miércoles, 8 de noviembre de 2017

Si mi biblioteca ardiera esta noche, de Aldous Huxley


Me gustaría hacerle justicia a este libro de ensayos de Aldous Huxley (1894-1963). Pero será difícil, ya que las ideas que revolotearon a mi lado durante su lectura, volaron lejos rápidamente. Eran los suyos, ensayos que se publicaban en las revistas más leídas de su tiempo, por lo que sus ideas eran comentadas con amplitud. Aunque su interés era confrontarse con los asuntos más elevados, y se dirigía a los lectores más selectos, su estilo revestía la forma más directa posible. Discutir pública, periodísticamente, la literatura, el arte, la música. Y construir momentos memorables en páginas que expiraban con rapidez. La poesía francesa, la música medieval, la retratística inglesa…, todo explicado para el lector promedio. Una manera elegante de referirse a un ser inexistente, pues encubre un diálogo que con probabilidad no se dio. Pero eso no importa ahora, eso es lo común del ensayista: provocar una discusión en la que sólo se participa con el primer parlamento. Veamos: el hombre es un anfibio, una mitad suya vive en la realidad, y la otra, en el universo de los símbolos. Ocurre que el lenguaje es utilizado para tratar con la experiencia, pero se trata de un artículo que caduca, como las frutas o la leche. Lo sacamos del envase y lo servimos en nuestro vaso diario, para recibir energía. ¡Pero puede ser asqueroso! Unas frases podridas atoradas en el esófago, y de un producto que no se puede vomitar, desafortunadamente. Y lo consumimos a diario, en presentaciones desagradables. Por desgracia, no contamos con catadores que nos adviertan que no lo probemos. Qué falta de exquisitez, diría Huxley: “Que Dios ayude a una generación que se niega a leer a sus poetas”. Ya entonces (1934), la prensa era aficionada a elaborar listas de las mejores obras: los cien mejores libros, por ejemplo. Eso, por supuesto, exige tomar ciertas decisiones: qué poner de filosofía, qué de poesía, si hay que poner algo de ciencia. ¿Nuestros cien mejores libros cuáles serían? Me temo que, a semejanza de hace ochenta años, este tipo de encuestas no tienen ninguna coherencia, y ofrecen una respuesta estadística, que, de todas maneras, no ayuda en nada. Pero ése es el problema principal de este momento de la cultura: no la restricción del conocimiento, sino el paulatino e imparable incremento de los medios de difusión. ¿Qué será lo que se debe dar a conocer? ¿Qué se debe de comentar en la prensa, qué buscan los lectores? Proponer el tema del arte y la filosofía en la discusión pública. Me parece pertinente, para esa época y para ésta. Es curioso que esa encomiable actitud humanista, luego de rendir elogios a lo mejor de la música italiana, concluya que de eso “está hecho el fascismo”. Lo que me hace pensar que el contenido tiene una fecha de caducidad más cercana que la forma literaria.

Aldous Huxley. Si mi biblioteca ardiera esta noche. Ensayos sobre arte, música, literatura y otras drogas, selección de Complete Essays of Aldous Huxley, selección, prólogo y traducción de Matías Serra Bradford. México, Edhasa, 2015.

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