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miércoles, 16 de noviembre de 2016

La señora Craddock, de William Somerset Maugham



Tenía ganas de leer a William Somerset Maugham (1874-1965) porque sabía que fue el novelista mejor pagado de su tiempo. Me encontré con una novela muy convencional, lo cual no debería de sorprenderme demasiado, ya que las novelas más leídas de una época quizá lo sean precisamente por su capacidad de ser comprendidas por muchos lectores. La señora Craddock cuenta la historia de Bertha, una joven de clase acomodada de la última década del siglo XIX, que, ¡cediendo a Los impulsos de la pasión física!, se casa con un granjero de su pueblo. Conforme avanza la novela se observa que el matrimonio, como era de esperarse, no funciona. Él es un hombre conservador que no entiende nada de exquisiteces espirituales, y ella, una especie de Emma Bovary que no sabe cómo salir de las estrechas paredes de su mundo. Cree que teniendo una hija atraerá más la atención de su esposo, pero éste no ve en ese hecho nada trascendente. Un parto como ve diariamente entre las vacas. Al igual que la novela de Flaubert, la protagonista está al borde del adulterio. En realidad, Flaubert va mucho más lejos en todos los sentidos: en el moral y en el estético. Aquí el adulterio no se consuma. Hay ciertas críticas a la moral victoriana (no muy profundas) y a la religiosidad sin espiritualidad que practican los vecinos de la señora Craddock. Esa religiosidad que muchas veces consiste en frases de escándalo. Quizá lo mejor logrado de la novela es el episodio que protagoniza el esposo granjero: de ser menospreciado por los vecinos pasa a ser un aspirante a la política local. Así que se atreve a integrarse al bando conservador del pueblo, para lo cual se atreve a dar un discurso a los vecinos. Qué terrible momento para su esposa, la cual presencia una perorata llena de sentimientos vulgares, retórica barata, frases huecas mezcladas con ignorancia y jactancia y, sobre todo, lenguaje pomposo. En qué momento acabará, los segundos torturan a Bertha, se imagina las miradas censoras de todas sus amistades. Pero he aquí que finalmente ha terminado. Y para sorpresa de ella, su esposo cosecha aplausos encendidos y se gana finalmente la admiración del pueblo. ¡Qué bien, habíamos juzgado muy duramente a Bertha, pero ahora vemos que se casó con un hombre sensato! Toda semejanza con las recientes elecciones de los Estados Unidos debería de causarnos desasosiego. Se abre aquí el espacio para la meditación, no sobre la novela sino sobre la sociedad de todos los tiempos. No obstante, el autor nos señala que se trata del retrato del fin de una época, la Inglaterra agrícola que se acabó con el siglo XIX. Los pequeños detalles, que me gustan mucho, no se le escapan a Maugham: a las mujeres de entonces les gustaba presumir su cintura de 45 centímetros, no existía el esmoquin y sólo los jóvenes más elegantes usaban chaleco blanco. Ah: y el automóvil todavía era considerado un sueño del futuro.

William Somerset Maugham. La señora Craddock / Mrs. Craddock (1902), tr. de María Faidella Martí. Barcelona, Alba Editorial, 2000.

1 comentario:

Leticia Alaniz dijo...

Me encantan las novelas de William Somerset Maugham y sobre todo me gusta leer sus personajes femeninos. En la Señora Craddock, se retrata un matrimonio desigual que engancha al lector porque en un principio parece que todo va para mal y el matrimonio acabará tristemente en una cárcel social típica de la época victoriana. Pero al final nos sorprende como el esposo de la Señora Craddock no comparte el caracter socialmente no conformista de la protagonista. ¡Me encantó leerte Pavel! Gracias! Leticia Alaniz Cano