Dorothy Allison murió a finales de 2024, pero su fallecimiento no fue noticia entre nosotros. Bastarda (1992), que había sido editada por Alfaguara en español en 1999, fue reeditada a los treinta años de su publicación por Errata Naturae, editorial española. Por desgracia parece que es la única obra suya disponible en español, y aunque la crítica ha destacado la tragedia que marcó su entrada en la adolescencia, el libro es también una declaración de amor a su natal Carolina del Sur y también a la música góspel. Una declaración de amor, pero también una detallada descripción de la decepción que pueden causar las cosas que amamos. Poco se salva de ser desvirtuado en esta novela de forma auobiográfica. Una bella argamasa de situaciones divertidas y trágicas. Por ejemplo, desde el primer capítulo en que la madre de la protagonista tuvo que mantenerse hospitalizada cuando su hija nació, por lo que fue llevada a registrar por su abuela, quien no evitó que en el acta de nacimiento quedara para siempre la palabra “bastarda”. Es la palabra que marca la vida de Bone, como la llama la familia. En realidad, marca más a su madre que a ella, quien se olvida rápidamente de esa palabra y de su significado. Aunque hay una connotación de degradación, realmente significa nacer fuera del matrimonio. Y quizá eso explique la conducta de la madre, quien sacrifica todo por la ilusión que trae conseguir un esposo. Todo, hasta el destino de sus hijas, lo sacrifica por tener un hombre a su lado. Mientras, en Bone nace un amor por la música. Incluso, es capaz de ser amiga de la niña más desagradable de la clase, sólo porque es hija de dos representantes de artistas de góspel, así que es invitada a los conciertos de los músicos de la región, a quienes conoce en sus miserias y en sus excelsitudes musicales. Escucho, por ejemplo, a Patsy Montana, quien grabó en 1934 su canción I Want to Be a Cowboy's Sweetheart, con la que se convirtió en la primera mujer del country en vender un millón de discos. Era de la lejana Arkansas, pero se escucha en Carolina del Sur. Pero detrás de las noches calurosas, en que las tías y las primas se sientan en el portal a escuchar música, rodeadas de los ruidos de los insectos, se siente la violencia latente, como un contrapunto musical, una melodía ominosa y vulgar que tendrá su propio espacio como tema solista de esta novela. El padrastro sentará a su hija entre las piernas, la tocará, comenzará a agredirla poco a poco, en un crescendo que contendrá golpes. Pero aún no es el momento de la verdadera violencia. La violencia auténtica de esta narración es preparada por la madre, quizá a su pesar. Nadie lo sabe, nadie lo puede incluso predecir, pero es la madre (a quien está dedicado el libro), la que no puede escapar del amor por su esposo, aunque esto signifique traicionar a su hija. Leo, después de esta novela, sobre la vida y el pensamiento de la autora, y me doy cuenta de su madurez como pensadora feminista. Desde esa madurez narra su infancia, pero nunca interfiere con la voz de ella misma a los doce años. La deja sola en su circunstancia, contando la belleza y el terror de la infancia.
Dorothy Allison. Bastarda / Bastard Out of Carolina (1992), tr. Regina López Muñoz. Madrid, Errata Naturae, 2022.