15T23:19:11.806-08:00 Mujer en papel. Memorias inconclusas de Rita Macedo<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi-U_2n3nrofLHsQBufCM1Rv5bvepIL5S4MLRYn69nSSzL2eXARE8dGnaQCAMA2IZ3NxNEkdMFkLkO_5fGaqWJJVEHe25icgUyjjkuHOC7uUT4XC0ThWi_Z7nqS9wsopXwZvQ0_3tJVlFcl2TDwUMw35mfASWYc8MblfbTPaitoq3rbIyF7NusJxriMFl56" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="800" data-original-width="1054" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEi-U_2n3nrofLHsQBufCM1Rv5bvepIL5S4MLRYn69nSSzL2eXARE8dGnaQCAMA2IZ3NxNEkdMFkLkO_5fGaqWJJVEHe25icgUyjjkuHOC7uUT4XC0ThWi_Z7nqS9wsopXwZvQ0_3tJVlFcl2TDwUMw35mfASWYc8MblfbTPaitoq3rbIyF7NusJxriMFl56" width="316" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 28px;">Cecilia Fuentes recopiló las anotaciones de su madre, Rita Macedo (1925-1993), las ordenó y reconstruyó una personalidad que no acaba de quedar armada ante nosotros. Hay más pliegues en su vida de los que podemos sospechar. Yo ya la había visto pasar por varias películas, pero ciertamente no me había detenido a contemplarla hasta que me despertó la curiosidad con su serie de recuerdos. Escribió sus memorias, ¿pero para qué las escribe uno?, ¿para creerlas? Muchos conocidos míos la recuerdan, la vieron en las clases de José Luis Ibáñez, coincidieron con ella… Algo siempre atrajo a los extraños. Como aquellos “hippies” con los que coincidió en el Festival de Venecia y a los que pidió aventón para llegar al cine. Se miraron unos a otros y levantaron los hombros. Está bien… y la llevaron. ¿Se habrán extrañado de esa mujer distraída y elegante que no reconoció a los Rolling Stones? Esa narrativa centrada en su encanto, en su elegancia, que sólo sale de sí misma para sorprenderse con otro ser digno de admiración que fue Carlos Fuentes. Cecilia, que cosió los fragmentos de su madre para poder conocerla mejor, se dio cuenta de que le había mentido en aspectos de su vida. Gracias a sus recuerdos supo que Carlos Fuentes siempre fue un padre preocupado por ella, que no la había abandonado como se lo decía Rita. Nuevamente: las memorias, un señuelo construido pacientemente por la actriz para decirnos: esto soy, pero al mismo tiempo evadiéndose para poder suicidarse, con lo que esta angustiante labor de conocerla perdería sentido forzosamente. Entonces, esa bolsita de té que son sus palabras comenzó a disolverse en mí (su lector) y me hizo volver la vista a la pantalla. La pantalla… ese espacio que es la prueba de la existencia. Entonces, me tuve que preguntar: en el caso de los actores, ¿son sus personajes un reflejo, un espejo?, ¿son los seres ficticios puerta de entrada para las personas reales (tan evasivas)? Los padres de Rita Macedo cortaron su relación con ella, fueron ausencias definitivas. Y ella misma pareció desprenderse de sus hijos, quienes han decidido perdonarla, o no. Pero comprenderla… Cuenta ella que en los inicios de su carrera también se prostituyó. Relata que, en vez de ir a convivir con Pedro Infante mientras filmaban <i>Pueblo, canto y esperanza</i> (1956), se alejaba a leer algún libro de Kafka. Sí, mirar la vida a través de la lente de sus actuaciones. No sé si ella habrá sido un personaje de Usigli, de José Rubén Romero o de Pérez Galdós. Personas con problemas burgueses, escenas de duelos de silencios y de apartes. La tentación de la cámara opaca las dotes histriónicas, posar antes que actuar. Qué bueno que existe la cuarta pared y que todo ocurrió hace setenta años, porque ya no podremos irrumpir en la historia para decirle a Manolo Fábregas que nos parece evidente que no ama a su esposa, Rita Macedo, tanto como al amante de ella, Rubén Rojo. Tampoco importa que dejara colgado el disfraz de Andara en el camerino, la prostituta que sigue por los caminos al padre Nazarín. La época le construyó a Rita Macedo una personalidad llena de puertitas, de claroscuros en el espíritu, de fatalidades de un destino que cobra en el sindicato único de trabajadores de la industria cinematográfica. Las palabras de este libro atraen para que uno naufrague en una filmografía fascinante, para que siga a una actriz de rostro inolvidable, que fue musa de un novelista y de varios directores notables. Rita Macedo es un personaje tan atractivo que la autora de estas memorias la persiguió casi hasta el fin, para tratar de entenderla. Me gustaría saber si hay algo más profundo en la personalidad de un actor que la actitud de eternidad ante la cámara de cine.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;">Cecilia Fuentes (recopilación y ed.). <i>Mujer en papel. Memorias inconclusas de Rita Macedo </i>(2019). México, Trilce, 2020.<o:p></o:p></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-83887772369047125912024-01-01T23:05:00.000-08:002024-01-01T23:05:09.726-08:00 Xavier Villaurrutia: la formación de una poética<p><br /></p><style class="WebKit-mso-list-quirks-style">
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</style><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: center;"><span lang="ES"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhHyHQGrWvwQnIfbBf9-CLQWFEjzIP6At5vt1xo7JxjPUalRUOYTX2bbChr9em91x0hqkp-3EzqXFER6SeqwWjJy0M4Nd32nGXB35YzaSydHvrM3osQiaIpIOj6GiKWJ0bEJGpDvB5GZMhKN4Ew6bdMIUgpR3bMC41sTM9cIQ81CSsTWJYyCYsGzGC567-w" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="720" data-original-width="533" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhHyHQGrWvwQnIfbBf9-CLQWFEjzIP6At5vt1xo7JxjPUalRUOYTX2bbChr9em91x0hqkp-3EzqXFER6SeqwWjJy0M4Nd32nGXB35YzaSydHvrM3osQiaIpIOj6GiKWJ0bEJGpDvB5GZMhKN4Ew6bdMIUgpR3bMC41sTM9cIQ81CSsTWJYyCYsGzGC567-w" width="178" /></a></div><br /> <p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 141.6pt; text-align: justify;"><span lang="ES">Desde que Buffon dijo “el estilo es el hombre”, ya todo el mundo ha creído esto como un artículo de fe; y de seguro que los que leen a Fígaro, se figuran en Larra, no el sombrío suicida, sino una especia de polichinela diciendo chistes todo el día; y a través de los chispeantes y graciosos versos de Quevedo, se imaginan descubrir no al austero teólogo cubierto con negro ropaje y con sus enormes gafas sobre la nariz, sino un calavera alegre, osado y decidor como el famoso conde de Villamediana.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify;"><span lang="ES"> </span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">Vicente Riva Palacio, <i>Los Ceros</i> (1882)<o:p></o:p></span></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify;"><span lang="ES">A lo largo de su obra poética, Xavier Villaurrutia se empeña sistemáticamente en escabullirse; podemos seguirlo a través de versos y versos y su rostro real no aparecer nunca. Antes nos encontraremos con una estatua, un eco o un espejo; antes nos perderemos como un murmullo en el laberinto del oído. Villaurrutia no entrega la poesía a la anécdota, a la vivencia localizable: sólo –y de manera muy oblicua– “Nocturno de los ángeles” permite el acceso a la experiencia secreta de la sexualidad. En <i>Dama de corazones</i> el protagonista parece ser muy parecido al autor, y nos ofrece una descripción:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">Imagino que no puedes pensar en mí tan contemporáneo de Xavier Villaurrutia, tan invisible como él, aspirante a diplomático, negligente en el vestir (…) con mis movimientos de cabeza que acompañan el jazz … con mis cigarrillos mojados en el perfume, efímeros, perfectos, en vez de la pipa sabiamente gobernada que te hiciera pensar en el hogar de tu poeta romántico … Quiéreme así, frívolo, alegre, con mi concepto de la vida y del arte como un deporte distinguido y nada más.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">Pero, en general, el Villaurrutia que aparece en su obra poética es el más conocido, en tanto que el personaje intelectual se ha diluido en los acercamientos de conjunto al grupo de Contemporáneos. El personaje real, el epigramista que no desmerece frente a Salvador Novo, el conversador ameno, el director de teatro y promotor de arte, reclama con urgencia una biografía.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">Su poesía es quizá la más contundente de cuantas se han escrito en México: apenas unas cuarenta páginas han logrado que su inconfundible personalidad literaria forma parte consustancial de la noche, que su lectura sea la experiencia literaria más cercana a la muerte. Apenas cien poemas –de los cuales la cuarta parte figura en su libro más célebre, <i>Nostalgia de la muerte</i>– han caído como una pesada sombra, como una gran mortaja, en un ámbito especialmente frecuentado por los lectores de la poesía mexicana. Los rayos tronantes de Díaz Mirón son numerosos; a Amado Nervo la poesía le brotaba a chorros. Y ¿qué decir de Salvador Novo o Carlos Pellicer? Este último llegó a obligarse escribir hasta un soneto diario. Sólo la obra temprana de Juan Ramón Jiménez (de 1900 a 1913) ocupa mil quinientas páginas en un volumen de Editorial Aguilar. Hasta la escasa obra de Ramón López Velarde parece grande a la de Villaurrutia. Al fervor que ha despertado en los lectores de los últimos cincuenta años (sobre todo desde Miguel Capistrán, Alí Chumacero y Luis Mario Schneider nos entregaron la recopilación de su obra) no se le ve fin. Y eso que en medio de su noche constante han caído rayos fulminantes, con este de Pablo Neruda, en cuyo coraje Cardoza y Aragón cree ver a todo el grupo de Contemporáneos:<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">¿Qué hicisteis vosotros, gidistas,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">intelectualistas, rilkistas,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">misterizantes, falsos brujos,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">existenciales, amapolas<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">surrealistas encendidas<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">en una tumba, europeizados<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">cadáveres a la moda,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">pálidas lombrices del queso<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">capitalista, qué hicisteis<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">ante el reinado de la angustia<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">frente a ese ser humano,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">a esa pateada compostura,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">a esta cabeza sumergida<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">en el estiércol, a esta esencia<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">de ásperas vidas pisoteadas?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES">Y aunque el fuego amigo no faltaba –como lo ha documentado Miguel Capistrán en los epistolarios referentes al grupo–, es necesario mostrar la admiración de los antagonistas ideológicos. Acertadamente, Edith Negrín hace notar que en el cuento “Material de los sueños” (1962) de José Revueltas, se incluye una obvia referencia a Villaurrutia: uno de los apartados se titula “Nocturno en que todo se oye”. El carácter superrealista de este texto es novedoso en la obra del duranguense; leo la imagen final del cuento: “Entretanto, algún sastre furtivo, de puntillas, vivisecciona con sádica rapidez de cirujano el cuerpo de un maniquí que solloza quedamente”. Sin embargo, en una fecha tan temprana como octubre de 1937, cuando ni siquiera había aparecido <i>Nostalgia de la muerte</i>, Revueltas, que lejos estaba de la admiración, escribe un poema que, en oposición a la estética onírica, relata parodiando lo que sucede en la noche real y proletaria (dije parodiando, pero puede darse una lectura homofóbica al poema, muy propio de los años treinta):<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify;"><span lang="ES"> </span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: center;"><b><span lang="ES">Nocturno de la noche<o:p></o:p></span></b></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><i><span lang="ES">Para Efraín Huerta<o:p></o:p></span></i></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><i><span lang="ES"> </span></i></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Cuando la noche;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando los espejos reciben el asombro culpable de los adulterios<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">y las sillas saben de las torpes pisadas;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando los libros se quedan abiertos como una película de pronto detenida<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">y los cigarrillos sólo son un recuerdo de angustias y desvelos,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">quemados para siempre;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando los números Palmer del mediocre joven meritorio<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">son un feroz y enloquecidamente acariciado anhelo de abrazarse por sorpresa<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">a la Amparito o a la Chole<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">en un mentido vuelco aéreo del Luna Park;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando las prostitutas ofrecen su seco y taciturno sexo a los inspectores<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">o a las escalofriantes agujas de los que le ponen Roberto o Gustavo;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando una gringa en lo alto de un hotel lleno de cafiaspirina<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">bebe el horroroso brandy desesperadamente sin parar<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">con el triste frenesí salvaje que cuenta Duhamel;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando en las abandonadas conserjerías de latón sólo se sabe ya<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">del chillido de la niña loca del conserje;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando la rubia insidia de la Western Union grita con las pipas<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">de los colonos que ya no se escriba<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">sino se cablegrafíe,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">que ya no se sueñe<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">sino se asesine,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">que ya no se llore<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">sino se pisoteen los vientres embarazados;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando la noche;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">cuando las pistolas de aire y la soldadura autógena<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">que cada vez parece más una enfermedad de los dientes,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">entonces oigo torrentes furiosos de semen que corre por las calles<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">como entre caños de sombra y de injurias:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">semen impuro y vicioso de horrendos señoritos,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">destilado en las esquinas oscuras, en los pasillos de los cines<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">y en los mingitorios.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Semen con la decrepitud alucinante del ojo que mira por la cerradura<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">en el cuarto del hotel donde la joven pareja se ha sepultado para siempre.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Semen cien veces maldito de las sombras de los jardines.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Cuando el crimen y los papeleros se duermen en la calle.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Se sucede sin fin, ignorándose a sí mismo atormentado,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">con una falsa alegría de labios relamidos y de placer gratuito,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">sin pensar en la sangre derramada,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">sin pensar en el limpio, puro y desvestido espacio,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">sin pensar en la música y el aire,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">sin pensar en la vida.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Es preciso, es preciso, es preciso que se caigan los muros,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">que cesen los venablos de angustia que nos han atravesado,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">que quede nada más un grito clamando, herido eternamente,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">y una sobrehumana colérica voluntad como ramas de un árbol furioso<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">para golpear hasta el polvo y el aniquilamiento.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Cuando lo noche.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Cuando la angustia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;">Cuando las lágrimas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Si aún faltan aproximaciones que aclaren la relación de los Contemporáneos con su contexto político y estudios que afinen las posturas individuales que los miembros del grupo mantuvieron, es indispensable abordar los distintos aspectos que permitieron a Villaurrutia y a su grupo lograr la hegemonía intelectual. Al respecto del contexto literario y de la formación de una poética, presento algunas notas:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">1. Con la muerte de Ramón López Velarde en 1921, se cierra el periodo Modernista (no considero la supuesta transición del Posmodernismo). Inspirado ya en 1922, en 1925 se publica el libro que inaugura un nuevo ciclo en la poesía <i>Canciones para cantar en las barcas</i> de José Gorostiza. Dos textos teóricos enmarcan el momento de la joven generación. El primero, escrito en 1923, testamento intelectual del Modenrismo, es el prólogo al libro <i>Lirismos de antaño</i> de Manuel Puga y Acal. En él, Puga realiza un balance de su generación y escribe una de las mejores síntesis de historia literaria que abarca desde la Independencia hasta los inicios de los 20. Según el texto, la influencia francesa se dio por “hispanofobia y yanquifobia” de los románticos liberales; posteriormente, Justo Sierra promovió la lectura de los parnasianos. Los simbolistas fueron comprendidos por Díaz Mirón, quien introdujo en su obra estas innovaciones; sin embargo, según Puga, los poetas se resistieron al simbolismo durante un tiempo. Finalmente, al simbolismo decadentista lo siguió una renovación espiritual: varios decadentistas se arrepintieron y regresaron a la ortodoxia cristiana. Los poetas belgas, Samain, Verhaeren y Rodenbach matizaron el simbolismo para practicar el autoconocimiento. La comprensión de los fenómenos literarios termina aquí: a partir de este momento, Puga se dedica a menospreciar a la nueva poesía: “los cubistas se imaginan que sus procedimientos artísticos, comparados con los anteriores, son algo así como la radiotelefonía comparada con las conversaciones a gritos de los tontos con los sordos”. Y aunque menciona al dadaísmo y al estridentismo, lo hace sólo para atacarlos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Por otro lado, en 1915, Pedro Henríquez Ureña prologa el libro <i>Jardines de Francia</i>, traducciones de poesía en francés de Enrique González Martínez. Su percepción del mismo periodo es novedosa y su visión es tal que toma tintes proféticos (el razonamiento puede explicar con facilidad los veinte años que sucedieron):<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Tras la tesis romántica que engendra la antítesis parnasiana, aparece, y aún dura, la síntesis: el <i>simbolismo</i>. Ni tanta violencia, ni tanta impasibilidad. Todo cabe en la poesía, pero todo se trata a partir de símbolos. Todo se depura y ennoblece; se vuelve, también, más o menos abstracto. De aquí, el <i>lirismo abstracto</i>, el peligro que está provocando la reacción, la antítesis contraria a la actual tesis simbolista bajo cuyo imperio vivimos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En medio de estos textos, aparece, en editorial Cvltvra la conferencia de Enrique González Martínez sobre <i>Tres poetas belgas: Rodenbach. Maeterlinck. Verhaeren </i>(1918). Aquí, González Martínez plantea la afinidad de las almas mexicana y belga. Al caracterizar a Rodenbach, aparecen las características principales de la poética de Villaurrutia (las que, en líneas generales, nunca traicionará):<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La melancolía que es la distinción en el dolor, da la nota dominante en la poesía de Jorge Rodenbach … Su dolor va corriendo sin agitaciones ni estremecimientos visibles para la multitud incomprensiva: se desliza en paz solemne como el agua de sus canales de Brujas, reflejando cosas tristes que tienen la tranquilidad de la muerte … por los ojose se entra el poema recto al espíritu para no abandonarlo en mucho tiempo … Em Rodenbach hay un eco que perdura en resonancia profunda, que nos acompaña y evoca dentro del alma paisajes interiores gemelos de aquellos otros que inspiraron los versos del poeta … Hombres como Rodenbach tienen una emoción unilateral, un daltonismo del espíritu, que les hace ver todo de un gris uniforme. En el alma de estos poetas pasan las cosas como en la alcoba de un enfermo, en una media luz, en un ambiente en que se anda muy quedo y de puntillas con el temor de despertar a quien duerme un sueño de convaleciente … el otoño eterno de esta poesía que parece esperar y llamar a la muerte.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Max Henríquez Ureña traduce “Le miroir est l’amour, l’ame-soeur de la chambre…”:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El espejo es el alma gemela de la alcoba.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Es su amor: contemplándose en él ella se arroba,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">pues todo allí refléjase en callado himeneo:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">el baúl, la estatuilla, el antiguo trofeo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El amor… por ventura, ¿no es verse acompañado<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y en un “yo” más hermoso sentirse duplicado?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La alcoba se duplica al fondo del espejo<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">con recuerdos de ensueño y juventud. Lo viejo<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">renace… mas las cosas, en su marco dorado<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">dijérase que sufren con la vida inactiva;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">el espejo, egoísta, las guarda enamorado,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">como en un retroceso de existencia cautiva!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El amor del espejo, profundo y absorbente,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">de infinito ensombrece la alcoba, que vacila<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">cuando llega la noche, pues comprende, intranquila<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">que el espejo su imagen no encierra íntegramente.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En la obra temprana de Villaurrutia, la aprensión de Rodenbach es completa. Con el tiempo, a los ambientes aprendidos del belga, Villaurrutia agregará la búsqueda estética por el lenguaje y un proceso de abstracción de los espacios. De los primeros poemas de Villaurrutia, véase “Yo no quiero…”:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p style="font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-left: 35.4pt; margin-top: 0cm;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Yo no quiero llegar pronto ni tarde,<br />me dicta un tic-tac el reloj viejo,<br />y al par que inclina su candor la tarde<br />se amortiguan las aguas del espejo.<o:p></o:p></span></p><p style="caret-color: rgb(29, 33, 41); font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></p><p style="font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Yo ya sé mi dolor, mi dolor viejo...<o:p></o:p></span></p><p style="caret-color: rgb(29, 33, 41); font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></p><p style="font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-left: 35.4pt; margin-top: 0cm;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">¡Cómo se va entintando el aposento!<br />En el hogar, cenizas apagadas,<br />y va empujando lentamente el viento<br />a las puertas absortas y enlutadas.<o:p></o:p></span></p><p style="caret-color: rgb(29, 33, 41); font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></p><p style="font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-left: 35.4pt; margin-top: 0cm;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Y después, una sombra me acaricia<br />como una mano..., otra sombra después<br />entrecierra mis ojos la delicia<br />y me vuelve a invadir la lobreguez.<o:p></o:p></span></p><p style="caret-color: rgb(29, 33, 41); font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-top: 0cm; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></p><p style="font-size: medium; margin-bottom: 0cm; margin-left: 35.4pt; margin-top: 0cm;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">El reloj se detiene al dar la hora,<br />ya inclinó su candor la mustia tarde,<br />enjugo el llanto al corazón que llora...<br />yo no quiero llegar pronto ni tarde.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">2. En el imprescindible libro <i>Contemporáneos. La otra novela de la Revolución Mexicana</i>, la estudiosa Rosa García Gutiérrez propone la lectura de la obra narrativa de los Contemporáneos. En ella aparecen de manera clara los elementos de su postura ideológica: entre 1927 y 1931 (el tiempo que duran las revistas <i>Ulises </i>y <i>Contemporáneos</i>) los miembros del grupo esriben la mayor parte de su narrativa de ficción, una serie de novelas que se oponen a los temas de la Novela de la Revolución Mexicana (por otra parte, no se oponen a los planteamientos ideológicos: tanto unos como otros pensaban que los zapatistas y los villistas eran unos salvajes). Rosa García hace un planteamiento que pocas veces se ha hecho con toda claridad: que la literatura mexicana se ha desarrolloado y ha llegado a ser como es a causa de la hispanofobia que a lo largo del siglo XIX se practicó en el país.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Más que hispanofobia, los intelectuales decimonónicos buscaron la independencia intelectual de México con respecto a España. Para los años veinte, los Contemporáneos –representantes del cosmopolitismo– se oponían al nacionalismo representado por los muralistas y los estridentistas. El proyecto de la revista <i>Ulises</i> implicaba también la búsqueda de un “yo poético”: a la manera de Ulisea que viajó, conoció lugares y regresó siento otro, los Contemporáneos tomaron la idea del viaje como rito basados en Joyce y Gide. En este contexto escribió Villaurrutia <i>Dama de corazones</i>. (A grades rasgos, esto plantea Rosa García; aunque en el momento de juzgar se opone a los planteamientos del muralismo y concede la razón a los Contemporáneos.)<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">José Antonio Alcaraz se maravillaba de que los Contemporáneos leyeran a Proust estando éste vivo aún. Villaurrutia se inspira en el arumento de <i>A la sombra de las muchachas en flor </i>para su <i>Dama de corazones</i>. Esta brevísima novela le ayuda a Villaurrutia a darle forma definitiva a su poética. Si hasta entonces Villaurrutia oscilaba entre la poesía modernista, los juegos de palabras, los coqueteos con el Estridentismo, <i>Dama de corazones </i>lo provee de un corpus poético definitivos. Villaurrutia concibe el poema como un sistema cerrado: el poema autónomo. A partir de entonces lo que es posible en el lenguaje es real en el poema. Así en “Viaje”:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Se mueve en el cielo un aire<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">cenizo, lento. Se mueve<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">un aire sin aire.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Nos moja, al correr, un agua<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">oscura y tibia. Nos moja<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">una agua sin agua.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">(En Villaurrutia, sin embargo, el poema es independiente de la realidad y no hay pretensión de volverlo una epistemología; el principal heredero de Villaurrutia, Octavio Paz vuelve a este recurso su principal arma contra la dialéctica, como lo ha demostrado Jorge Aguilar Mora en su libro <i>La divina pareja</i>.)<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En el libro <i>Reflejos</i> de 1926 es notorio el cambio de su poética; <i>Dama de corazones</i> se escribió entre 1925 y 1926: es fácil ver qué se escribió antes y qué después de la novela. “Poesía”, por ejemplo, el poema que abre el libro prefigura los futuros <i>Nocturnos</i>:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Eres la compañía con quien hablo<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">de pronto, a solas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Te forman las palabras<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">que salen del silencio<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y del tanque de sueño en que me ahogo<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">libre hasta despertar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Tu mano metálica<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">endurece la prisa de mi mano<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y conduce la pluma<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">que traza en el papel su litoral.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Tu voz, hoz de eco,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">es el rebote de mi voz en el muro,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y en tu piel de espejo<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">me estoy mirando mirarme por mil Argos,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">por mí largos segundos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Pero el menor ruido te ahuyenta<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y te veo salir<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">por la puerta del libro<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">o por el atlas del techo,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">por el tablero del piso,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">o la página del espejo,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y me dejas<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">sin más pulso ni voz y sin más cara,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">sin máscara como un hombre desnudo<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">en medio de una calle de miradas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En <i>Dama de corazones</i> se encuentra el germen de <i>Nostalgia de la muerte</i>. Las metáforas, las imágenes, las construcciones gramaticales ya aparecen en esta novela. El siguiente es un pasaje que sería reelaborado en <i>Nocturno amor</i>:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Ahora me siento presa de un delirio erizado de pregintas, sin voz: ¿Verdad que me quieres mal, Susana? No cierres los ojos, que puedes encerrar bajo tus párpados toda la luz del parque. Porque no me miras, me encuentro solo a tu lado. Y si me miras, te siento tan lejana que cuando escucho tu voz me parece que está verificándose un milagro. ¿Por qué, Susana, te alejas de ti, de mí, de todos? ¿Por qué yo mismo me alejo? ¿Por qué no me abandonas las manos? ¿Por qué yo no te las tomo? Tengo la certidumbre de que me dejarías apoyar mi mano en tu mano; pero la encontrarías de mármol y sentirías lo miso que el apoyarla en el brocal de un pozo bañado en sombra: nada.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Daría un año de vida –¿un año? No, porque es mucho; ¿un mes? No–, un día que también es mucho, por oír lo que murmuras de mí durante el sueño. Pero esto es imposible. En cambio, si te lo preguntara, me lo dirías tan claramente que no me atrevo a pedírtelo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En una escena de la novela, Julio, el protagonista, sueña que muere; al referirse a la propia muerte, escribe:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Morir equivale a estar desnudo, sobre un diván de hielo, en un día de calor, con los pensamientos dirigidos a un solo blanco que no gira como el blanco de los tiradores ingenuos que pierden su fortuna en las ferias. Morir es estar felizmente incomunicado de las personas y las cosas, y mirarlas coo la lente de la cámara debe mirar, con exactitud y frialdad. Morir no es otra cosa que convertirse en un ojoperfecto que mira sin emocionarse.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Nietzsche pensaba que el hombre no puede juzgar la vida por ser juez y parte. Sólo los muertos pueden juzgar con objetividad a la vida porque la muerte es la perspectiva absoluta; así, en “Paradoja del miedo”, Villaurrutia escribe:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Si la sustancia durable del hombre<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">no es otrra sino el miedo;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y si la vida es un inaplazable<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">moral miedo a la muerte,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">puesto que ya no puede sentir miedo,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">puesto que ya no puede morir,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">sólo un muerto, profunda y valerosamente,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">puede disponerse a vivir.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Para Villaurrutia, la muerte es, además, la conquista de la objetividad; pero al ser la mueete una experiencia intransferible, Villaurrutia recurre a los recursos de la poesía mística. Ésta recurre al erotismo como la experiencia límite del hombre, la que por aproximación da idea de Dios. Muy especialmente en la décima décima de las “Décimas a la muerte”:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">X<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En vano amenazas, Muerte,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">cerrar la boca a mi herida<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y poner fin a mi vida<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">con una palabra inerte.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">¡Qué puedo pensar al verte,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">si en mi angustia verdadera<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">tuve que violar la espera;<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">si en vista de tu tardanza<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">para llenar mi esperanza<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">no hay hora en que yo no muera!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Pero si el deseo de la muerte se funde con el miedo (esto es: la nostalgia de la muerte es deseo y miedo), no deja de ser el erotismo el sentimiento concomitante a la experiencia de la muerte. A momentos, la muerte puede tomar la forma del amor:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La muerte es todo esto y más que nos circunda,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y nos une y separa alternativamente,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">que nos deja confusos, atónitos, suspensos,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">con una herida que no mana sangre.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Entonces, sólo entonces, los dos solos, sabemos<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">que no el amor sino la oscura muerte<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">nos precipita a vernos cara a cara a los ojos,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y a unirnos y a estrecharnos, más que solos y náufragos,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">todavía más, y cada vez más todavía.<o:p></o:p></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: right; text-indent: 35.4pt;">(<i>Nocturno de la alcoba</i>)<o:p></o:p></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La obra poética de Villaurrutia, en su conjunto parece la de un hombre que no se halla a gusto en esto que inútilmente llamamos vida. Por esos mismo años, Franz Kafka escribe, en una de sus anotaciones, la experiencia de un individuo que mira en la pared el cuadro de varios jóvenes que se divierten un domingo de verano en el Támesis. Cuando contempla la felicidad ajena se siente fuera y piensa que en algún lugar de aquellos individuos debe de existir esa sensación de extrañeza. El crítico Daniel Josipovici, en su libro <i>Confianza y sospecha</i>, dice que, según Kafka, al parecer<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; margin-left: 35.4pt; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">a los otros, la vida les resulta natural, parecen estar dentro de ella, confiando en ella totalmente y extrayendo de esa confianza su fuerza y su felicidad … si bien todos participamos vagamente de tales sentimientos de exclusión, éstos no ocupan el centro de nuestro ser … Kierkegaard sugirió lo mismo cuando dijo que la primera fase de la desesperación consiste en no saber que se está desesperado, porque entocnes ésta puede arrastrarlo a uno hasta el fondo, mientras que si reconocemos su existencia ésta pudiera ser el primer paso para vencerla. Así pues ¿no será el observador en la orilla en realidad más feliz que los jóvenes que ríen en los botes?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Ya sé que no, que es pura retórica. Pero lo traigo a cuento porque en el centenario de Villaurrutia quiero pensar que se la está pasando muy bien en su estado astral. Que esté entre angelitos como los de su nocturno, con Dick o John, o Marvin l Louis. Que en la muerte nos abandone la insatisfacción metafísica, como la que sentía Villaurrutia cada vez que tomaba una plumay la muerte le dictaba poemas como “Ellos y yo”:<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Ellos saben vivir,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y yo no sé,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">ya lo olvidé si lo aprendí,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">o nunca comencé…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Ellos saben besar,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y yo no sé lo que es.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Me da miedo probar<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">a saber…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Ellos saben reír,<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Dios mío yo no sé…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">¡Y tener que seguir<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">así…!<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Ellos saben hacer<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">mil cosas más<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">qu yo no lograré<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">jamás…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><i>Ellos</i> saben vivir<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y reir<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">y besar…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><i>Yo</i>: sólo sé llorar…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="font-size: medium; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><p align="right" class="MsoNormal" style="font-size: medium; line-height: 24px; text-align: right; text-indent: 35.4pt;">(2003)<o:p></o:p></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-72002481572108949392023-09-11T20:46:00.003-07:002023-09-11T20:46:39.954-07:00“Abrirán las grandes alamedas…” 50 años sin Salvador Allende<div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkvaHEu0nplQ4H3zbMTaA4pjjZMTMtvprpWJDZs0gX-7rn28JLMIW5DSz7OoiKFwflDWLDJKpfQH9Ou4hAR7PlXgpiP4zPv_e4ArDgxpyGcGIR7Zc3RuAIjKhMKQqGH8wH5UktJ91cct9e-rLIyZD_4oCPHKX2zD3gtFmIeQBRTnrjfJlvbB_Sd4kC04tI/s671/IMG_8416.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="457" data-original-width="671" height="218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkvaHEu0nplQ4H3zbMTaA4pjjZMTMtvprpWJDZs0gX-7rn28JLMIW5DSz7OoiKFwflDWLDJKpfQH9Ou4hAR7PlXgpiP4zPv_e4ArDgxpyGcGIR7Zc3RuAIjKhMKQqGH8wH5UktJ91cct9e-rLIyZD_4oCPHKX2zD3gtFmIeQBRTnrjfJlvbB_Sd4kC04tI/s320/IMG_8416.jpeg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: Calibri; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri; font-size: large;">Recuerdo con mucha fidelidad el último discurso de Salvador Allende, pronunciado la mañana de su muerte. Lo tuve en disco cuando niño, y lo escuchaba como una canción favorita. Ahora que lo volví a leer, pero en su transcripción completa, volví a emocionarme al reconocer los pasajes que conozco, oía la voz de Allende, el trabajo mental de elegir las últimas palabras definitivas. Plantear una utopía, pero rápidamente, antes de que los carabineros destruyan la puerta del Palacio de Moneda y entren a asesinarlo, vislumbrar el futuro más allá del negro presente. Sí, las considero unas palabras tatuadas. Las palabras de donde se extrae el título de este libro, especialmente: “mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre…” La retórica de Salvador Allende es emocional, es su llave para intentar abrir el espíritu de su auditorio. Una llave que no le funcionó en ciertos casos, pues el gobierno de los Estados Unidos y el fascismo chileno (bastante más criminal que el mexicano) no fueron muy receptivos a su palabra. Pero operaron de una manera, si se quiere, menos retórica y más pragmática, creando la ilusión de que el capital extranjero no tuvo nada que ver con la política de Allende, y que la destrucción de privilegios no tuvo la misma importancia que el gusto de su gobierno por las “manías igualitarias”. Con estas palabras calificó el ensayista Alejandro Rossi su gobierno de tres años. Ese periodo era un festival cuyo desenlace lógico sería el necesario golpe de estado de Pinochet, porque sin represión no se llega a ningún lado. La “conclusión” de Rossi, en su ensayo “Guía del hipócrita”, es la siguiente:</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri; font-size: large;">“En el fondo –¿no es cierto?– no ha pasado nada en Chile, una pompa de jabón se deshizo, una fantasía duró un poquito más de lo normal, se acabó la fiesta y vuelve ahora el momento histórico que le corresponde. Es un regreso a la realidad porque, hablando en serio, Chile, entre 1970 y 1973, no existió (…) Creo fervorosamente en la pedagogía, pero también creo en la fuerza del miedo, de los hábitos y del bolsillo”.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Calibri; font-size: large;">Una fantasía que iba contra la historia. Menos mal que se acabó entonces. Aun cuando Allende no responda a esta descripción. Había en él fervor, se le puede llamar romanticismo, pero no estaba desligado de su actuación política. Por el contrario, el discurso que Allende leyó en la ONU en 1972 es notable. Explica el bloqueo financiero a su país y denuncia la agresión de las trasnacionales a su gobierno, incluso antes de que fuera gobierno. La International Telegraph & Telephone (ITT) planeó, junto con los fascistas chilenos, el asesinato del general René Schneider, garante militar de las elecciones en que ganó Allende. El presidente Eduardo Frei dejó actuar a la ITT en su territorio, aliarse con los grupos fascistas y disfrazarse de “grupo izquierdista” para matar a Schneider. Naturalmente, la retórica de la derecha tiene sus efectos, y muchos recuerdan al “soñador” Allende. Los otros, los intereses mercantiles, se disfrazan de Leyes Naturales y continúan actuando según su plan divino.</span></div><div><br /></div><div>Salvador Allende G., Abrirán las grandes alamedas. Discursos, 1ª ed, 9ª reimp. Santiago de Chile, Libros del Ciudadano, 2013.</div>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-43622195860254179992023-07-18T18:04:00.001-07:002023-07-18T18:04:48.103-07:00Magdalena Mondragón: una pionera del periodismo femenino en México<p></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGPWTJpqjZiryHUR9FcSPxcKWJBtHq0vff-GxWD6Cd5pcYNsI_QVyEvWYUCcrnpQY3eEI5AM1ibP3Ay1FNcHDbI-QfZeHGI9LkEeTz435_SEybI53KIeJyy5jfG7-2E_lB9amN5U13mbJC_XhNuiJ-sgr0Q8QgDNuIK387t2vtUR3Cm5H4AVqaOPBjk34_/s1024/IMG_6416.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="829" data-original-width="1024" height="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGPWTJpqjZiryHUR9FcSPxcKWJBtHq0vff-GxWD6Cd5pcYNsI_QVyEvWYUCcrnpQY3eEI5AM1ibP3Ay1FNcHDbI-QfZeHGI9LkEeTz435_SEybI53KIeJyy5jfG7-2E_lB9amN5U13mbJC_XhNuiJ-sgr0Q8QgDNuIK387t2vtUR3Cm5H4AVqaOPBjk34_/s320/IMG_6416.webp" width="320" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Magdalena Mondragón (Torreón, Coahuila, 1913–Ciudad de México, 1989) fue la primera mujer de América Latina en dirigir un periodico de circulación nacional, la primera periodista mexicana dedicada a la nota roja</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, y</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> pionera de la literatura testimonial. Tuvo audacias periodísticas: entrevistas históricas y exclusivas con Roosevelt, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas. Consideraba su libro Yo como pobre como el gran testimonio de la basura en México: durante meses convivió con los pepenadores de México para narrar su vida. La obra fue considerada libro del mes en Nueva York, en 1947, distinción que se otorgaba </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">seleccionando entre libros de todo el mundo (honor que, en Hispanoamérica, compartió sólo con Julio Cortázar)</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">. </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Escribió un libro titulado Los presidentes dan risa, que le fue confiscado por el gobierno antes de que pudiera circular. </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Entre sus batallas, como miembro del Club de Periodistas, </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">se cuenta</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> el haber impulsado la primera Colonia del Periodista en la Ciudad de México y en Tamaulipas. Igualmente, contribuyó la construcción de escuelas, llegando a presidir el Centro Cultural Vito Alessio Robles, centro educativo donde se impartía enseñanza gratuita a niños de bajos recursos en Torreón, Coahuila. </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Entre otras distinciones, recibió el premio del Ateneo Mexicano de Mujeres en 1937, el Premio Nacional de Periodismo en 1983 y 1987, y en se ha instituido en su honor la Medalla Magdalena Mondragón por la Asociación de Periodistas Universitarias, que reconoce a colegas destacadas con hasta 50 años de trayectoria. La Universidad Autónoma de Coahuila cada año convoca a escritores mexicanos a participar en el “Concurso Nacional de Ensayo Magdalena Mondragón” que se entrega desde 1988, un año antes de la muerte de la escritora coahuilense el cinco de julio de 1989. </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Coleccionó arte popular, dio varias vueltas al mundo como corresponsal, y desde su muerte está olvidada, y sus libros, sin reeditar.</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> Aparentemente, las pertenencias que donó a Torreón para fundar un museo desaparecieron de manera misteriosa.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">El martes 19 de septiembre de 1978, Magdalena Mondragón fue entrevistada por Jesús Juárez en la Galería y Librería Juárez, como parte de su intervención para la fonoteca “Testimonios para la historia”, serie de grabaciones que se realizaban </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">diariamente en </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">este local. El presente constituye el único registro sonoro de la escritora </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">y periodista coahuilense y forma parte de la colección Jesús Juárez de la Fonoteca Nacional.</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> (Pável Granados)</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"></span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Mis libros: leña para los alimentos de los albañiles</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">A la fecha tengo editados alrededor de veinticinco libros. Mi primer libro fue </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Puede que el otro año </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">(1937), que mereció el premio del Ateneo Mexicano de Mujeres. Entonces le escribí a doña Amalia Castillo Ledón y se hizo una edición corta que se agotó hace muchos años.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Después se publicó </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Norte bárbaro</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> (1944), con el cual se inauguró la primera imprenta en Baja California Sur, siendo gobernador Francisco J. Mújica. Siguió </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Yo como pobre</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> (1944), y con ese libro me sucedieron cosas muy curiosas cuando trabajaba en el Departamento del Distrito como reportera. Se me ocurrió que ese libro debía ser un testimonio de la basura en México, problema que va desde los basureros hasta el Congreso. Por cierto que el hombre que me acompañó en todas mis investigaciones era un jefe del Sindicato de Basureros, que después fue diputado: Luis Tovar. Yo estaba muy feliz con mi trabajo, entonces lo invité y le dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Bueno, compañero Tovar, cuando salga mi primer ejemplar a quien se lo voy a dar es a usted.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Era un tipo cuadrado, indígena. Yo llegaba con él a las cinco de la mañana y a esa hora nos íbamos con los pepenadores; les bauticé a sus hijos, conocí a mucha gente ahí. Cuando le di el primer libro, lo leyó en las sesiones del Sindicato que él preside, naturalmente. Yo pensé: “Qué buena escritora soy, porque estoy haciendo llorar a un ídolo”, porque vi que lloraba. Entonces le dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–No es para tanto, compañero Tovar, no es tan importante.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–No, compañera Mondragón, yo creí que usted estaba loca.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">En cierto sentido eso era halagador.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">De </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Yo como pobre </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">se hizo la traducción al inglés y fue considerado el libro del mes en Nueva York, porque lo eligieron los clubes del libro. Uno de ellos fue el Club del Libro en Español que fundó Aurora Valle, y el otro, el mejor libro americano que premia las obras traducidas al inglés. Ahí está el hecho fehaciente de que se consideró el libro del mes en Nueva York en medio de una competencia mundial, porque se hace la selección de todos los libros que aparecen en Nueva York. Entonces es un triunfo porque en México nada más lo tengo yo, y en Sudamérica Julio Cortázar. Muy pocos latinoamericanos hemos llegado a obtenerlo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Yo como pobre </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">se tradujo al inglés como </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Someday the Dream</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, que es una cosa completamente alejada de la realidad. Se seleccionó como el libro del mes y sin embargo es un libro de testimonio; no obstante, la crítica en Estados Unidos así lo consideró. Es un testimonio sobre el mundo de la basura en México. Por ejemplo, incluye el discurso de Jorge Meixueiro en la Cámara de Diputados cuando solito se dio un balazo: “No puedo derretir la corrupción en México: la basura en México, porque sería como intentar con un cerillo derretir la nieve de un volcán”. Y ahí se suicidó.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Yo como pobre</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> tampoco es de estilo literario, y más bien se trata de mi gran trabajo de testimonio. Cuántas gentes tienen sus libros, o los editan, o los traducen, o se sienten genios y los tienen en el escritorio y dicen: “Bueno, pues yo soy genio y ni modo”. Pero la cosa es que hay que demostrarlo, ya no sólo ser genio: siquiera escribir bien. Porque es muy difícil escribir. Creo que es una cosa tremenda la estructura de la palabra, transmitir el pensamiento, el espíritu que debe animar una obra, que debe ser trascendente. Y como le digo: los libros dan sorpresas. Uno piensa: “Estoy escribiendo una cosa muy buena”, y resulta que el público no responde. Claro, si vale la obra, tarde o temprano tiene que prevalecer.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Después salió la novela </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Más allá existe la tierra</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">(1947). Salió </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">El día no llega </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">(1950), cuya edición me obsequiaron mis amigos el licenciado Montes de Oca y Martín Rizo. Por cierto, Martín Rizo no tiene nada que ver con la literatura, pero me editaron por ser mis amigos. Por ese libro, que creo es lo mejor que he escrito, me pasó la cosa más desgraciada de mi vida. Me entregaron la edición, me la llevé a una casa que entonces yo estaba construyendo en el Pedregal, cerca del Museo Diego Rivera, y ahí se quedó. Yo me dediqué a seguir con mi acostumbrado ritmo de vida. Y al fin, cuando respiré un poco, dije: “Ah, voy a repartir el libro, porque realmente hay que distribuirlo en librerías para que se venda”. Cuál sería mi sorpresa que cuando </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">[volví]</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> ya no había más que cuarenta ejemplares.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¿Qué pasó con mi libro?”, pregunté, a lo cual me contestó uno de los albañiles:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Ah, pues como vimos tantos iguales, lo utilizamos como leña para calentar nuestros platos.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Por fortuna, Palito Madrid había repartido el libro a toda la crítica, y por eso en el volumen que hizo Natalicio González, </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">México en el mundo de hoy</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, Gilberto González y Contreras que era un crítico con mucho renombre, considera mi libro como uno de los más interesantes y que revolucionaron la literatura mexicana. Los libros son como los hijos: unos resultan fantásticos, maravillosos, dan fama, honores, críticas; otros dan </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">dolores de cabeza</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, c</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">omo </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">El día no llega</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, que lo utilizaron para hacer fuego, para calentar el almuerzo de los albañiles.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Después apareció </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Tenemos sed </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">(1954), que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en el concurso del periódico </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">El Nacional. </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Me entregó el premio Efrén Núñez Mata. Hicieron la entrega en Bellas Artes, en la sala Manuel M. Ponce; la ceremonia fue a las cinco de la tarde. Por </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Tenemos sed </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">recibí el Premio Nacional de Novela. Concursé por una apuesta que hice con Víctor Aguilar, Polo Ramírez Cárdenas y con el licenciado Tito Ortega. Estábamos tomando café en el Hilton, y empezaron con que el Concurso Nacional.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">–</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Está bien que nos sintamos muy escritores pero vamos a demostrarlo, vamos a mandar algo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">––</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">¡Pero si faltan tres días!”</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Entonces yo dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">–</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Bueno, pues no le hace. Yo me voy a inscribir, ya traigo todos mis datos y todo y voy a concursar.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Pedí permiso en el periódico, estaba yo muy activa en la prensa: en tres días hice </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Tenemos sed</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, que es una reflexión de cómo debido al progreso se hunden todos los senderos para que surja otro pueblo nuevo. Entonces a mí me tocó la Presa Falcón, ejemplo de cómo surgió un pueblo nuevo y cómo se hundió el pueblo viejo. Y cómo, a pesar de que ya estaba inundándose el pueblo, las gentes volvieron en camión a sacar los huesos de sus muertos, y a llevarse las rejas de la iglesia y del panteón para ponerlas en el nuevo pueblo. Siguen surgiendo nuevos pueblos y siguen hundiéndose otros. Ese es el tema de </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Tenemos sed. </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Y s</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">igue siendo actual a pesar de que ya tiene varios años. Lo hice en tres días, y se fue sin corregir. No lo quise volver a ver. Ya hasta que salió, los compañeros de la prensa me hicieron un banquete. Muy alegres, como si hubieran sido ellos los que hubieran ganado el premio. Y yo muy satisfecha porque escribí </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Tenemos sed</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Mi obra de teatro </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Cuando Eva se vuelve Adán</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> fue considerada por la crítica de México la mejor de 1938; se montó en Nueva York por Héctor Barrera. Después, </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">¡Porque me da la gana!</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> se adaptó en la Universidad Nacional por el maestro universitario John Sarnacki y fue editada por la Odyssey Press de Nueva York. Y ahorita está como libro de texto en varias universidades de Estados Unidos.</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Mi poesía</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">No tengo más que dos libros de poesía que también me editaron mis amigos. </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Souvenir </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">(1938), y </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Si mis alas nacieran </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">(1960), regalados ambos. Alfredo del Bosque, sin decirme nada, publicó el libro porque le gustó. Me dijo:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Préstamelo para leerlo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Pues llévatelo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Y cuando lo volví a ver ya lo tenía impreso. Hizo una edición corta de cien ejemplares. Y de ese libro seleccionó el poema “Te amo” que se publicó en una antología.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Soy muy mala recitando. Además, odio las recitaciones de poemas. Pues déjeme ver si lo traje. Puede ser que aquí, en esta edición de </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Espigas</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, en que mi amigo el poeta Federico Leonardo, de Saltillo, que hace esta revista, y que es un enamorado de la cultura, me dedicó el número de </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Espigas </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">en que me declaró la escritora del año.</span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s9" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: center; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Canto de amor y muerte</span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Te amo, siento que te amo, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">cuando al pensar en ti pienso en la muerte, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">en la diaria existencia de estas muertes </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">en que el alma y el cuerpo renovados </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">se funden en la dicha de tenerte.</span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Dejaremos la vida que, en nosotros, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">en cauces corra hasta que el alba llegue; </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">y en el ave, en el mar, y en toda cosa, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">el alma se difunda y en ti quede, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">esencia y muerte que la vida acosa; </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">llama en lo eterno que no desaparece, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">canto en la aurora que en la noche duerme.</span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Te amo, siento que te amo, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">cuando al pensar en ti pienso en la muerte, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">y siento como nunca que es mentira, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">que la muerte no existe, y que perdura </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">esta vida que en vida a ti se prende. </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Esta vida que es pura y tan gloriosa </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">que cada gota de mi sangre canta </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">y cada poro de mi cuerpo enciende.</span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Y duermo, que no muero, que en ti vivo </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">y sólo muero en mi cansancio leve, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">y renazco después para quererte, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">llama en la llama que calcina el día, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">corazón hecho sol, naranja dulce, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">zumo vital que entre tus labios quede, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">oro licuo, que todo lo conmueve. </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Tiembla tu labio así, pájaro herido </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">en la sangre del beso desgarrado </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">y sabes como nunca que te amo. </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Tú corazón, mi corazón, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">alas tendidas, pétalos suaves, </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">nubes, hojas de árbol… </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Dime en voz baja que por mí te has muerto </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">para vivir en la total entrega </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">de tu alma y mi alma confundidas </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">en la esencia vital que me estremece; </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">que en cada gota de mi sangre canta </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">y cada poro de mi cuerpo enciende. </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Te amo, siento que te amo </span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">cuando, al pensar en ti, pienso en la muerte.</span></span></span></p><p class="s8" style="line-height: 1.2; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Yo creo que la poesía es una de las cosas más difíciles. Pero es cierto que soy una poetisa vergonzante: me encanta la poesía, la respeto muchísimo, creo que ninguna obra, ni la pintura, ni la escultura, ni la música, si no tienen poesía, no me agradan. Así que es por esa razón que nunca he editado yo un libro de poesía: me los han editado. Como todos mis libros, han tenido editor y todos están agotados. Sin embargo, de los medios artístico me he alejado bastante.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">El sentido de la sencillez</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Al escribir quiero ser lo más sencilla posible. Ojalá que pudiera expresar todas las cosas complicadas en forma tan sencilla que hasta un niño las entendiera. Qué bueno sería, ¿no? Si uno escribiera como habla. Eso ya es el colmo de la perfección: que pudiera explicar las cosas más complicadas de una forma sencilla.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Yo no escribo para un grupo selecto. Yo escribo para el pueblo. A mí me gustaba mucho ir en el camión y ver que alguien iba leyendo </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Yo como pobre</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">. Ir a alguna parte y ver que la gente me conoce. Claro que me gusta eso. Y si no me reconocen los grupos selectos, pues no me interesa. Afortunadamente sí me han reconocido porque estoy en la </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Enciclopedia de México</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> que acaba de salir. Creo que también estoy en el </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Diccionario</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, eso lo hizo la Universidad. Y también aparezco en </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">México en el mundo de hoy,</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> que coordinó el ex presidente de Paraguay, Natalicio González, que es un hombre muy culto. Hizo una edición muy lujosa de ese libro que abarca todos los temas. En el </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Pequeño Larousse</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, en la </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Uteha</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">. En fin, esto me agrada, porque si no la leen a una los que tienen su mafia especial, que se leen unos a otros, pues entonces a mí me gusta que el pueblo me lea. Escribo para lanzar mi mensaje, no para guardarlo en un escritorio o para sentirme </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">genio, o para que otro intelectual me interpele. Eso no tiene chiste. El chiste es que el pueblo me conozca. Y tratar los problemas del pueblo y que estos sean actuales aunque pasen los años. Que digan: “Bueno, en tal época...”.</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Los premios no tienen importancia</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Los premios no tienen importancia, pasan. Lo que debiera permanecer es el libro. Y los premios ojalá que fueran de oro para poder empeñarlos en caso de necesidad. Los corresponsales de todo el país me dieron un premio, y ése sí se puede empeñar porque es de oro bastante bueno. Me agradó esa distinción porque allá hay periodistas muy pobres, y sin embargo no vacilaron en aportar su cooperación. La acepté con una condición: donar todos mis libros y mis cuadros a Torreón. Todo: esculturas antiguas y modernas. Aquí viene el inventario de las obras entregadas a la Escuela de Medicina en depósito. Después se hizo en la Escuela Preparatoria un local especial para que quedaran ahí. Y en la Casa Coahuila me hicieron un homenaje</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">.</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> [</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">M</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">uestra algunas imágenes</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">] Aquí estoy cuando recibí de manos del Rector de la Universidad, el doctor José Luis Garrido, de quien dicen que era de pluma de oro y brillantes, como la mejor poesía. Ahí estamos. Mandé poner todos esos premios en una pulsera, pero me tintinea tanto y me molesta tanto que no la uso.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Cuando fui la primera directora de un diario en México, doña Adela Formoso me dio esta medalla. Representa a mi México. Le digo que vanidosamente mandé poner estas preseas en la mano, pero me molestan. Me dio varias distinciones doña Adela, cosa que le agradecí mucho porque yo no estudié con ella, ni quise dar clase en la Universidad Femenina, porque yo no fui maestra de periodismo. No quise dar clases ni ser maestra de nada. Estoy agradecida porque fui una autodidacta en materia periodística, porque cuando era joven no había escuelas de periodismo. Además, no creo que el periodismo se enseñe. Se es periodista o no se es. Como se es escritor o no se es. Se escribirá mal y tendrá uno que perfeccionarse. Si uno lee </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Hermann y Dorotea</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> de Goethe y lee después las cosas que él escribió posteriormente, pues no hay comparación, ¿verdad? No hay más que escribir, escribir y escribir para poder perfeccionarse, de otra manera no se llega a ninguna parte.</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">El trabajo social</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">He hecho bastante servicio social y conservo diplomas que me encantan porque son de muchachitos de Baja California o de Uxmal y otras partes donde hemos llevado materiales de cosecha, molinos de nixtamal, etcétera. En el Pedregal se dieron clases gratuitas a todas </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">las gentes de las colonias vecinas. Entonces se impartían lecciones de escultura, de pintura, de arte en general. Y me gustaba mucho que llegaban viejitas hasta de ochenta años a hacer su escultura. Le decía yo a mis colegas:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Déjalas, si tienen inquietud, que se lancen, qué bueno.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Y no se les cobraba ni un centavo. También se les daban clases de corte y de juguetería. Fue una labor muy importante que duró casi una década.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Me gusta la cosa social. A mucha gente le gusta y actualmente hay mucho voluntario. El servicio social es muy amplio, señal de que México no está tan indiferente. Aunque crea uno que la gente es indiferente, no es verdad. Hay muchas voluntarias que están trabajando anónimamente y no les pagan nada, no tienen sueldo. Así que no soy la única en esa dirección. Hay muchos hombres y mujeres que están tratando de construir México. Y no se hacen notar en ninguna parte, ni se hacen reportajes ni nada. Y sin embargo, en todos los órdenes hay voluntarios. Yo creo que forman un verdadero ejército bien interesante. Nuestra amiga, esta señora del radio, es voluntaria. Y hay en hospitales y en hospicios de ancianos. Para mí es muy importante porque significa que los mexicanos tienen conciencia. Así como hay corruptos y hay ladrones, hay mexicanos buenos.</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">La profesión de periodista</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">En la escuela hice mi primer proyecto. Estaba en cuarto año y tenía nueve años de edad. Fue mi primer periódico. Y mi primer premio literario también fue en la escuela. En composición. Debo decir que fue un premio para una obra literaria. Hasta la fecha yo quisiera escribir un enorme libro de gran literatura.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Tuve la suerte de ser la primera directora de un diario. Y después también lo fui del </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Sólo Para Ellas</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, que trataba los problemas de las mujeres en forma directa y profunda. Nada de recetas de belleza, ni de elegancia, ni de amor. Y luego del </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">b</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">oletín</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"> </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Cultura Mexicana, </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">que se hizo en inglés, francés y español, que se mandaba a todas las universidades del mundo, y donde se dieron a conocer muchos de nuestros valores y los principales acontecimientos culturales. Hice chistes en el periódico de ataque político. Claro que me los censuraron todos. Ni modo. </span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Fui directora de un periódico por casualidad, ni lo busqué ni lo pedí. Pero el periodista en activo es el importante. Es cierto que el reportero ha decaido mucho en su forma de ser, y ya no es como antes desde que el general Lázaro Cárdenas creó el DAPP [Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad], que fue la primera mordazota que se le puso a la prensa. Cárdenas creó el boletín, y los boletines hicieron que se nos cortara </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">la información bajo pretexto de que había que ayudar al reportero porque México estaba creciendo y los periodistas éramos muy pocos. Fue un grave error. Bueno, para él no porque se controlaba la información en lugar de que los periódicos críticos crecieran. Y con la escasez del papel ya no había necesidad de romperles la imprenta ni de encarcelarlos. Se les cortaba el papel y se acababa el periódico. Y el periodista que tuviera ganas de atacar, pues se quedaba callado. ¿Cómo atacaba? Se acabaron los jeringazos. Ya no digamos </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">El Hijo del Ahuizote</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, ni siquiera </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">E</span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">l Alacrán</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, nada. Desde entonces se puso cortapisa. </span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Entonces los periodistas actualmente son perezosos porque el gobierno es el que ha hecho que la gente ya no reportee. Para qué reportear si existe el boletín. Entonces el periódico ha perdido mucho del encanto de la lucha por ganar la noticia. Ya ni ganas dan de hacer periodismo. Al menos yo ya no tengo edad. Pero sí tengo inquietudes: veo alguna cosa que me interesa, por ejemplo esta cuestión de los servicios voluntarios, y me dan ganas de hacer algo, ¿no? Pero realmente ya perdió mucha dinámica el periodismo. Mucho. Y es una lástima pero así es. Y la culpa la tuvo el general Cárdenas al crear el DAPP. Yo logré, como anécdota periodística, una entrevista exclusiva con el general Cárdenas en que se destapó la incógnita del sucesor presidencial que terminó siendo Manuel Ávila Camacho. Cárdenas me dio una entrevista por el lago de Pátzcuaro y no utilicé grabadora. En aquel tiempo no se acostumbraba. Tenía uno que contar con una muy buena memoria, su culturilla, nada de apuntes, pensando que el otro se escamaba cuando le ponía uno la grabadora o le apuntaba. Entonces había que hacerlo a cuerno libre, como los toreros de verdad. Me dio la entrevista, hasta eso contestó todo lo que le pregunté. Luego don Agustín Arroyo estaba alarmadísimo de mis preguntas y que no hice ningún apunte. Se estaba jugando ahí toda la sucesión presidencial, la política de México. Yo preguntaba, el otro contestaba y yo feliz. Logré cubrir la sucesión presidencial junto con otros periodistas que recorrimos el lago de Pátzcuaro. Todos los demás apuntaban y don Agustín descontrolado. Y me fui a esas horas hasta Morelia. Me encerré en un hotel y no salí para nada. Tres, cuatro, cinco horas, ya ni me acuerdo, hasta que desglosé toda la entrevista: primero lo político, lo educativo en segundo, y luego lo demás, asuntos generales. Ya que salí, me andaban buscando:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Hombre, Magda, ¿dónde te has metido? Te hemos buscado desesperadamente. ¿Dónde andabas?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¿Para qué me quieren?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¿Cómo que para qué te queremos? Pues don Agustín quiere verte.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¿Don Agustín? ¿Para qué me quiere ver don Agustín?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Pues dice don Agustín que quiere que le enseñes lo que vas a mandar al periódico.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¡Huy! ¿Al periódico?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Para esto ya eran como las diez de la noche, once. Salí a cenar porque no había comido nada. Y dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Pues ya salió todo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¡Cómo que ya salió, si fuimos al telégrafo, fuimos al teléfono para controlar tu información, porque es muy delicado, se está jugando una etapa tremenda de México!</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Lo siento mucho, ya está todo en la prensa. Así que ya no pueden ustedes hacer nada.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¡Qué barbaridad! Pues vamos con don Agustín.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¡Qué barbaridad, muchachita, a lo mejor metiste la pata, me decía don Agustín, –estaba yo muy joven–. Metiste la pata.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Bueno, don Agustín, pues si la metí, ya me dirá usted.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Al día siguiente apareció la nota de la sucesión presidencial con letras escandalosas. Pero pude escapar. Yo creo que fui la única que pudo escapar de una cosa así.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Envié el trabajo con un camionero. Le dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">–Mire, soy reportera, compañero. Pero usted va a ser el reportero esta noche. Lleve esta información a </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">La Prensa</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">, aquí tiene cincuenta pesos.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Yo sabía que iban a controlar el telégrafo y el teléfono. Entonces mandé todo con un canchanchán camionero. De esa manera llegó oportunamente, y salió muy bien. Ya lo otro no me importaba, lo político era lo principal; lo demás, lo educativo, lo agrario, ya no tenía importancia. Cerraron los bancos tres días, fue una bomba. </span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Una exclusiva con Roosevelt</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">De la gente que he entrevistado, quien más ha impactado fue Roosevelt. Conseguí la exclusiva de una manera muy curiosa. Había sucedido lo del buque Potrero del Llano y todo el problema de los buques petroleros. Entonces, como a mí me tocaba eso, ya estaba yo aburrida, porque hay que recordar que los marinos muertos los velaron aquí en Bellas Artes. Los trajeron y luego los llevaron a Veracruz... ya se estaban descomponiendo los pobres. Todos los días, que las madres, que el petróleo, que la patria, bueno: toda la </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">faramalla de rigor. Finalmente iban a enterrar a los marinos y empezaron a salir una serie de reportajes sobre el entierro. Entonces me dicen:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Pues como usted ha trabajado tanto lo del Potrero del Llano y los héroes, pues le tocan a usted nada más dos discursos.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Mejor me hubieran quitado y hubieran mandado a otro. Pero no, se les ocurrió mandarme a mí. Pues hice los discursos y me puse a leer y a escuchar a la sinfónica. Y se acabó. Al día siguiente, yo ya muy oronda, estaba Morita, que tenía los dientes postizos, y estaba así con la dentadura. Resultó que, como ya los muertos estaban apestando mientras Lombardo Toledano pronunciaba un discurso en pleno sol del Zócalo, pues se los llevaron a enterrar apresuradamente. Me acababan de arruinar. Entonces dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Morita, pues no tengo disculpa que darle, cómo iba yo a saber que los muertos iban a apestar.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Queda usted suspendida ocho días.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¿Suspendida?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¡Ah, le parece poco!</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–No, le dije. </span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¿Le parece mucho?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–No, al contrario, me parece poco.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Yo misma me puse mi castigo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Sin goce de sueldo, ¿eh?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Entonces conseguí dinero prestado y me fui hasta Washington. Siempre he tenido amigos periodistas. Llegué y estaba un hombre que después fue jefe de prensa de la Casa Blanca, pero entonces era un reportero. Le dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Me pasa esto: me castigaron. Yo quiero que me consigas que tome parte en una entrevista con Roosevelt. ¿Cuándo recibe el señor presidente?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Pues que tal día.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Pues yo quisiera que me hicieras el favor. Platícale a los compañeros lo que me sucede, que estoy castigada y que yo voy a hacer que las preguntas nos las pasen.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Entonces ahí estaban de la France Press, todos los periodistas del mundo. Todos aceptaron: que sí, que me iban a llevar.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Diles que nada más voy a hacer tres preguntas.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Me consiguió el pase para la entrevista, yo era la única mexicana. Me impresionó mucho Roosevelt porque estaba muy pálido, tenía una serie de arrugas, de esas infinitesimales que apenas se notan pero que son superficiales; no eran hondas, pero se le </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">veía la cara como cuadriculada. Y a medida que empezó a jugar con todos los periodistas, se le fueron desapareciendo las arrugas; tenía muy bien los ojos, se le iluminaron, la sonrisa se le iluminó también. Se transformó como una llamarada el hombre, como que tenía una cosa especial en este “floret” de él contra todos los periodistas del mundo. Yo eché dos o tres preguntas tímidas sobre el petróleo y las contestó. Y al final dijo:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Esa muchachita de México, que se acerque.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Me acerqué.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–¿Qué tal nuestro embajador Daniels?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Muy bien, señor.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–El ingenio mexicano está a la vista. Está usted invitada mañana para que recorra con la señora Roosevelt los barrios pobres de Washington.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Muy bien, muchas gracias, ¿a qué hora empezamos?</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Así es que obtuve yo una exclusiva debido al compañerismo gringo y de todos los periodistas de distintas partes del mundo. Entonces recorrí con la señora Roosevelt, que era muy interesante mujer, muy agradable y muy inteligente. Y volví a México muy contenta, con mi reportaje y mi exclusiva. Llegué con el señor Morita y le dije:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Aquí está mi exclusiva. Esto sí es periodismo, no ir a tomar unos cuantos discursos de unos pobres locos que están ahí pudriéndose en el Zócalo con los discursos de Lombardo Toledano. Aquí está mi exclusiva, ahora me paga usted todo mis gastos, un mes de sueldo y todo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Bueno, cómo no.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">–Si no lo quiere usted, me voy al </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Hoy</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Entonces trabajaba yo con el Güero Pagés Llergo en el </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">Hoy</span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">. </span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span style="font-size: large;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">–No, no, no. Aquí </span></span><span class="s5" style="font-family: "Times New Roman"; font-style: italic; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">La Prensa </span></span><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;">la quiere. Y aquí está la orden para que le paguen todo: sus gastos, pasajes, hotel, todo.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Y fue una gran exclusiva gracias al apoyo de todos los periodistas del mundo que estaban ahí.</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s3" style="font-family: "Times New Roman"; font-weight: bold; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Mis aficiones</span></span></span></p><p class="s4" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Me encanta dibujar, lo malo es que soy muy mala. También me encanta la pintura, no pinto pero doy color. Cuando se inauguró el Centro Cultural Vito Alessio Robles, me puse a pintar un muralito en la pared, una sirenita, una cosa infantil. Pero Diego Rivera que era muy generoso y muy buen amigo, dijo:</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">–Es el mejor mural.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Claro, era una cosa amistosa. Fue el único intento que he hecho de pintar, porque no creo que tenga facultades para la pintura.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Creo que no soy mala fotógrafa, pero no profesional, naturalmente. A veces he hecho buenas fotografías de pura casualidad.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Mis lecturas favoritas: siempre estoy al día con los americanos que tienen muy buenos literatos. Pero también los ingleses, los rusos, los alemanes, todos tienen muy buenos literatos. Y ya empieza Latinoamérica a tener buenos escritores, a ver cuándo los alcanzamos.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Hablo el español mal y el inglés mal. Pero me hago entender.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">No me gusta la música porque de chica mi mamá me hizo tocar y aprender, llegué hasta séptimo grado de piano a base de cuartazos. Entonces me choca la música en general, no la aguanto. Me faltaron dos años para ser concertista, pero a puro golpe. Nunca voy a un concierto ni de chiste. Soy alérgica a la música.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">No me gusta cocinar: me gusta comer y eso es lo que me gusta. Tampoco soy de alta cocina.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">Me gustaba viajar, me he vuelto más floja pero le he dado tres vueltas al mundo. Fui incansable viajera muchísimos años y ya no salgo tanto, pero sí me gusta viajar. Todos los lugares tienen su encanto. Los países son hermosos, la gente es bella en todas partes. Yo veía a los árabes, que aquí los vemos tan panzones detrás de los escritorios o del mostrador. En cambio en Egipto son altos, delgados, guapísimos, nada de árabes panzones. Es otra imagen. En España lo mismo. Acá tenemos un concepto de España muy distinto; en cambio en España son cordialitos, alegres, generosos.</span></span></span></p><p class="s6" style="line-height: 1.8; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify; text-indent: 35px;"><span class="s7" style="font-family: "Times New Roman"; line-height: 14.4px;"><span class="bumpedFont15" style="line-height: 21.6px;"><span style="font-size: large;">He tenido muchas satisfacciones, entre otras que me hayan honrado en vida en mi pueblo, porque le pusieron a una calle mi nombre y me declararon hija predilecta de Coahuila. Le pusieron Magdalena Mondragón a un museo, así es que pocas gentes tienen estos honores en vida. Yo creo que es satisfactorio. Eso de que me honren muerta ni me interesa ni me importa. Bueno es tener esta satisfacción cuando uno vive.</span></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-43569781839487077502023-04-29T01:03:00.004-07:002023-04-29T01:03:49.109-07:00Sueños, de Theodor W. Adorno<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></b></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhC18dbEgfmW_Q_h8Y0VpC-llF6KY50p8bwt6G4VTaW3fYfrRkC8ucWriYNRrjlOPy1huQfmbTnBRr8PWw7Ixsqffa6kX0tl77501q3vZdqL9k5abhYD5V3gPJk1STOhZ0jsUXudvAhWtCeA50MlrB5R3eIvnaBnheImeFbVmrJWrmtcjH0CMupxFYefw" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1077" data-original-width="690" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhC18dbEgfmW_Q_h8Y0VpC-llF6KY50p8bwt6G4VTaW3fYfrRkC8ucWriYNRrjlOPy1huQfmbTnBRr8PWw7Ixsqffa6kX0tl77501q3vZdqL9k5abhYD5V3gPJk1STOhZ0jsUXudvAhWtCeA50MlrB5R3eIvnaBnheImeFbVmrJWrmtcjH0CMupxFYefw" width="154" /></a></div><br /><br /><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="line-height: 28px;"><span style="font-size: large;"><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">Sé muy poco de Theodor W. Adorno (1903-1969). Además, lo conozco sólo dormido, ya que entré al mundo de sus obras a través de su diario de sueños. Para otros asuntos, tendría que despertarlo, pero en realidad no sé bien de qué hablar con él. Además, lo que yo pudiera decirle seguro que no le gustaría. “Señor Adorno: el interés que suscitan los diarios de sueños se termina dos páginas más allá de la portada. Que yo recuerde, sólo el diario de sueños de Ionesco me ha parecido interesante. No sé si alguno más… Tendría que pensar. Los diarios de sueños son somníferos. Nos dormimos apenas comenzamos su lectura. Así, todos, lectores y escritores compartimos el país de los sueños.” La narrativa onírica es un subgénero difícil. Se cae en la tentación de narrar los sueños por más que su interés no es transferible. Y la sensación que causan, la provocan en la vigilia, cuando tomamos conciencia de ellos. Mientras nos envuelve el sueño, creo recordar que no sentíamos expectación. Pero muchas veces al emerger todavía somnolientos de la noche, pensamos: “Ojalá no me hubiera despertado”. Y volvemos a cerrar los ojos rogando que por piedad volver a caer en el mismo sueño. En los sueños nos interesan temas que al despertar no podemos recordar. Pero mientras soñábamos, ¡qué placidez nos trasmitían los asuntos tan sutiles! En fin, mientras Adorno vivía en California y escribía </span><i style="font-family: Calibri, sans-serif;">Dialéctica de la Ilustración</i><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"> al lado de Max Horkheimer, durmió una noche… Soñó entonces que leía un artículo sobre la obra de Shakespeare, acerca de cómo la obra clave de su teatro era </span><i style="font-family: Calibri, sans-serif;">La comedia de las equivocaciones</i><span style="font-family: Calibri, sans-serif;">. ¿Qué no es esa obra en que un matrimonio tiene gemelos y, entonces, el padre compra otros gemelos para que sea, cada uno de ellos, sirviente de uno de sus hijos? Qué difícil es escribir de dos gemelos, amos de otro par de gemelos. Lo curioso es que el autor del artículo es Herwarth Walden, un artista alemán que se dedicó a impulsar el expresionismo, el dadaísmo y el futurismo. Como me encuentro dentro del sueño de Adorno, me ocurre lo que acontece en los sueños: que no podemos fijar bien la vista en los textos que queremos leer. No sabría bien por qué, pero como si yo fuera una mente tomada por el delirio, me puse a perseguir la imagen de Shakespeare y del expresionismo. No lo conozco lo suficiente, pero las imágenes que recuerdo de </span><i style="font-family: Calibri, sans-serif;">La tempestad</i><span style="font-family: Calibri, sans-serif;"> posiblemente sí puedan considerarse escenas expresionistas, deformaciones de la realidad que son una proyección de las emociones del artista. La maleza que se agita y las olas que excita la tempestad, son representaciones del artista. Así lo creía Harold Bloom: que Shakespeare era inventor del expresionismo. Bueno, este crítico en realidad le atribuía a Shakespeare la invención de casi todo. En fin, se trata de un soñador demasiado intelectual, casi todos sus sueños tienen notas al pie… Es muy difícil saber qué encontró Adorno en su propio diario onírico. Su conclusión parece pequeña, pero en realidad es que su demostración requiere una vida para comprobarla (o para desecharla), y es que: todos los sueños que un individuo sueña hacen un sistema de pensamiento onírico. Todos parecen una sección de lo mismo, de un mundo más grande, de una coherencia de imágenes y de ideas. ¿Tendremos siempre el mismo sueño, pero con distintas máscaras? En gran parte de las páginas de este diario vi a Adorno hablando de Filosofía, de arte o, bien, acudiendo a conferencias, conciertos y exposiciones. Cuando se encontraba con algún muerto, se alegraba y lo saludaba con efusión.<o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Theodor W. Adorno. <i>Sueños / Traumprotokolle</i>, ed. Christoph Gödde y Henri Lonitz, epílogo de Jan Philipp Reemtsma, tr. Alfredo Brotons<i>. </i>Madrid, Akal, 2008.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-77395050808591336322023-04-23T22:24:00.004-07:002023-04-23T22:24:43.676-07:00Las tribulaciones del estudiante Törless, de Robert Musil<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"></span></b></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiQD8WAbudyf3nqFypIPYoy7ssBc_CNUYrmD5sJH8zvsz49AV2QHbzilVGI_GoeFD5rDTjM4wzxM9E4HMIUd-EVULG_mvp_Ba9kUDT4LI107NXacOwLl6r0ijSdVsAQvq5d3Fvr6ztr29y-hDi6RsGRT1t4I4NNiXEyn17c6nU5fzNjR_Cm1VU1BzCWIw" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="360" data-original-width="219" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiQD8WAbudyf3nqFypIPYoy7ssBc_CNUYrmD5sJH8zvsz49AV2QHbzilVGI_GoeFD5rDTjM4wzxM9E4HMIUd-EVULG_mvp_Ba9kUDT4LI107NXacOwLl6r0ijSdVsAQvq5d3Fvr6ztr29y-hDi6RsGRT1t4I4NNiXEyn17c6nU5fzNjR_Cm1VU1BzCWIw" width="146" /></a></b></span></div><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Las tribulaciones a que se refiere el título de esta novela son las que padece el joven alumno de un internado ubicado en algún lugar de la imperial y real monarquía astro-húngara. Se llama Törless, pero no sabemos su nombre de pila. Dado que las tribulaciones son padecimientos interiores de carácter moral, a lo largo del libro se le presenta exteriormente como un muchacho impasible, educado para separar la razón de las emociones, como se acostumbra en este tipo de instituciones. No me di cuenta, mientras avanzaba en la lectura, que la historia se narra indistintamente en primera y en tercera personas, lo que le permite al autor mostrar con exactitud lo que ocurre en la realidad y al mismo tiempo lo que pasa en el interior del protagonista. El hecho central de la novela tiene que ver con Basini, uno de los compañeros de clases, que es sorprendido mientras roba dinero. Aterrado, se arrodilla ante Törless y suplica clemencia, no era más que un préstamo… Así que, sin que nadie se lo pidiera, se ofrece como un esclavo ante él y otros dos compañeros que también están enterados del robo. Recordamos, de esos años del colegio, la mirada codiciosa de nuestros compañeros que eran de pronto propietarios de un secreto y la capacidad de crueldad que nacía con un poder repentino sobre otro. Törless se sorprende con lo que siente, es una especie de efervescencia. El poder absoluto sobre el otro es como si alguien hubiera arrojado un alka-seltzer en el lago tranquilo del espíritu. Para Törless, esa entrega despertó algo nuevo, una sensación se incubaba en él, aquella que avisa que se sentirá una pasión incontrolable por otra persona. En las noches del internado, a un lado suyo se encuentra el cuerpo inerme de Basini, el cual no ofrecerá ninguna resistencia para dejarse poseer. Es un cuerpo joven, todavía indeferenciado para ser masculino o femenino, es sólo un objeto misterioso que hace sufrir con su belleza. En el caso de otro de los compañeros, Beineberg, él se fascina con la existencia de Basini, es una espléndida oportunidad para el conocimiento. Tener un alma bajo el dominio de uno puede servir para los avances de la ciencia. Se le puede llevar al límite. Entre las dudas académicas que el joven Törless tiene se encuentra la existencia de los números irracionales, es decir aquellos que no pueden resultar de la división entre dos enteros. Números que representan un infinito dentro del infinito de los números reales. Hay una laguna en nuestra comprensión del mundo, pero más allá de esa laguna el mundo vuelve a surgir. Es necesario aceptarlo. De la misma manera, el espíritu puede tener esas lagunas detrás de las cuales volvemos a nacer. Puede ser el sueño, el desmayo… o el terror. Beineberg hace que Basini se desnude, que camine en medio de la noche, sobre una viga superior, mientras lo apunta con una pistola. La teoría dice que el cuerpo olvida al espíritu mientras camina aterrado. Por alguna razón, el alma vuelve en sí. Por otra parte, el artista, al escarbar en la oscuridad del espíritu, vislumbra una forma nueva de maldad. Como escribe J.M. Coetzee sobre Robert Musil (1880-1942): “es el artista que visita las orillas más distantes de la experiencia y vuelve con un informe”.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">Robert Musil. <i>Las tribulaciones del estudiante Törless / </i></span><i><span style="color: #202122; font-family: Calibri, sans-serif;">Die Verwirrungen des Zöglings Törleß</span></i><span style="color: #202122; font-family: Calibri, sans-serif;"> (1906), tr. Roberto Bixio y Feliu Formosa</span><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;">. Barcelona, Seix Barral, 1969.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-43205561220592183202023-04-15T01:13:00.001-07:002023-04-15T01:13:20.644-07:00Clandestino. En busca de Manu Chao, de Peter Culshaw<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></b></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEizvLaqc_DrAiXuYtvEzIaIlkdyH7zC54RsRg--ivhQNCgpaKPq-aS6UsXHoTuEyXtzGAVS823PTXtA4XU-JdLjqdIDhMJiuDD5M7_2igVg6X-2eCqtcV0LKrPaP5knW7sG46Z1yXLqppRcPgzZsboKU2MwZNatrjuPzZntPdPirNOfYjyv9b8EoS8LTw" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="911" data-original-width="520" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEizvLaqc_DrAiXuYtvEzIaIlkdyH7zC54RsRg--ivhQNCgpaKPq-aS6UsXHoTuEyXtzGAVS823PTXtA4XU-JdLjqdIDhMJiuDD5M7_2igVg6X-2eCqtcV0LKrPaP5knW7sG46Z1yXLqppRcPgzZsboKU2MwZNatrjuPzZntPdPirNOfYjyv9b8EoS8LTw" width="137" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">¿Tan rápido quedaron lejos esas fiestas en que bailábamos a Manu Chao? Pero si apenas hace poco sonaba todo el día en la casa su música que nos acompañaba hasta las madrugadas. Caminábamos por la noche rumbo a una colonia desconocida, con cervezas en la mochila, y luego hablábamos de filosofía y de altermundismo. Hoy ya está un poco empolvada esa palabra. Antes, se encontraba entre los ideales que limpiábamos en las mañanas antes de regresar a la Facultad de Filosofía y Letras. Vuelvo a poner los discos de Manu, ¿y qué escucho? Canciones que parecen un radio sintonizado a la mitad de la noche, recuerdan un sendero a lo desconocido por entre las ciudades, parece que allá a lo lejos hay una batucada colectiva. Sí, ya sé que piensan, que ese tonito para hablar y para cantar es el de la izquierda fresa, que son los revolucionarios de Coyoacán. En eso no ha cambiado nada la derecha, haciendo siempre examen de admisión para aceptar quién puede pertenecer a las diferentes ideologías. Para la derecha, ayer como hoy, sólo hay dos opciones: riqueza para unos cuantos o pobreza para todos. Contra ese determinismo reflexionábamos, mientras que Manu organizaba giras por los países del viejo Tercer Mundo. Quizá andaba por Argentina, dando un concierto en beneficio de <i>La Colifata</i>, el programa de radio a cargo de los pacientes de un psiquiátrico. A lo largo de cuatro horas, los pacientes leen poemas, cantan una canción… para ello se anotan en un pizarrón y esperan su turno. Una tarde también Manu Chao esperó su turno para cantar, en el programa de <i>La colifata</i>, una canción gallega de cantina, “Carreteiro”. Esta música es como una maraña de lenguas y de pueblos. Se debe, quizás, a que el propio Manu está formado de esa maraña. Canta lo mismo una canción que le oyó a Bola de Nieve que la música punk de sus tiempos en París. La música llegó a su vida porque en una ocasión, su padre, el periodista Ramón Chao, fue a entrevistar a Roland Barthes. Al finalizar la entrevista, los dos se pusieron a tocar el piano, y el entrevistado le recomendó al periodista que se comprara un piano “para liberar la presión del intelecto”. Pocos días después, un piano llegó a casa de los Chao. Pero existía antes un vínculo de Manu con Latinoamérica y con la música: en la familia existía la leyenda de que Dolores, la abuela paterna, era la musa de la famosa danza habanera “Tú”, de Eduardo Sánchez de Fuentes. Es un personaje que parece que siempre se va, un poco inasible en su presencia y en su voz. Desaparece por largos periodos, pero de algún modo, se sabe de dónde viene: de 1988, tiempos del movimiento okupa en Francia, año en que <i>Mano negra</i>dio a conocer su primer éxito, “Mala vida”, y su viaje culmina con el disco <i>Clandestino</i>, el más vendido en la historia del rock francés. El trabajo del biógrafo de Manu Chao consiste en perseguirlo por el mundo, por África, Estados Unidos, México… De la página 334 a la 352 se habla de su paso por México: escucha las canciones de Valentín Elizalde, conoce movimientos sociales, se entera de la represión del gobierno del gobernador Peña Nieto contra los pobladores de Atenco (recuerdo todavía el velorio de Alexis Benhumea), y califica esta atrocidad de “crimen de estado”. El libro habla de la actitud amenazante del gobierno de Felipe Calderón. Hasta hace poco nos enteramos de que efectivamente el nombre de Manu Chao estaba en una lista negra. Queremos limpiar el terreno de la Historia, y por lo menos los dos nombres mencionados arriba pertenecen a la basura histórica. Y dado que la música de Manu Chao tiene como materia el caminar, siempre hay la opción de volver a México. Al fin de cuentas, se despidió en el Zócalo con la canción de Fernando Z. Maldonado, “Volver”.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Peter Culshaw. <i>Clandestino. En busca de Manu Chao / Clandestino. In Search of Manu Chao</i> (2013), tr. Jules Vineyards. s.l., Libros del Kultrum, 2021.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-15860393702958926992023-04-08T16:05:00.001-07:002023-04-08T16:05:43.066-07:00El discurso amoroso, de Roland Barthes<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></b></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgYiP_w0p54ZpOy3X0VaiCiZGZFLVJ7-bCVCjJ9FUjlkWLAlduRtVi31PEkAMeLm8nfWtY4ZYqg9manZQBkM9qGyLBLWLNeJS1YnnQ1a7LONxkCpBFz3TRIrCsrFqz_U10NGbFLoIi4Kx-bW3uqhBOJxiA1D-sSWSkRT_QtjJJ_JADbpkHKH0bRUJObwg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2991" data-original-width="2000" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgYiP_w0p54ZpOy3X0VaiCiZGZFLVJ7-bCVCjJ9FUjlkWLAlduRtVi31PEkAMeLm8nfWtY4ZYqg9manZQBkM9qGyLBLWLNeJS1YnnQ1a7LONxkCpBFz3TRIrCsrFqz_U10NGbFLoIi4Kx-bW3uqhBOJxiA1D-sSWSkRT_QtjJJ_JADbpkHKH0bRUJObwg" width="160" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Toca ahora el tema del amor. Ni modo, tenía que presentarse tarde o temprano. Llama a la puerta, pero cada vez menos. Puede entrar, es bienvenido siempre y cuando aparezca en forma de libro y le acontezca a otro. Aunque el amor siempre tiene que ser enunciado en primera persona y siempre tiene que ser relatado a otro. Es difícil saber si el placer que da el amor radica en vivirlo o en contarlo. Pero se nos ha dicho que el amor no tiene una narrativa, sino que se vale de elementos diversos para manifestarse. De hecho, no es buen narrador, ya que nos hace dar vueltas en círculos, recaer en la persona amada, suplicar, olvidar, recordar, escribir largas cartas. Todo esto, sin orden preciso y de manera repetitiva. Jamás se aparece y nos dice: “Vas a vivir tu historia de amor y por lo tanto transitarás por esta y aquella situación”. Pretende ser sorpresivo siendo previsible, ya que los críticos estructuralistas han acotado sus limitados recursos dramáticos. Incluso el profesor Roland Barthes (1915-1980) se aburre un poco sobre todo en el momento de preparar su informe académico. Para hablar de amor hay que quitar ciertos capítulos, ya que el texto se volvería redundante. De hecho, hay que cambiar de asunto para el siguiente ciclo escolar pues hemos dicho suficiente desde el punto de vista temático. Además, el enamorado no quisiera aprender nada: siempre quiere volver a la primera vez, a la sensación de que la vida no se ha agotado y se puede volver a beber de esa sustancia que nos hace olvidar, siendo inolvidable en tanto no se vuelva a vivir. Desafortunadamente, no hay un secreto difícil de explicar. Todos sabemos lo que un enamorado busca: la reciprocidad. Es decir que podrá recorrer cualquier camino, vivir cualquier tormento, con tal de mantener la esperanza de escuchar las sílabas: <i>yo también</i>. Momento en que el alma comenzará a disolverse en el otro: pues pareciera que el ser humano saciara su sed sólo con palabras (Lacan). Por lo menos, por unos momentos. No siendo un experto como el profesor Barthes, no me atrevo mucho a salirme de su método y explorar por mi cuenta este asunto. Al extraviarme estaría deponiendo la posibilidad de saber. Eso se debe a que la verdad habla por medio del amor. De este modo, podemos ver cómo el Amor desciende sobre cualquier persona y la posee. A partir de ese momento, para ese enamorado, todo aquello que no habla de amor es un discurso ajeno, sin pulpa. No sirve de nada escuchar las necedades de los comentarios políticos, filosóficos o científicos. Vemos, entonces, al enamorado en las reuniones sociales, aburrido, mirando la ventana, el celular, la puerta de salida… Y nosotros nos escondemos. ¡No vaya a mirarnos e intente contarnos su historia! Podemos, sí, hablar de amor, sostener una conversación en torno a este tema. Pero es necesario, para ello, no estar enamorado bajo ninguna circunstancia. El amor no quiere dialogar, quiere vaciar su historia en un interlocutor que hable lo menos posible. Ésa es una de las causas de que el Amor no brille en sociedad: no sigue normas, no sabe escuchar, tiende a la confesión. Está bien, hablemos de amor. No nos queda de otra. Es el tema más narcisista de cuantos hay. Me llena de desesperación ver cuántas veces se repite esta palabra en mi texto, para enojo de la preceptiva que nos dice que prefiramos sinónimos, deícticos, pronombres… El amor no los admite. Quiere remarcar que él habla, que hablamos de él, hipnóticamente. Al fin, el Amor abre la boca y comienza a hablar: “Provengo de un trauma. Es como una herida de donde broto. Seguramente lo has vivido. Recuerda dónde y cuándo lo experimentaste por vez primera. Regresas de vez en cuando a esa historia tuya, porque si no lo haces piensas que no tiene sentido nada de lo que haces. Aunque sea una historia ya lejana, la evocas. Te la cuentas y quizá la vuelves a repetir. Es importante que repitas tu propia historia porque se trata de un momento importante: el momento en que tu espíritu fue raptado. No quieres volver a la existencia y olvidar ese rapto que viviste. Al menos lo viviste. Hiciste cosas que de otro modo no habrías hecho. Escribiste textos que de otro modo jamás habrías escrito. En ellos aparecen los fragmentos que de algún modo justifican tu vocación. Piensas que eso ocurrió hace muchos años, sin embargo debo decirte que yo no tengo idea del tiempo. Todo ocurre ahora. Contestas que llego tarde, que ya no es tiempo. A eso respondo que, con el fin de disgustarte, tampoco tengo noción de edad. Así que las molestias que puedo causarte pueden darse en cualquier instante” ¡Qué impertinente! Por eso no es bienvenido; no dan ganas de escucharlo hablar porque es mortalmente aburrido. Aunque… si debo ser sincero… no sabría decirles quién acaba de hablar, dado que estoy solo, en mi estudio. Un perro ladra en la calle, alguien canta en una fiesta cercana. Además (es otra conclusión del profesor Barthes): el amor es mudo. Quiere decir que las anteriores palabras no las dijo el Amor, sino un discurso que además no tiene claro a quién se dirige. El discurso del amor no se dirige al amado. De hecho, existe un extraño pudor que impide que los aspectos centrales de este discurso sean escuchados por el amado. Tampoco es un soliloquio dirigido a mí, dado que son cosas que quisiera ignorar. Pienso en la persona que amo, sabiendo que no ha de saber aquello que le escribo. No ha de conocer todo aquello que su evocación produce. Si conocemos numerosos discursos de los enamorados, se debe a que, por alguna u otra razón, no han llegado a quien estaban destinados. Llegan a nosotros, lo cual no era el plan original. Llegan a veces con siglos de retraso. Pero eso no importa, porque cada vez que se consume de nuevo el producto amoroso (canción, película, libro) se enuncia nuevamente y algo nuevo dice pues es imposible que se agoten los sentidos que proponen. Pensaba que el discurso amoroso era una forma de comunicación, pero entre quiénes, dado que no se dirige al amado ni el amante lo quiere oír. Habla en vez del amante, porque “el amor está mudo: sólo la poesía puede hablar en su nombre” (Novalis). No habla de mí, habla en vez de mí, y eso está bien porque de ese modo me encuentro fuera de él, lo cual le permite traspasarme con sus palabras. De otro modo, no lo podría escuchar. Nos habla a nosotros porque no somos su objeto. Pero, de forma primordial, el amor es un intento de regresar a ese objeto que produjo este sentimiento, dado que lo consideramos la fuente del bien. Siendo el amado el origen del bien, ¿por qué con tanta facilidad es susceptible de encarnar el mal? Pareciera entonces sólo una manera de enfocar al otro. Si eso fuera –enfocar un astro lejano–, ¿cómo se consultan los mapas celestes que describen al Otro? En la antigüedad era conocido sólo por los pastores de Teócrito y algunos otros habitantes de la marginalidad, mientras que, en la Edad Media, con el amor cortés, pasó a la esfera central del poder (Engels). Hoy es mercancía de conocimiento masivo, aunque en el etiquetado no se anuncie que el amor es uno de los ingredientes ya que somos una sociedad que no quiere hablar del tema. Tenemos ese pudor. La utopía romántica es parte de los hábitos de nuestro consumo sólo que no la declaramos trimestralmente. Queremos conocer el secreto del Amor, pero amamos sólo por imitación, porque nos heredaron los gestos y los rituales. Hemos oído hablar de él, lo hemos visto en la televisión. El autor del libro asegura que llega por <i>inducción</i>. Quiere decir que el amor es la conclusión general que se deriva de varias experiencias previas. Fundamentalmente, de haber oído de su existencia. Nos han hablado de él desde hace una maraña de siglos, por entre las diversas ramas del arte. Lo curioso es que cuando lo vemos lo reconocemos, aun cuando nada se le parece.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Roland Barthes. <i>El discurso amoroso / Le discours amoreux. Seminario en la École pratique d’hautes études 1974-1976. Seguido de Fragmentos de un discurso amoroso (textos inéditos)</i>, pról. Éric Marty, prefacio de Claude Coste. México, Paidós, 2022.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-15511594991029591992023-04-07T00:43:00.001-07:002023-04-07T00:43:16.495-07:00Discursos y brindis, de Ignacio Manuel Altamirano<p><br /></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh0lOoIV1B3sH0IHgGyEGg-4W4H5XWRY1SZBBtl5nun3cx-9r2y7XUSJOMH9qpYE0oBu0O1qXLomM9cjqLtQWMwK7Iilz5lMaDgDd_6ruLm1HYYiI7ErzCUztdCySEGAHFXk6JsegELdW7bqG-pXopoa7LJnho3wccULu8enX0j711lOrDbJSIzZTbw_Q" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2114" data-original-width="1320" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh0lOoIV1B3sH0IHgGyEGg-4W4H5XWRY1SZBBtl5nun3cx-9r2y7XUSJOMH9qpYE0oBu0O1qXLomM9cjqLtQWMwK7Iilz5lMaDgDd_6ruLm1HYYiI7ErzCUztdCySEGAHFXk6JsegELdW7bqG-pXopoa7LJnho3wccULu8enX0j711lOrDbJSIzZTbw_Q" width="150" /></a></span></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Cuando los discursos son buenos, congregan multitudes, son recordados largo tiempo y piden a gritos ser publicados. Los que han despertado la furia de los conservadores de todos los tiempos, son especialmente atesorados por mí. Sin embargo, comprendo que no ejerzan una gran fuerza de atracción como para ser considerados un género literario. Y eso que tienen el prestigioso aval de la oratoria grecolatina y los tratados ciceronianos. Aun cuando Alfonso Reyes, García Márquez o varios de los Premios Nobel hayan destacado por algunas de estas piezas, ciertamente el género ha perdido mucho de su aprecio. Es una lástima, porque cuando encierran una pasión o una causa política justa hacen que perviva a través de los años. Llama, por eso, la atención que Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893) haya tenido el interés de mandar a la imprenta algunos de sus discursos, primero sueltos y por último todos reunidos. Se dedicó a pulir el lenguaje y los defectos retóricos para presentarlos ante el futuro, pues según Agustín Yáñez, cambió a lo largo de las décadas desde la juventud impulsiva hasta la madurez equilibrada. Algo así dice, y parece que tristemente la vida sigue esa curva desilusionante. Prefiero imaginarme el discurso en el que pidió la cabeza de Manuel Payno por haber participado en el golpe de estado contra Comonfort, en 1858. Payno, que se encontraba presente –escribe José Emilio Pacheco–, dijo: “Habla así porque es un pobre indito muerto de hambre”. Sin duda, esa reacción fue porque Payno sintió el pinchazo de la oratoria de Altamirano. Nada odiaba más que la pirotecnia verbal que se extinguía sin herir. De ahí que su estilo al hablar, al escribir hablando, sea como un erizo que se desliza por entre el foro. Vieja leyenda de la oratoria mexicana que aconsejaba a sus alumnos el poder de la improvisación ante las sorpresas que pueda tener el abogado acusador. Por eso, entre los papelitos que quedaron de sus cátedras, se encuentran algunos que pegaba a la puerta de su salón con el temario del día y que indican que habrá en clase un tema a debatir entre dos alumnos. Su ideario era: todo historiador debe de ser jurisconsulto, y todo jurisconsulto debe ser historiador. Esto, porque de ese modo no se es nunca indiferente ante la Historia. En un texto encontrado por Carlos Illades (“Discurso pronunciado en el segundo aniversario de la Sociedad de Socorros Mutuos de Impresores”, 1875), el Maestro explica que desde tiempos de la dominación española hubo organización de las clases obreras y populares. Incluso, en tiempos de la primera hipócrita república independiente las clases dominantes (el clero, el ejército y los ricos) protegían la formación de sociedades de trabajadores porque era la aristocracia la que creaba sus reglamentos. Y porque esas reuniones las presidía “el clero oculto tras un santo cualquiera que se alzaba como patrón, como centro, como bandera”. Ah, porque existe algo fascinante en Altamirano que notó por primera vez Moisés Ochoa Campos: que el Maestro, contemporáneo casi exacto de Marx, construyó un discurso histórico con plena conciencia de la lucha de clases. Línea de investigación que ignoro si se ha continuado entre los estudiosos de Altamirano. Seguro que a él le hubiera gustado saber que la persona que hizo esta consideración, Ochoa Campos, fue también el primer alumno que se graduó, en México, en la carrera de Ciencias Políticas.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Ignacio Manuel Altamirano. <i>Discursos y brindis </i>(1986), ed. y notas, Catalina Sierra Casasús y Jesús Sotelo Inclán; estudio introductorio Edgar Elías Azar, 2ª ed. México, Conaculta, 2011. (Obras completas, 1)<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-75722464517035606492023-04-01T00:32:00.004-07:002023-04-01T00:32:46.366-07:00La emancipación de la mujer, de Lenin<p> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjcIMKGzyZhh7eUi2xBy1LxZ2pSL9czpjdcScAR0Vcp4Kb9mF0NTxAcNacPRpgU44PJoLhduqzhrdQJ9HgNxStPnRKTeMtoMkOVynJyFAl-vH4kFjOdfNE0LL7UZtFdQphRLZa-3L2NOk6bN1MeGjF1z_4uUpFYtydUp7z8VoGP--__5Nc5FPKExEDo7w" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="926" data-original-width="1200" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjcIMKGzyZhh7eUi2xBy1LxZ2pSL9czpjdcScAR0Vcp4Kb9mF0NTxAcNacPRpgU44PJoLhduqzhrdQJ9HgNxStPnRKTeMtoMkOVynJyFAl-vH4kFjOdfNE0LL7UZtFdQphRLZa-3L2NOk6bN1MeGjF1z_4uUpFYtydUp7z8VoGP--__5Nc5FPKExEDo7w" width="311" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 28px;">Este texto está escrito para recordar que el Día Internacional de la Mujer, que se conmemora todos los 8 de marzo, originalmente se llamó Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Eso quiere decir que tenía, en sus orígenes, un contenido de clase que cotidianamente se quiere ignorar. Así que los movimientos feministas agregan a sus respectivas agendas la reivindicación de que sus luchas no sirvan para lucro ajeno. También sirve este texto para recordar a Clara Zetkin (1857-1933), militante por la causa de las mujeres que propuso la instauración de esta fecha, la cual se conmemora desde 1911. Más precisamente, sirve para decir que, en su centro, se trata de una demanda original de movimientos de trabajadoras comunistas, ya que Clara Zetkin, como fundadora de la Liga Espartaquista, fue cercana al grupo de Rosa Luxemburgo. Durante sus estancias en la URSS, esta pensadora tuvo oportunidad de entrevistarse con Lenin, hacia 1920, para hablar del tema de la mujer. Dicha entrevista, junto con otros textos del dirigente ruso, solían reeditarse y discutirse en otros tiempos. Dado que ya no es tan común hacerlo, se ha olvidado que el régimen soviético fue el primero en postular la igualdad política entre los hombres y las mujeres. Por ejemplo, al referirse a los tribunales, Lenin escribió: “el Partido Comunista no establece diferencias para las mujeres, igualando a ambos sexos en todos los derechos tanto al elegir los jueces como en el cumplimiento de las obligaciones propias de estos últimos” (1930). Consecuente con su forma de trabajo son los textos leninistas sobre la mujer: abría cotidianamente la prensa para conocer “el estado de la cuestión” y saber en qué parte de un proceso se encontraba una problemática. Una de ellas era la prostitución; en 1913 se celebró en Londres un congreso internacional contra la prostitución. La conceptualización burguesa de este fenómeno lo abordaba por dos frentes: la religión y la policía (censura moral y represión social, respectivamente), lo que explica que los participantes al Congreso consideraran innecesario revisar las condiciones laborales de las mujeres y que se lanzaran a abuchear al único delegado que planteó conocer las causas sociales de la prostitución. Puesto que son numerosos los temas que abordó Lenin con respecto a la mujer (los textos van de 1896 a 1922), me referiré a sólo uno, que podría parecer cercano a las políticas que incorporan progresivamente la cuota representativa de mujeres en el terreno laboral. Lenin parecería estar en contra, puesto que considera que los derechos de las mujeres deben de existir con plena igualdad respecto de los hombres. Sin embargo… la presencia de las mujeres en los movimientos políticos era muy reducido, a veces casi inexistente. Eso se debe a una opresión existente en la sociedad en contra de la mujer: “testimoniamos que… comprendemos la situación privilegiada del hombre y odiamos –sí, odiamos– y queremos eliminar todo lo que oprime y atormenta a la obrera, a la mujer del obrero, a la campesina, a la mujer del hombre sencillo e incluso, en muchos aspectos, a la mujer de clase acomodada”. Significa esto último que Lenin considera que las conquistas de las mujeres deben de coordinarse con el cambio social, que debe de existir en el movimiento de las reivindicaciones de las mujeres una conciencia de clase. La necesidad de que la mujer sea liberada de la esclavitud doméstica y que tenga la posibilidad de vivir en sociedad de acuerdo con sus capacidades e inclinaciones es una idea temprana de la URSS. Una idea que Lenin sabía difícil ya que los hombres de la casa mantenían de manera encubierta su “derecho a la dominación”. Clara Zetkin recordaba, en su libreta de notas, que Lenin se despidió por última vez de ella con estas palabras: “Usted debe continuar buscando el camino para llegar a las masas femeninas, condenadas por el capitalismo a una tremenda miseria.” Releer este aspecto del pensamiento leninista sirve al menos para discutir con él de manera directa y no con la caricatura que los liberales construyeron hace tiempo y que desempolvan de vez en cuando desean debatir.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;">Lenin. <i>La emancipación de la mujer</i>. Moscú, Progreso, 1978.<o:p></o:p></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-83863411763677511392023-03-25T22:12:00.007-07:002023-03-25T22:12:51.223-07:00Noches de Sing Sing, de Harry Stephen Keeler<p><br /></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhzDlFkQsKUf6A81YbFpv7vBRe8WBFEsYCESregBUc58TKTFWw6YpWILhZoyDIhFzQVJXuTXlx5Jh3frNNsfxU7pJIHaAZ8Y0yOQj3TeC7O3hmMJTwG44ES_hiVENg0RLamf7oyO3Mr1ScRzXoGfh1dZEZAFJ9gSy2M9b0rf_ZNLiHKUHzU3ncr6t39KQ" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1370" data-original-width="880" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhzDlFkQsKUf6A81YbFpv7vBRe8WBFEsYCESregBUc58TKTFWw6YpWILhZoyDIhFzQVJXuTXlx5Jh3frNNsfxU7pJIHaAZ8Y0yOQj3TeC7O3hmMJTwG44ES_hiVENg0RLamf7oyO3Mr1ScRzXoGfh1dZEZAFJ9gSy2M9b0rf_ZNLiHKUHzU3ncr6t39KQ" width="154" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 28px;">Tengo cierto temor al referirme a Harry Stephen Keeler (1890-1967) porque parece que si se comienza a hablar de él comienza a brotar la extravagancia de manera incontenible. En primer lugar, está considerado el mejor de los peores escritores estadounidenses; y, según lo que puedo vislumbrar es parecido a Ed Wood o (desde nuestra perspectiva) a Juan Orol. En segundo: su vida parece no ser menos interesante que sus historias, pues, como nos lo informa la Wikipedia: su madre –que enviudó varias veces y que manejaba una casa de huéspedes para actores de teatro– lo internó durante su juventud en un manicomio por razones desconocidas. En tercero: uno de sus primeros libros trata acerca de cómo un dólar invertido en el siglo XX logra convertirse en una inmensa fortuna en el siglo XXXIII gracias al interés compuesto. En cuarto: los artículos que encuentro acerca de la excentricidad de sus tramas nos relatan historias como las siguientes: en <i>El enigma del cráneo viajero</i> (1934) aparece un cementerio especializado en <i>freaks</i>, y ahí se encuentra el cuerpo de una mujer con cuatro piernas y seis brazos, que nació en Cantón (China) y murió en Canton (Ohio); mientras que en <i>El caso del cuerpo loco</i> (1954) la policía encuentra un ataúd con un cuerpo desnudo cuya mitad superior pertenece a una mujer china y la inferior, a un hombre de raza negra (son hallazgos de Alberto J. Oyarbide, en su artículo sobre “HSK”). Sin embargo, comencé a realizar mi propia cacería de apasionantes tramas de Keeler, y descubrí lo que podría ser el punto 4.1: que buena parte de sus tramas consisten en narrar la historia de tres personajes que están condenados a muerte y, para salvarse, tienen que contar la mejor de las historias. De hecho, ésa es la trama de <i>Noches de Sing Sing</i>: tres escritores acusados de asesinato pasan la noche frente a su carcelero. El que cuente la mejor historia salvará su vida, así que durante varias horas se cuentan su mejor argumento… Puesto que referirme a cada una de estas tres historias me llevaría a una reseña infinitesimal, sólo diré que una de ellas trata sobre una mariposa gigante y sobre un baile de disfraces; en otra, se habla de un joven reportero que se enamora de la hija del emperador de la China… En realidad, la más interesante es la tercera: el invento de un científico que descubre cómo extirpar el alma y logra sacar el alma de un joven accidentado y trasplantarla al cuerpo de un mono. No sé en qué punto voy de mi pretendida enumeración, pero esta historia es, con toda seguridad, una de las múltiples referencias que este autor hace en contra de la psiquiatría, ciencia que aprendió a odiar luego de su reclusión juvenil. Como antepenúltimo punto, diré que el escritor argentino Pablo de Santis (¡alabado por Mario Levrero!), en un libro de “ideas para comenzar a escribir”, propone como ejercicio desarrollar alguno de los títulos de Keeler, por ejemplo: <i>El caso del reloj que ladra</i>, <i>El caso de las dos damas extrañas</i> o <i>Cuando el ladrón conoce al ladrón</i>… Y en último lugar: qué bueno que México no se inundó con las novelas de Harry Stephen Keeler. (Aunque… todavía recuerdo a mi papá leyendo, hace muchos años <i>La cara del hombre de Saturno</i>).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;">Harry Stephen Keeler. <i>Noches de Sing Sing </i>/ <i>Sing Sing Nights </i>(1928), tr. I.E.R, 7ª ed. Madrid, Reus, 2010.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-85452958926957865362023-03-22T01:05:00.002-07:002023-03-22T01:05:56.900-07:00Opus Nigrum, de Marguerite Yourcenar<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></b></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhJ8ahMIJF3J8VtVQtdXbgNWw95NLYshmNRmUAUmU4CHquZ8QOs4UPnPuoFx_V2oPJaPitYicCx06q71h2iZm-kfqyT3tXN2ZThv6YQn_AcWTLH0I2Pg5FecsUf1RjesecLIQ9uR4NJSPzoqBUj9u13O10fL_9W23AfRu16ZdJE2-eoxrp1CiIlpPlZFg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1747" data-original-width="1750" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhJ8ahMIJF3J8VtVQtdXbgNWw95NLYshmNRmUAUmU4CHquZ8QOs4UPnPuoFx_V2oPJaPitYicCx06q71h2iZm-kfqyT3tXN2ZThv6YQn_AcWTLH0I2Pg5FecsUf1RjesecLIQ9uR4NJSPzoqBUj9u13O10fL_9W23AfRu16ZdJE2-eoxrp1CiIlpPlZFg" width="240" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"><span style="font-size: large;">Qué cansado es caminar por los bosques medievales o renacentistas. Es más difícil levantar un pie y avanzar. Aquí, en este siglo, camino y veo: parques, coches, perros, restaurantes… ¿Pero allá? Me puedo figurar, si me lo propongo, un paisaje. Tendría que buscar una ilustración. Si se trata de algo más serio, puedo logra que se elabore una escenografía, una animación… Pero, ¿y el lenguaje?, ¿las ideas?, ¿los acentos de otros tiempos y de otros idiomas? Los peligrosos caminos, las desconocidas infecciones y los juglares con sus peculiares historias. Es una buena apuesta saber cuánto tiempo podría permanecer vivo si fuera posible aparecer en un siglo ajeno, de pronto, sin previo aviso. Naturalmente, hay series, películas, novelas, tantos ejercicios de evocación. Generalmente, elijo los que me cuestan menos trabajo, los atajos. No así la autora de este libro Marguerite Yourcenar (1903-1987), que pretendió bordar escena por escena la vida de Zenón, un ensimismado alquimista del siglo XVI. Tan fácil que era tomar la vía corta, pero ella prefiere los caminos largos, llenos de peñas, las ciudades infestadas de enfermedades. Lo que su protagonista busca precisamente es: ver. Para ello corta las amarras con el amor, tema que desaparece en las primeras páginas, apenas sugerido por una sirvienta que se preocupa por él. No es que se esfume como una emanación vaporosa: en realidad, ya que se trata de la vida de un alquimista, las emociones parecen sustancias que mutan. La curiosidad por el deseo, por la sexualidad inocente, lo lleva a pensar en esa actividad, a tenerla en su mente. ¿Cómo es que todas las actividades vitales transmigran y se convierten en deseo? ¿Se puede asimismo tomar el deseo y pasarlo por el alambique y la retorta para que adquiera otra forma? Quizá sí, pero no estoy seguro de que eso haya sido tema de interés para los alquimistas. Sobre todo, ¿por qué el deseo que no manifiesta ningún interés por una mujer sí muestra agitación en presencia de un hombre? Desde el punto de vista de la alquimia, ¿cómo se explica? Para la autora de este libro, una esencia recorre la vida: lo sagrado. Una disculpa, no puedo quintaesenciarla con mi pobre instrumental retórico. No sabría si estoy a la caza de una sustancia que se me irá para siempre, como el flogisto de los alquimistas, sustancia que permitía la combustión de los objetos. Pero eso “sagrado” sería algo así como la aceptación de un misterio. Las cosas están cerca, pero no sabemos quién las puso ahí. Las infinitas manos que han puesto nuestra circunstancia como una escenografía. ¿El guion a representar también es parte de dicho montaje? Tiene su emoción, ya que lo me voy enterando de la trama mientras lo voy representando. ¿Llamaré a eso “destino”, ”misterio”, ”sagrado”? Siento que hace unas líneas dejé de comprender lo relativo a esa hipotética sustancia. La anotaré como una hipótesis más de un alquimista remoto. La dejaré junto a mi escritorio. Es posible que pronto otro autor vuelva a usar este término: “sagrado”. Ya lo tomaré nuevamente entre las manos para ver si ha mutado. De hecho, no hay que esperar mucho, ya que los elementos químicos de este siglo ya lo han oxidado y donde ayer dejé la palabra “sagrado” hoy encontré, bajo el capelo la palabra “fetiche”. En fin, eso ocurrió en mi laboratorio particular. No ocurrió así en su propio escenario, mucho más atractivo que el mío, ya que ella tuvo su momento sagrado al descubrir la Villa Adriana en 1924. Paseó por el jardín antiguo, entre estatuas, fuentes, templos… Las esculturas, tan ajenas a la joven paseante, con la mirada vacía, dicen algo. Cercanas al mismo tiempo que lejanas. ¿Esa paradoja es lo sagrado? No queda más que el largo camino de la suposición para llegar al pasado. Desenterrar voces de entre los legajos, buscar la vida entre las habitaciones del emperador Adriano. El vértigo del pasado remoto. El pasado causa esta extraña sensación puesto que, para entenderlo, hay que levantar y desempolvar algunas capas de pensamiento. Hemos olvidado que en otros siglos piensan de manera extraña. Nuestros más sencillos pensamientos son, incluso, sustancia muy ajena vistos desde el siglo más contiguo. En fin, Zenón, en esta novela, vive el periplo de su vida. Eso, en este momento, no nos importa. Sólo quiero llamar la atención en el hecho de que es capturado por la Inquisición y que está condenado a morir. El protagonista pasó seis años escondido, con nombre falso, y al final, es juzgado por sus ideas heréticas. La condenación, en ese siglo como en éste, no es cosa de la justicia, ya que todo es negociable. Es posible pedir ayuda, andarse por las ramas de las influencias políticas y recordar que Zenón tiene una hermana, Martha, hace tantos años extraviada. Lo que nos ha quedado claro, en otro capítulo anterior, es que fue casada con un primo, un rico banquero. Así que el viejo maestro de Zenón, el canónigo Bartholommé Campanus, manda una carta a Martha, la hermana que vive en su palacio. Naturalmente, ella se acerca a su esposo para pedir que interceda por la vida de su hermano. Sólo que no es uno de los asuntos más importantes de ese matrimonio. La petición de clemencia se traspapela en el escritorio de la conversación, queda debajo de algunos otros asuntos más cercanos. De cualquier manera, Martha comparte algo con su hermano: ambos han vivido fingiendo. Los dos han escenificado sus falsas virtudes. Ella, actuando su felicidad con tal de mantener la fortuna que le permite vivir en la opulencia. Y él, bueno, él se transformó en otro para viajar tal vez. ¿O quería vivir sus vicios? ¿Sólo nuestra máscara nos permite vivir nuestra vida? ¿Qué ocurriría si decidiéramos abandonar nuestro disfraz? Abandonar el guion del que hablé arriba, quitarse el vestuario y vivir. Quién sabe. En realidad, lo que parece que importa en esta historia está un poco al lado de los personajes: son sus objetos. La caja de golosinas, la sábana de seda, el libro ricamente empastado, el sillón, la cama, la impresionante vajilla… Son lo único que nos queda. Todo lo demás, las generaciones que pasan, son suposiciones. Si bien la autora piensa que no nos alcanzaría la existencia para averiguar el origen de cada uno de los objetos que nos rodean, su imaginación basta para evocar lo que los rodea. El objeto crea su fantasma. Eso me parece muy buena señal de que hemos llegado a algún lado. A las ausencias que rodean los objetos y los toman entre sus manos. Esta autora viajaba a los lugares para recordar, para imaginar. Hay algo tangible en su obra. A veces, los grandes elogios nos hacen decir que “hay algo intangible en la obra de cierto autor”. Aquí, pienso que disfruté las ciudades y su podredumbre. Vi a los fantasmas jugando a esconderse. Pero también vi a Zenón acudir a la muerte con cierta complacencia de enfrentar el juicio de sus actos. Una novela que ocurre en el pasado también debe de ocultar algo. <i>Opus nigrum</i> apareció en las librerías en los días de las revueltas juveniles de mayo 1968. Ignoro si la evocación de las rebeliones del siglo XVI eran una manera de reflejar el siglo XX. Dicen los biógrafos de esta autora que al abrirse las páginas la novela, el mundo del siglo XVI se desbordó por las calles de París, con sus desgracias y sus rebeliones. Y un personaje, Zenón, caminó por la ciudad, extrañado de no sentirse extraño en el siglo XX.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Marguerite Yourcenar. <i>Opus Nigrum </i>/ <i>L’oeuvre au noir </i>(1968), tr. Emma Calatayud. México, DeBolsillo, 2017.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-45647308894633781512023-03-18T20:28:00.001-07:002023-03-18T20:28:33.155-07:00Miradas al mundo virreinal, de José Carlos Rovira<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></b></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgx-flLI72phRJhWgKSJ1iw3Q4C41bjXDIWyS68XxWd-l-GM-ijTYmJXqLnufm6RUlGVkouYVLk1wDRNIlmTs9C-oXfE01x7oYrGnFQ9KWUYBdWzrmfyU_kXDjgP9mthFxEc58UzeI8T8YXQ5Xu-kEj-Oyh8lEUkGRiJIaPL3dM9om5jZWxiy2UVlG3tg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1036" data-original-width="1024" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgx-flLI72phRJhWgKSJ1iw3Q4C41bjXDIWyS68XxWd-l-GM-ijTYmJXqLnufm6RUlGVkouYVLk1wDRNIlmTs9C-oXfE01x7oYrGnFQ9KWUYBdWzrmfyU_kXDjgP9mthFxEc58UzeI8T8YXQ5Xu-kEj-Oyh8lEUkGRiJIaPL3dM9om5jZWxiy2UVlG3tg" width="237" /></a></div><br /><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">¿Y si volvemos por un rato al mundo literario del virreinato? Veremos en sus libros: las llamas de la condenación eterna, las flores de Asís, hipérbatos y alegorías, enigmas poéticos, celdas de monjas, representaciones teatrales acompañadas de chocolate servido en mancerinas… y bastante barullo que llega desde las calles. No ha sido posible para el editor quitar todo ese vocerío. En esta reunión de textos académicos, <i>Miradas al mundo virreinal</i>, su autor, José Carlos Rovira, ha querido mostrar en lo posible todo ese escándalo que sale de los documentos, pues las antiguas calles de las ciudades también hablan, lo mismo que la iconografía de entonces. Me gusta que no es del tipo de académicos que cierra las puertas y las ventanas para que escuchen sólo sus pares de las universidades. Además, intenta relacionar todo eso con el mundo literario de hoy, pues por lo general la literatura colonial americana se maneja como un mundo aparte, una ínsula a la que sólo llegan los telescopios de los especialistas. Le interesa saber, por ejemplo, cómo es que los intelectuales dieciochescos se aproximaban al mundo indígena, cómo es que el lejano reino de Paraguay apareció en el <i>Cándido </i>de Voltaire, o bien se detiene a leer un raro libro con los pensamientos filosóficos de un médico español afincado en Dominicana. Es un mundo demasiado exuberante, así que se nos aconseja no visitarlo nunca sin un guía que nos lo descifre. En ese mundo, los libros que nos cautivarían… ni siquiera podríamos entenderlos si quisiéramos leerlos en sus ediciones originales. Y aquellos que tienen un título tentador nos matarían de aburrimiento. Quiero mencionar uno de ellos, escrito por fray Joaquín Bolaños, <i>La portentosa vida de la Muerte, emperatriz de los sepulcros, vengadora de los agravios del altísimo y muy señora de la humana naturaleza</i> (1792). Nos advierte Agustín Yáñez que es un libro aburridísimo, y que la falta de talento novelesco de los escritores novohispanos se debe a la real cédula que impidió la llegada de novelas a América. Sin embargo, con los capítulos de este libro José Saramago habría escrito un libro maravilloso. Sólo para dar una idea, aquí algunos de ellos: “Patria y padres de la Muerte”, “Se da razón quién fue abuela de la Muerte”, “Pesadumbre de la Muerte en el fallecimiento de un Médico que amaba tiernamente”, “De un susto que dio la Muerte a un pobre rico”, “Correo del otro mundo enviado por la Muerte a la ciudad de Celaya” y “Senectud de la Muerte y principio de sus agonías”. Se nos indica que el autor de este emocionante libro de decepcionante contenido era natural de Zacatecas, sitio a donde seguramente llegaba una nutrida bibliografía relacionada con la Muerte. Mucho antes de que existiera la Catrina, la Muerte ya tenía su biografía en estas tierras. El libro nos dice que cuenta asimismo con una nutrida iconografía virreinal. La vemos, en sus retratos: bailar, meditar, comer, aconsejar, perseguir, disparar un cañón, derrumbar una torre… Trabaja mucho, y nosotros quisiéramos verla descansar aunque fuera un rato.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">José Carlos Rovira. <i>Miradas al mundo virreinal. Ejemplos en la literatura hispanoamericana y recuperaciones contemporáneas</i>. México, UNAM, 2015.</span><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></span></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-60511294569289263782023-03-11T01:01:00.002-08:002023-03-11T01:01:26.607-08:00Altazor. Temblor de cielo, de Vicente Huidobro<p><span style="font-size: large;"> <b style="font-family: "Times New Roman", serif; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"> </span></b></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><span style="font-size: large;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjD8RSRFSv7kYh7p3C6ZPFrC0JPODSCRkLwkwMNZ7er_bJWnNVhZqDMwynPX2MEtmTvgQtUT0RBeQWHHYHbeMZaIZ9hqAHH4PQtgr0dlkY6lYNoRYzj1ptww47wPjJfyVcdhsXQRjLAielPKwceo6ZovZt1Tb3XsacEVQf1b3gN5WDsAyGedbk23tL1Sw" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1212" data-original-width="758" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjD8RSRFSv7kYh7p3C6ZPFrC0JPODSCRkLwkwMNZ7er_bJWnNVhZqDMwynPX2MEtmTvgQtUT0RBeQWHHYHbeMZaIZ9hqAHH4PQtgr0dlkY6lYNoRYzj1ptww47wPjJfyVcdhsXQRjLAielPKwceo6ZovZt1Tb3XsacEVQf1b3gN5WDsAyGedbk23tL1Sw" width="150" /></a></span></div><span style="font-size: large;"><br /><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><i><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;">Altazor</span></i><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; line-height: 28px;"> (1931), de Vicente Huidobro (1893-1948), es un extenso muestrario de recursos poéticos, pero tiene un letrero en la puerta: “No usar”. Conforme los va creando, el autor los va agotando hasta llegar al punto en que los convierte en una serie de alas quemadas por el sol. “Nada de lo que está aquí sirve para la poesía”, parece decir. “Si intentas volar con estas alas, ni siquiera te elevarás. No aspires a ser un Ícaro con mi instrumental. Intenta tu propia caída. La mía, aunque parece caída, es en realidad el único ascenso concebible dado que me desplomo con mi propia invención.” La poesía lleva muchos siglos enseñándonos que no hay nada nuevo bajo el sol. Y, sin embargo, la monotonía de la vida no nos aburre. Y ante este paisaje hecho de imágenes, de creaciones que nunca había visto la naturaleza, ¿qué diremos? Que la novedad cansa más rápido, agota muy pronto la sorpresa. Novedad de novedades, todo es novedad. Anteriormente, la poesía era una manera de conocer el mundo, de penetrar en el pensamiento del Creador. Pero este Pequeño Dios que escribió <i>Altazor</i> le intenta dar lecciones a la naturaleza. Muy bien, poeta de mil novecientos treinta y uno, le arrancaste la palabra a los profetas y viniste a dar tu buena nueva. Qué lástima que tu revelación dura poco: se agota en sí misma. A pesar de tu alta entonación, no sirve para predicar nada. Hay que bautizar de nuevo los planetas, las cosas. Mira: algo nunca antes visto. ¡Qué buena ocasión! Hay que sacar la botella e inaugurar este fenómeno como a un barco. Lo echaremos a andar para que naufrague inmediatamente. Lo que pasa es que no tengo nada que decir. Sólo que haré con ese vacío mi gran arquitectura. Antes de que se te ocurra seguirme, segaré mi influencia en el mundo para que no bebas de ellas. Por otra parte, mi agua está envenenada, así que haz lo que te plazca. Soy inimitable, inigualable e incoloro, inconsútil e inútil. Además, todo ha naufragado, el Titanic, la Belle Époque, los frutos del dulce colonialismo. Esperemos, mientras tanto… Dadme algo para entretenerme antes de que llegue una nueva tragedia: algún descubrimiento que no huya a cada paso. Sufro desde que soy nebulosa. Conque desde allá viene cayendo este discurso. Desde las estrellas. Vienes de muy lejos, pero no sé a dónde quieres llegar. A dónde quieres llegar con tus preceptos. Pensaba esperarte cuando llegues al piso, a esta Tierra. Pero ya veo que te desmoronas al caer. Apenas llegarán cenizas, polvo de estrellas, a estas regiones. Aquí acaba de suceder una catástrofe (es la costumbre) y Europa está poblada de tumbas. Es 1919 y aún no florece nada. Siéntate a esperar. O mejor, vuela. Aléjate. O cae. Disuélvete. Dispérsate. Ciérnete. Entretente conjugando verbos y pégale algunos complementos. Algo habrá de prender en la tierra y habrá de florecer con un color nuevo. No te tengo buenos augurios en cuanto a tu poética, pero eso no te quita tu omnipotencia sobre el poema.<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;">Vicente Huidobro. <i>Altazor</i>. Temblor de cielo (1931), ed. René Costa, 23ª ed. Madrid, Cátedra, 2020. (Letras Hispánicas, 133)<o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: large;"> </span></span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8182128635017165056.post-2669116378937494742023-03-05T01:19:00.006-08:002023-03-05T01:19:28.389-08:00El instante mágico, de Marcus Chown<p><br /></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><b style="text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhiz-Uvd-j28kkVlu3y4-BHxifZ5O4Fup8bqI36g334LCm52NQcOz_nCUcOfovsqQQOHjkKerXR311WdOf4nnMMG1yit9Bi68-ML0U8maKAkHbfaO52EoGxMYmLCoz1Y6ev4aEjAGFthBSSlTVkgngY0I0OhS2Q4cug5ErADN4WfXx3WOMGWtZAVvoPQA" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1000" data-original-width="668" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhiz-Uvd-j28kkVlu3y4-BHxifZ5O4Fup8bqI36g334LCm52NQcOz_nCUcOfovsqQQOHjkKerXR311WdOf4nnMMG1yit9Bi68-ML0U8maKAkHbfaO52EoGxMYmLCoz1Y6ev4aEjAGFthBSSlTVkgngY0I0OhS2Q4cug5ErADN4WfXx3WOMGWtZAVvoPQA" width="160" /></a></b></div><p></p><p align="center" class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: center;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; line-height: 24px; margin: 0cm; text-align: justify;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt; line-height: 28px;">Cuando Isaac Newton formuló, en 1687, la Ley de la gravitación universal, dejó para después el problema de que la atracción entre los cuerpos ocurre aun existiendo un vacío entre ellos, como en el caso de los planetas y el sol. ¿Cómo podría darse esta atracción no existiendo un medio que transmita esta fuerza? Años más tarde, hacia 1821, el Michael Faraday comenzó a concebir la idea de los campos de fuerza: algo así como una niebla invisible que llenaba el espacio vacío. Así, “un campo cargado eléctricamente creaba un campo de fuerza eléctrica sobre el espacio que lo rodeaba”, explica Marcus Chown, el autor de este libro. El conocimiento de la gravedad permitió inferir la existencia de nuevos cuerpos celestes. En 1846 se descubrió Neptuno, el primer planeta descubierto sólo con anotaciones en un cuaderno y no con ayuda del telescopio. Actualmente, el descubrimiento de Newton continúa haciendo descubrimientos: Chown dice que el más importante de ellos es la materia oscura, la cuarta parte del universo, pero de la cual se ignora casi todo. Mientras leía este libro, iba comprendiendo la construcción intelectual que los descubrimientos científicos han ido acumulando. Un científico seguido de otro desmenuza la idea de partícula, de universo, de masa… Pero al cerrar sus páginas, mi mente otra vez se convertía en una nebulosa de ideas. No obstante, aun cuando es muy pequeño mi conocimiento en torno a la física, alcanzo a vislumbrar que existe una íntima relación entre lo infinitamente pequeño y lo monstruosamente inmenso. Es importante decir que, en el campo de la ciencia, los honores y los premios tienen la misma importancia que los protones y las ondas electromagnéticas. Así que los científicos tienen un sencillo movimiento oscilatorio que va del desánimo a la confianza. En el caso del campo electromagnético, varios científicos se disputan el honor de haber descubierto la “radiación de fondo de microondas”. Sin embargo, dos investigadores de los Laboratorios Bell, en New Jersey, fueron reconocidos con el Premio Nobel de Física en 1978 por este descubrimiento: Arno Penzias y Robert Woodrow Wilson. ¿Qué significa este descubrimiento? Se trata del residuo que el Big Bang dejó en forma de radiación en todo el universo. Según Chown, si esta radiación fuera visible, entonces todo el espacio tendría un brillo completamente blanco. Así que ese descubrimiento permitió fundamentar la teoría del Big Bang, teoría que indica que durante los primeros minutos de vida del universo fueron creados los elementos más ligeros, en tanto que los elementos más pesados fueron posteriormente fabricados dentro de las estrellas. Este tipo de lecturas causan un vértigo cósmico que posteriormente me conducen a aferrarme a los tangibles días, kilos, metros, años y centímetros.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;">Marcus Chown. <i>El instante mágico / The Magicians </i>(2020), tr. Franciso J. Ramos Mena. Barcelona, Blackie Books, 2021. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: "Times New Roman", serif; margin: 0cm; text-align: justify;"><b><span lang="ES" style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></b></p>Pável Granadoshttp://www.blogger.com/profile/04609011656434811413noreply@blogger.com0