Esta novela es un intento de “tejido” que por todas partes se desteje. Cada vida relatada aquí es una especie de hilo que no alcanza a mezclarse. Y, de manera colectiva, no se alcanza a ver en qué consiste el entramado total de estas existencias. Bien a bien, qué extraña manera de construir y qué poca consideración con el que la reseña. No sé bien dónde está el adentro y dónde el afuera, pero diré que Fiasco (1988) está relacionada con la principal obra de Imre Kertész (1929-2016), la novela Sin destino (1975). El sentimiento resultante de la lectura de esta última es extraño, ya que prepara a lo largo de sus páginas un efecto de belleza inusual. El joven sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz mira con nostalgia sus días de encierro y cuenta los momentos de felicidad en él. Auschwitz es un sentimiento, pero no un sentimiento sencillo. Fiasco es el primer círculo concéntrico de Sin destino, es la historia de su creación. O la aparente historia, ya que nunca sabemos en qué porcentaje el Yo de estas novelas está lleno del yo del autor. Es la historia de un narrador que construye otro narrador. Pero Sin destino se parece tanto a la realidad que, generalmente, se toma como un testimonio. Rousseau, de sus Confesiones, afirmaba que eran el libro con el que se presentaría ante el Juez Supremo para dar cuenta de su vida. Me imagino que Sin destino es un libro que confundiría a Este aduanero quién sabe si versado en Crítica Literaria. Fiasco, que tendría necesariamente que ser “más real” en tanto que es la historia detrás de la novela y debería de ser más cercana a nuestro mundo, es por el contrario una especie de comedia en que los personajes parecerían no tener entrañas. Una especie de títeres pero manejados por quién sabe quién. Es la Hungría del otro lado del muro la que se describe, burocracia que trae y lleva oficios que no sabemos de dónde vienen y qué destino tienen. Köves (que así se llama el protagonista de uno y otro libro, sin que realmente se parezcan entre sí) regresa a su país de origen (pero en realidad llega a un país desconocido), en el cual hay numerosos escritores. Y Köves, él se empeña por construir dentro de sí un lirismo propio, único y complejo. Bueno, en realidad no es un lirismo único y complejo, sino un tema mal digerido que es Auschwitz, tema en realidad parecen una albóndiga que no termina de dar vueltas en el estómago y cuyos condimentos se eructan en el momento más imprevisto, provocando situaciones incómodas para el escritor. Y bien, uno puede intentar contar su circunstancia, pero sólo hasta cierto punto, a partir de un momento (muy cercano, por cierto) todo se descose, y se dejan de comprender las leyes que rigen nuestra vida más inmediata. El mundo narrativo de esta novela presenta a los hombres desperdigados, en aparente desconexión; sin embargo, cada uno es todos los hombres en potencia, todos unidos en una cadena que va desde la víctima hasta el verdugo, aquel con quien los demás no quieren tener nada en común, y el cual reclama también, en esta novela, una parcela del lenguaje para decirnos que se encuentra encerrado con nosotros en la misma amarga comunidad del destino.
Imre Kertész. Fiasco / A Kudarc (1988), tr. Adan Kovacsics. Barcelona, Acantilado, 2003. (Narrativa del Acantilado, 43)
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