Katherine Mansfield (1888-1923) vivió sólo treinta y cuatro años. Temo decir que esta biografía de Pietro Citati no cumple cumple con los requisitos mínimos que impone la academia literaria. Luego de terminar su lectura, nos damos cuenta de que ignoramos todo de su familia, de sus relaciones amorosas (antes de casarse con el célebre crítico literario John Middleton Murry fue amante de algunas escritoras) y de su vida literaria en Londres. Ni siquiera sabemos si publicó o no sus numerosos cuentos ni qué dijo de ellos la crítica. En vez de ello, tenemos algo mejor, más delicado y tejido con gran sutilidad: un descendimiento al espíritu, una prosa casi vaporosa –la de Pietro Citati– que necesita de silencio para poder transmitir cada latido y cada idea que pasa fugitiva por la mente de la autora. La narración se centra en los últimos años de vida, luego de que se encontrara con su hermano Leslie en Londres, a principios de 1915, un oasis de felicidad en su vida porque poco después él moriría en el frente de guerra. Pero volvería como fantasma a poblar el mundo. Y ella, contagiada de tuberculosis poco después, iría de pueblo en pueblo buscando un clima salutífero y buscando desesperadamente la cura. Pero buscando también la tranquilidad para vivir y escribir. Su esposo permanecía lejos, en Londres, mientras ella pasaba el tiempo con la escritora Ida Baker, su amante pero también su sombra silente. El autor parece decirnos que hay algo mas importante que todo esto, el mundo de los pensamiento, que fluye silenciosamente, bajo tierra. Katherine: una mujer resignada a morir pero al mismo tiempo rebelde que se niega a aceptar la enfermedad. Siempre deseando vivir, y pensando en Chéjov, quien padeció la misma enfermedad así como la compulsión febril por escribir cuentos. En su caso, sentía la angustia de no escribir. Pensaba que las historias estaban ahí, esperando a que ella las atrapara en sus textos. Ya que el tiempo se le iba, su oficio consistía en hacerlo transcurrir en la escritura. Así que en sus historias se siente su paso por la naturaleza: la marea, el sol que camina por el cielo en su lento carruaje. Curiosamente es otra escritora italiana la que ha escrito la más bella biografía de Chéjov, Natalia Ginzburg, igualmente sencilla y exacta. Luego de probar esta prosa, qué delicia ha de ser leer sus biografías de Goethe, Kafka o de Leopardi: nada por entre ese mundo secreto de las emociones. Le pregunta a la escritora: “¿Te avergüenzas de ellas, por qué insistes en negarlas?”, y Mansfield le responde a través del tiempo: “No me avergüenzo en absoluto, pero las tengo guardadas en un cajón y las saco sólo de vez en cuando, como los tarros de mermelada muy especiales, cuando la gente que aprecio viene a tomar el té”.
Pietro Citati. La vida breve de Katherine Mansfield / Vita breve di Katherine Mansfield (1980), tr. de Mónica Monteys. Barcelona, Gatopardo, 2016.
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