Hace unos meses, durante una feria turística de México en
Ottawa, Canadá, pude ver cómo, del fondo de una caja, se desplegó como
saliendo de un capullo, un vestido teñido con cochinilla. Ese pequeñísimo
insecto que infecta los nopales y que desde siempre ha servido para teñir la
los hilos de algodón. Es ése que parece un tanque diminuto. Una munición
insectil que trae su propia sangre dentro. No sé si es su pariente o es el
mismo que aparece debajo de las piedras de los jardines. Y como no he aplastado
ninguna y no creo hacerlo nunca, me quedaré con la duda de saber de su color
interno. Puesto que son hemípteros, son los familiares más amigables de las
chinches. Se les deja vivir sobre las pencas de los nopales, para luego
rasparlas y exprimirlas, así su sangre ha teñido por siglos los telares de
Oaxaca. Este libro se centra en las mujeres de la familia Gutiérrez Reyes, de
Teotitlán del Valle, que han tejido por generaciones. Sus telas, sus colores,
sus diseños inspirados en los motivos de las ruinas zapotecas. Puesto que las
protagonistas usan el telar, mi comentario a este libro será textil. Los
autores y los diseñadores del libro tomaron entre sus manos los distintos
mechones que son los elementos del libro. Las numerosas fotografías a color, el
estudio antropológico, los testimonios orales de las mujeres de la familia, las
páginas con fondos de colores que contienen pequeñas citas de las
protagonistas, el diseño gráfico y tipográfico… Me parece que si este libro
fuera un textil, no estaría uniformemente tejido. Es cierto que la fotografía
antropológica es un producto espantoso. De ahí que sea preferible por mucho la
visión artística del fotógrafo. Sólo que en este caso me pareció que las
imágenes eran como un gran jarrón decorado pero destruido en cachitos. El
resultado mezcla dos tipos de fotos: las de amplios paisajes sin habitantes
(cielos, cerros, cúpulas) y las de detalles y texturas (acercamientos al pelo
de las señoras, guedejas de lana, imprecisas figuras en movimiento). Con lo que
lo propiamente humano se encuentra difuminado, demasiado estetizada la visión
del entorno. El discurso antropológico, independiente al principio del libro,
nos habla del pueblo, de sus costumbres, de sus leyendas, de manera puntual y
científica. Y por otra parte, las voces de las mujeres de esta familia, quienes
fundamentalmente hablan en zapoteco. Hay algo muy elemental en las historias que
aquí se reproducen. Quizá porque no hubo el tiempo o los medios para penetrar
al mundo de su lengua. Sofía Gutiérrez Reyes dice: “Hay tantas cosas que podría
contar que no va a alcanzar el tiempo”. Pero sólo se le dedica un párrafo a su
voz. Tal vez sea el problema de libros como éste que pretende seducirnos por el
tema, por los colores y las evocaciones de Oaxaca, pero que no renuncian a la
formalidad “científica”. De ahí que veamos a las tejedoras, a las cochinillas y
a su mundo como por el microscopio, bajo el portaobjetos. Es ciertamente un
libro bello, pero el toque estaría en el arte de tejer sus elementos.
Ignacio Plá Pérez (textos) y Juan Antonio
Sánchez Rull (fotografías). La familia
Gutiérrez Reyes. Tejedoras de Teotitlán del Valle, Oaxaca. México, Conaculta.
Nostra. Imágenes del Patrimonio de México, 2014.