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sábado, 27 de agosto de 2022

Norte y sur, de Alfonso Reyes




 

Las temiblemente extensas Obras completas de Alfonso Reyes (1889-1959) están formadas de breves miniaturas. La proliferación de tantos textos pequeños también es temible, para los lectores tanto para los autores. Cómo ordenar, cómo saber que uno no se ha repetido (cosa inevitable), son ideas que a uno atormentan. Naturalmente, hay una línea continua que se va dibujando, las ideas crecen y afloran. Pero eso es algo que uno, como lector, va cazando mientras lee. Así que prefiero, de pronto, abrir el libro a la mitad, a ver en qué andará pensando este autor, cada día tiene un tema nuevo, sorpresivo, que no pierde novedad. En efecto, me encuentro con uno de sus temas largamente rumiados, la relación con Europa. Estaba de moda (en 1944) el libro Maximiliano y Carlota, de Egon Caesar Conde Corti, repleto de novedosa documentación secreta de los archivos europeos. Reyes vio en su juventud cómo los franceses que se quedaron en México luego de la Intervención se adaptaron sin problema nuestro país. Eso se debía a que se trató de un conflicto entre gobiernos, no de dos pueblos. Y me agrada que Reyes no tuviera empatía con Carlota y Maximiliano, la pareja de invasores. Al Emperador se le ha rellenado de una ideología que lo presenta como el ingenuo y buen hombre que llegó engañado a México. No ha dejado de decirse que era más liberal que Juárez, ¡pero Juárez jamás fue un imperialista invasor! Y su muerte derivó de su propia actitud, cuando firmó el decreto (3 de octubre de 1865) que pedía fusilar a los mexicanos que fueran detenidos con armas durante las 24 horas siguientes después de pronunciada la sentencia. No hacía más que seguir las ideas de Bazaine: “Todo individuo, cualquiera que sea, cogido con las armas en la mano, será fusilado. No se hará canje de prisioneros en lo sucesivo… Esta es una guerra a muerte; una lucha sin cuartel que se empeña entre la barbarie y la civilización; es menester, por ambas partes, matar o hacerse matar” (citado por Fernando Benítez, en Un indio zapoteco llamado Benito Juárez). Estos personajes y su corte mexicana de entreguistas son los que una ideología actual pretende justificar. Reyes dice que los más detestables de esa cadena son precisamente esos mexicanos que fueron a ofrecerle nuestro país a Maximiliano. Pero en el fondo son un eslabón de la epidemia de estupidez que cundió por Europa. Me ha llamado la atención este aspecto del ideario de Reyes porque rara vez muestra una dureza parecida. Varios sitios de la provincia mantuvieron vivo el recuerdo de Maximiliano y su paso por diferentes pueblos, de tal modo que la veneración por el Emperador creó un pensamiento que pretendía hacer de la provincia, de su tradición y de sus valores católicos el receptáculo del patriotismo verdadero. La reacción de hoy gusta de tener ensoñaciones con el relato de la invasión francesa.

 

Alfonso Reyes. Norte y sur. Los trabajos y los días. História natural das laranjeiras (1959), 2ª reimp. México, FCE, 1996. (Obras completas de Alfonso Reyes, IX)

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