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domingo, 27 de junio de 2021

La fama no se lo encontró mientras él vivía… (La vida de John Kennedy Toole)

 


 

Tengo como regla propia no continuar la lectura de un tema. Al terminar un libro, el siguiente debe de ser completamente distinto. Sin embargo, en este caso no me pude resistir. Mientras leía La conjura de los neciosla divertida novela de John Kennedy Toole, me preguntaba por la historia detrás del libro. Tiene que ser fascinante, interesante, o cuando menos trágica. Porque sabemos que Toole decidió quitarse la vida luego de que un editor rechazara publicar esta obra a la que dedicara tantos esfuerzos. No obstante, en este libro, su biógrafo más autorizado nos dice que podría no ser exactamente así. En realidad, el editor no le cerró definitivamente la puerta de la publicación: le hizo señalamientos que podrían mejorar el libro, pero Toole no hizo caso. Antes que atenderlos, decidió abandonarlo y no darle el acabado final. Se hizo a la idea de que la editorial le había mostrado su novela a otro autor, el cual habría plagiado su historia. No estaba desencaminado del todo, porque existió por entonces una novela con inquietantes similitudes, pero no tantas que uno pudiera pensar que La conjura de los necios fuera plagiada. (La novela con tan asombrosos parecidos era Supergusano, de George Deaux, en que un profesor de Historia que odia los tiempos modernos viste con un traje de superhéroe confeccionado por él mismo). Lo que sucedió es que las semillas de la locura comenzaron a brotar en los prados de su mente. Este admirado maestro de inglés comenzó a sentir de pronto que sus alumnas lo perseguían en sus autos, mientras el manejaba. El mundo se volvió agobiante para un autor que merecía tener un horizonte más amplio. A unas cuantas calles de distancia, en los días de juventud, se encontraban Jack Kerouac y Allen Ginsberg, pero desafortunadamente no se encontraron. ¿Qué habrían pensado de este joven que estaba llamado a ocupar un alto lugar en la literatura de Nueva Orleans? Nos sentiríamos desazonados si ellos tampoco hubieran notado su talento. Es que tal vez los que estaban llamados a reconocerlo todavía no existían del todo. Tendría primero que tomar la decisión de salir un día de su casa, luego de una discusión con su madre, tomar su coche para hacer un viaje solitario por el sur de los Estados Unidos, volver luego de varias semanas hasta un solar cercano a su casa y suicidarse con el humo de su propio auto. Su madre, Thelma Toole, tendría que encontrar la novela de su hijo en una caja de zapatos y leerla. Sería entonces la primera en asombrarse de una larguísima lista de lectores. Creo que la historia la conocemos: Thelma fue de editor en editor, hasta que una universidad decidió publicar la novela de un joven autor muerto a los 31 años por lo que, por primera vez, el premio Pulitzer se otorgó a un autor desconocido además de muerto. Su madre dedicó el resto de su vida a hablar de su hijo: tocaba el piano en las presentaciones, vestía extravagantemente, decía que era maestra de dicción y declamaba al finalizar. No, no le importaba la sorna de los demás, asistía con todo gusto como invitada a los desfiles de la ciudad. Murió feliz de haber conseguido la eternidad literaria para su hijo. No obstante, uno se pregunta después de leer ambos libros, ¿cómo es que a una novela absolutamente alegre le corresponde una biografía llena de tristeza?

 

Cory MacLauchlin. Una mariposa en la máquina de escribir. La vida trágica de John Kennedy Toole y la extraordinaria historia de “La conjura de los necios” / Butterfly in the Typewriter (2012), tr. Daniel Najmías. Barcelona, Anagrama, 2015. (Biblioteca de la Memoria, 33)

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