El historiador texano Glenn W. Price escribió en 1967 un libro para desenmascarar el complot del presidente estadounidense James K. Polk en contra de México, que dio como resultado la guerra de 1846-1848. Ignoro completamente la manera en que Estados Unidos enseña su propia Historia, pero algo me dice que el empeño del profesor Price no tuvo resonancia alguna. Lo intuyo porque me ha sido imposible saber más de este académico que hurgó en los papeles privados de los políticos texanos del siglo XIX, y porque el presidente Polk ha mantenido a lo largo de los años el puesto del 12º mejor presidente de su país. En la soberbia de una clase gobernante, Price encontró las autoinculpaciones inconscientes de sus textos y pronunciamientos. ¿Cómo es posible que ese país (México) persista en luchar contra nosotros (Estados Unidos), ocasionándonos una carga económica que nos detiene en nuestra elevada y próspera carrera? (Es pregunta formulada por el Secretario del Tesoro de Polk). Por su parte Robert F. Stockton, comandante militar en el Pacífico, realizó su defensa del esclavismo, pues basado en las Escrituras consideró que no se trataba de un pecado; aun más: la esclavitud fue introducida a los Estados Unidos, por lo que era un acto ajeno a ese país: “La Gran Bretaña realizó este hecho cuando dependíamos de ella”. Los viejos colonos resistieron todo lo que pudieron a la esclavitud, pero no tuvieron las fuerzas suficientes para oponerse. En fin, no hay que alejarse de la Infinita Sabiduría, la cual sabe por qué puso a los pieles rojas en el camino de la civilización. Su extinción será, en todo caso, asunto de dicha Sabiduría. Lo que sí podemos vislumbrar de Su voluntad es que no quiere a los africanos libertos en América, los quiere de vuelta en su país. Por alguna curiosa razón, ambos bandos de la política norteamericana estuvieron de acuerdo: los negros libertos tenían que volver a su continente por el bien de América y, en segundo lugar, por su bien propio. Stockton viajó a África en 1821, llevado por su noble plan, y eligió una región en la costa occidental a la que llamaría Liberia, para llevar ahí a los esclavos liberados. Eso nos recuerda a otro gran promotor de la libertad, Henry Clay, quien tenía entre sus ideales la gradual emancipación de los esclavos, siempre y cuando fueran llevados de regreso a África, o a Haití. Dijo: “No podía haber causa más noble que la que… libraba al país de una parte de su población inútil y perniciosa, si no es que peligrosa”. Debe decirse que la adquisición de Liberia se debió a un tratado entre el Rey Peter y el enviado de Estados Unidos, es decir el comodoro Stockton. El tratado se dio de la siguiente manera: Stockton sacó una pistola, apuntó la cabeza del Rey Peter y le dijo que si no cumplía el acuerdo de vender las tierras lo mataría a él y a sus acompañantes. El Rey firmó con una X y recibió por Liberia la cantidad de 300 dólares. Al final de su relato, Stockton escribió que “la colonia fundada por la humanidad y liberalidad de Norteamérica no se quedará atrás de ninguna en sus contribuciones a la felicidad y a la gloria de nuestro Dios”. He acabado mi espacio, pero siempre lo habrá para volver a referirse a la bondad y a la nobleza del ser humano.
Glenn W. Price. Los orígenes de la guerra con México. La intriga Polk-Stockton (1967).México, FCE, 1974. (Colección Popular, 194)
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