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jueves, 17 de abril de 2025

El cuarto mandamiento, de Newton Booth Tarkington



The Magnificent Ambersons (1918), del escritor estadounidense Booth Tarkington (1869-1946),  fue la novela que obtuvo el Premio Pulitzer en la categoría de Ficción, en 1919. En español fue traducida como El cuarto mandamiento, y su versión cinematográfica, realizada por Orson Welles justo después de haber dirigido El ciudadano Kane, también ha sido conocida en español como Soberbia. Con el nombre original, Alfonso Arau dirigió una nueva versión del guion de Welles, en 2001.  Cualquiera de estos títulos le quedan bien, sin embargo, no se trata de un texto reconocido en español. Si lo fuera, podríamos agregarlo a la lista de textos en torno a la decadencia de las familias a través de las generaciones, como Los Buddenbrook o los Buendía. Los Ambersons viven en una ciudad en algún lugar del Middlewest (tal vez Indianápolis, la ciudad natal del autor), a finales del siglo XIX, cuando los automóviles todavía no aparecían en el horizonte de las poblaciones. Las escenas de nostalgia, antes de la luz eléctrica, cuando los tranvías de mulas, son de lo más efectivas, así como las detalladas descripciones de la moda, de los tipos de zapatos y de sombreros en rápida sucesión. Y en esas calles que poco a poco se ensanchaban, que se sorprendían con la música de moda y con el lujo, se instalaron los Ambersons, estirpe que tenía su riqueza de sus terrenos y sus negocios algo difusos. Se sabe que la hija de los Ambersons, Isabel, fue una belleza en su juventud… Al inicio de los acontecimientos debe de tener un poco más de treinta años, es decir, una edad nada interesante para el amor. Sigue siendo bella, pero su hijo adolescente no puede siquiera concebir que una persona de esa edad pueda seguir pensando en el amor. Por ahí, en algún pasaje, dice el autor que sólo la gente de cierta edad puede tolerar una historia en que los enamorados ya no son jóvenes. De hecho, no nos aburrirá con amores maduros. A un baile celebrado en la mansión Amberson llega una bella joven de la que se enamora de inmediato el joven Amberson, George, hijo de Isabel. Sólo que esa joven, Lucy, es la hija de Eugene Morgan, un antiguo pretendiente de Isabel, que muchos años antes dejó su sitio en el cortejo al futuro padre de George. La “soberbia” del título (al menos, del título traducido) es la de George, el joven Amberson, que luego de quedar huérfano de padre se da cuenta de que el amor entre su madre y su antiguo pretendiente nunca se apagó del todo, así que decide tomar la decisión de abandonar los Estados Unidos y llevarse a su madre con él a vivir a París. Isabel casi regresará a su ciudad natal a morir… sin que su hijo le permita ver a su amor verdadero. Qué raro hacer el recuento de una historia así, no sé si estoy en edad de hacerlo. Me imagino que no. O más bien, que estoy en edad de escandalizarme de la soberbia de la juventud. Finalmente, a eso juega el autor: le quita la soberbia a su protagonista, pero para ello hace que el personaje de Isabel renuncie al amor. Por último, la historia acaba con relativa felicidad, todo porque Isabel se manifiesta en una sesión espiritista en que parece indicar sus deseos póstumos (más abnegación). No sé qué pensar de esta escena porque tengo fascinación por las historias de espiritismo, así afeen las obras de los escritores…

 

Newton Booth Tarkington. El cuarto mandamiento / The Magnificent Ambersons (1918), tr. y notas, Regina Fernando Santos. Madrid, Aguilar, 1951. (Col. Crisol, 329)

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