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sábado, 19 de junio de 2010

Todo será posible, menos llamarse Carlos



Todavía no nos recuperábamos de la desaparición de Carlos Montemayor y José Saramago, cuando se anuncia la muerte de Carlos Monsiváis.

Es un completo desconcierto.

Durante años, el ejercicio mental diario consistió en acudir a Monsiváis para conocer lo que opinaba acerca de todo. La precisión de sus palabras, la obligación de actuar, la perseverancia de su obra, el conocimiento responsable, la respuesta inmediata y lúcida, el compromiso con la cultura mexicana: son los grandes ejemplos de su vida y de su obra. Pero ante todo: la generosidad.

Fue el periodista cuya responsabilidad lo llevó a presenciar todos los hechos históricos y todas las manifestaciones sociales (su enfermedad realmente comenzó cuando fue a Sonora para estar cerca del caso de los niños asesinados por la irresponsabilidad del gobierno mexicano; ¡no: por su criminal responsabilidad!).

Puso por escrito todas sus reflexiones, reunió una invaluable colección de arte mexicano (que puso a disposición del público en el museo más concurrido de México), conocía todas las canciones, había leído todos los libros y había visto todas las películas –como lo hizo notar Octavio Paz.

Ningún escritor había tenido en nuestro país tal amplitud de temas, y mucho menos había contado con el instrumental estilístico ni con el conocimiento para abordarlos. No distinguió, por suerte, entre alta y baja cultura, y supo entender la de nuestro país en su totalidad. Son muchos los aspectos de nuestra cultura que quedarán sin voz, con el silencio de Carlos Monsiváis. Su obra proviene de Guillermo Prieto, de Ignacio Manuel Altamirano, del liberalismo del siglo XIX, de Alfonso Reyes, de Fernando Benítez, de los Contemporáneos... Ojalá no sea la última voz de esta tradición.

Monsiváis, si puede decirse así, fijó la cultura mexicana, tuvo palabras para situar los fenómenos sociales y culturales, la visión más amplia, el aforismo más contundente, la información privilegiada.

Y el humor. El humor que nos sirvió para poder reírnos del mal chiste de la realidad mexicana.

Todo será posible, menos llamarse Carlos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pavel, me imagino cuanto lamentas esta perdida. Te mando un abrazo fuerte. Monica de Letra Inglesas, amiga de Batis

Anónimo dijo...

Acá EL Marcos García Caballero reportándose desde aguascalientes, algún día nos veremos, vas muy bien, no te preocupes.

MGC