Ha
cambiado mucho el panorama político desde que se concibió este libro con
semblanzas de los posibles contendientes a la Presidencia de la República. De
hecho, desde que lo leí hasta este momento, ha seguido cambiando rápidamente.
Margarita Zavala y Miguel Ángel Osorio Chong han pasado de ocupar las
iluminadas marquesinas de las Grandes Expectativas a un modesto lugar en el
cesto de los políticos no reciclables. Osorio, bajo la sombra de Ayotzinapa, el
gran crimen de este sexenio; y Margarita Zavala, con un discurso muerto si
intenta independizarse y muerto si pretende ampararse en el periodo criminal de
su esposo. De José Antonio Meade se esperaba menos de lo que se espera hoy,
pues su capítulo ocupa el último lugar entre los “suspirantes”. En este instante,
los cabalistas del PRI buscan las palabras que, pronunciadas sobre la arcilla
de su campaña, le otorguen la vida. Mayor vida tienen las encuestadoras, a
pesar del descrédito en que las hundió el diario Milenio hace unos años. Me parece que el eclipsamiento de Eruviel
Ávila impidió que los lectores se fijaran en el texto que le dedica Humberto
Padgett, un capítulo que podría ser parte de una novela aterradora si no fuera
porque pertenece cotidiana nota de sociales: orgías con adolescentes en que
presuntamente participaba también el obispo Onésimo Cepeda. Algún día se harán
esfuerzos para recordar algunos de estos nombres, serán parte de la trivia,
pero hoy son actores políticos rodeados de cortesanos que los convencen de la
posibilidad de llegar. Llegar: verbo que, en este contexto, ni requiere
complemento. Las noticias vienen y nos dicen que el ex Rector de la UNAM se
encuentra molesto, pues tomó demasiado en serio el horizonte que le dibujaron
en las reuniones. Debo decir que, en lo posible, estos textos presentan las
virtudes de sus personajes: las contrastan con sus defectos. Así que me imagino
que se aproximan a la realidad. Como se intenta plasmar su ideario, el
ejercicio es apasionante para el lector. Pero sea cual sea la decisión de los
electores, votaremos contra los indígenas, pues el movimiento nacional que han
llevado a cabo estas comunidades ha apoyado una luchadora social cuya campaña ha
enfrentado todas las adversidades que le ha impuesto el Instituto Nacional
Electoral. La Ley General en Materia de Delitos Electorales es, por su parte, lo
suficientemente ambigua como para que los partidos políticos (especialmente
uno) persista en su costumbre de regalar tarjetas, ya que ni siquiera el diez
por ciento de estos delitos alcanza una sentencia. Ante estos libros de
bibliografía pasajera me asalta una duda: ¿guardarlos o tirarlos? No sé si
dentro de algunos años, alguna visita quiera saber quién fue Aurelio Nuño y qué
pensaba acerca de la educación.
Jorge Zepeda Patterson (coord). Los suspirantes 2018. México, Planeta,
2017. (Col. Temas de Hoy)
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