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sábado, 25 de enero de 2025

Obras históricas, de Ignacio Manuel Altamirano



Hay cierta ambigüedad en los textos históricos de Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), pues los editores incluyeron en este tomo de sus obras completas los textos sobre hechos que le fueron prácticamente contemporáneos. Sin embargo, esos textos podrían ser considerados como parte fundacional de lo que llamamos ahora “historia oficial”. Pero él los escribió para combatir la versión conservadora de la política mexicana. Los escribió para dar una versión autorizada de la Guerra de Reforma y de la Intervención Francesa, dado que él fue uno de los actores protagónicos. Yo no sabía, pero su máximo orgullo militar fue la batalla del Cerro del Cimatario, el 27 de abril de 1867. En la mañana de ese día, Altamirano estuvo al mando de una fuerza de 300 caballos y se unió al regimiento del coronel Juan Doria, para recuperar esa posición que las fuerzas republicanas acababan de perder. El Cerro del Cimatario se alza al sur de la ciudad de Querétaro; era el punto en disputa entre republicanos e imperialistas. Muchos años más tarde, en 1883, Altamirano escribió su visión de la Historia Moderna de México, pero se dedicó a narrar de manera personal lo que le tocó ver. Así que se puede casi ver el cerro árido, las plantas de mezquite y el huizache… En esos días de 1867 se dieron los combates decisivos para la victoria liberal. Nada más natural que la emocionante evocación de Altamirano. Si los combates finales se dieron en esa zona fue porque el presidente Juárez instaló su gobierno en San Luis Potosí, así que Maximiliano decidió salir de la Ciudad de México y lanzar la ofensiva final desde Querétaro. Al mismo tiempo, Puebla, que estaba tomada por los conservadores, fue tomada por Porfirio Díaz, quien mandó fusilar a varios de los generales prisioneros. Leonardo Márquez, el más cruel de los generales del Imperio, se dirigió a la Ciudad de México a tratar de detener a Díaz, por lo que Querétaro quedó definitivamente incomunicado. Lo que ocurrió el 27 de abril fue que el general Miramón logró tomar el Cimatario, en donde se adueñó de 22 piezas de artillería y de todos los trenes y municiones. De manera inmediata, el general Escobedo tomó las medidas para recuperar la plaza, pues la toma del Cimatario le hubiera permitido a los conservadores escapar del sitio de la ciudad. Ese día fue, según los historiadores en donde Altamirano se cubrió de gloria. Sólo que en su recuento, no menciona su participación: le atribuye todo el mérito al coronel Doria, al que se unieron más batallones a lo largo del día. Y aunque los liberales recuperaron la plaza, Miramón pudo llevarse todo el botín. Después de esa derrota, todo fue desesperación para el bando de Maximiliano, quien entregó derrotado su espada al general Mariano Escobedo. Pocos días después, como es sabido, Maximiliano fue fusilado en compañía de Miramón y Mejía. Altamirano dice que el Partido Conservador por mucho tiempo tuvo gran pesar por el fin de Maximiliano, aunque también se mezcló con remordimiento, pues ese partido fue causa del fin trágico del príncipe austriaco. No está de más recordar en estos días la fascinación de los conservadores por recurrir a las fantasías de intervención extranjera…

 

Ignacio Manuel Altamirano. Obras históricas, pról, Moisés Ochoa Campos. México, SEP, 1986. (Obras completas, II)

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