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miércoles, 1 de julio de 2015

El beso de la quimera

 

Quién sabe si el Colegio de San Luis publicó este libro para mostrarlo o para esconderlo. En el colofón se lee que se hicieron sólo 250 ejemplares y que se terminó de editar el 31 de diciembre de 2012, lo cual me da muy mala espina. Pareciera que se hizo nada más para cumplir con requisitos académicos, y de la manera más discreta posible. Para el autor, los escritores decadentistas fueron cautivados por la quimera, un ser híbrido que representa la subversión: con partes de serpiente (la vanidad), de macho cabrío (la lujuria) y de león (el afán de poder). Poco más se puede sacar en claro de este libro, ya que el autor no tiene claro el tema de que trata. A lo largo de numerosas páginas, zurce pasajes que se anulan entre sí. En algún momento, cita a Octavio Paz (“El modernismo no consiste nada más en la asimilación de la poesía parnasiana y simbolista que realizan algunos ávidos poetas hispanoamericanos”) pero sin consecuencias en su argumentación. De hecho, no hay argumentación sino una serie de oraciones inconexas. Veamos unas cuantas frases dedicadas a explicar en qué se distinguen los términos modernismo, simbolismo y decadentismo: “El decadentismo mexicano nació para proponer algo distinto al modernismo”, “los decadentes mexicanos no fueron sino una continuidad natural del primer modernismo”, “el simbolismo fue un paso previo al decadentismo”, “tanto el modernismo como el decadentismo se originaron en el simbolismo”, “el decadentismo es uno de los rasgos del modernismo”, “todavía hay investigadores empeñados en reducir el decadentismo al modernismo”, “en realidad, el auténtico sinónimo del decadentismo fue el modernismo, un sinónimo más preciso y riguroso que el de simbolismo”, “ese movimiento que en Francia y Europa se llamó simbolismo, en Hispanoamérica comenzó a llamarse modernismo”. Así por el estilo hasta la página 460… Mejor cerremos el libro para elogiar la ilustración de portada, un cuadro de Julio Ruelas titulado Entrada de don Jesús Luján a la Revista Moderna. Pero un momento… Si el autor afirma que el Decadentismo terminó en 1898, ¿por qué ilustra su libro con un cuadro pintado en 1904? ¿Y por qué todas las ilustraciones de Ruelas que aparecen en el apéndice son posteriores a 1898? Si siempre se ha dicho que la Revista Moderna fue la principal publicación de los decadentistas, ¿por qué sólo se refiere a la Revista Azul (en donde tuvo un lugar prominente el Parnasianismo)? Volvamos a la lectura. En la página 194 afirma que: “en 1898 las cosas habían cambiado mucho: se había firmado el acta de defunción del decadentismo, sus integrantes se habían sumado al modernismo”. Curiosamente, años después siguió habiendo manifestaciones del Decadentismo, y el autor las menciona, aun cuando no se retracta de esta frase. A estas alturas, las páginas de este libro parecen los pasillos de la mente de un psicótico. Y eso que no hemos llegado a lo mejor, en la página 316 afirma que los Decadentistas ni siquiera eran Decadentistas, sino unos jóvenes que se pusieron este nombre como una estrategia de promoción. Se supone que un buen director de tesis sería capaz de detener un texto así antes del examen de licenciatura. Este autor ha llegado, sin embargo, a los niveles del Sistema Nacional de Investigadores. De todas maneras, no está de más poner un cerco sanitario antes de que la “metodología” del autor pueda extender sus males en la bibliografía dedicada al Modernismo.

Juan Pascual Gay. El beso de la quimera. Una historia del decadentismo en México (1893-1898). San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, 2012.

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