Richard Schickel (1933-2017) fue un destacado historiador de cine estadounidense, y por muchos años, el crítico de la revista Time. Tenía apenas 31 años cuando emprendió su personal historia del cine. Tiene mucho mérito, pues parecía que había visto todo y conocido a detalle las historias de los iniciadores de esta industria. Si pensamos que hace 130 años, los hermanos Lumière mostraron su invento en una sala en París, nos faltaría leer otro libro con las décadas más recientes. Apenas estaba por cumplir 70 años y el cine ya era la forma moderna de la ensoñación. Sin embargo, la industria, al principio, se resisitía a explotar esa capacidad suya de crear esas extraordinarias vidas que son las estrellas de cine. Por el contrario, ni siquiera querían dar a conocer los nombres de las personas que protagonizaban las cintas. Si acaso, a esa joven rubia que despertaba tanto interés, era llamada “La chica de la Biograph Studios”. Eso, hasta que el productor Carl Laemmle decidió revelar el nombre de una de estas chicas, Florence Lawrence. Pero lo hizo con una artimaña: primero dio a conocer la falsa noticia de que Florence había muerto, luego aclaró que se podría tratar de una noticia algo apresurada… y finalmente organizó una recepción para ella en Saint Louis, Misuri, en marzo de 1910. Con este evento se puede dar como inaugurado el nacimiento del Star System. Por un lado, todos los miembros de esta naciente industria estaban entusiasmados en el gran interés de la sociedad estadounidense, pero por otra parte se resistían a la idea que los actores fueran más que unos trabajadores. Todavía no se pensaba en el cine como una industria de grandes inversiones, pues una sala de proyección se podía abrir en cualquier bodega… Se supone que el pionero de las salas de cine fue Thomas Lincoln Tally, quien inauguró la primera sala de cine en abril de 1902, The Electric Theater, en Los Angeles, California. Tres años más tarde surgió la palabra nickelodeon para llamar a las salas de proyección, es decir: cinco centavos (“nickel”) por entrar al teatro (“odeon”). El primer éxito: El gran asalto al tren, proyectado todos los dias de 8 a 12 de la noche. ¿La posición del Estado ante el cine? Desde 1915, la Suprema Corte dictaminó que el cine no era más que un entretenimiento y un negocio, por lo que durante décadas quedó sin amparo ante la censura. Otro de los aspectos de esas primeras producciones era su incapacidad por tratar la vida del hombre común, todo era un acercamiento a lo más extraordinario, a las historias de hadas, a los asaltos bancarios y una evocación constante del lejano oeste. Todo eso, sumado a un curioso estado de ánimo, la melancolía. Así eran esas primeras actrices, como Mary Pickford. Cuando la miramos, triste en sus películas, no nos imaginamos que era en realidad una ambiciosa mujer de negocios. Quizá ha sido la única mujer –dice Schickel– en convertirse en el soporte de toda una industria. Por un momento de la Historia, el cine fue la industria construida en torno a Mary Pickford. La mirada de este crítico a toda esa industria es admirable, y artistas como Eastwood y Scorsese le confiaron muchos de sus secretos. Por desgracia, este libro se editó hace más de 50 años en Buenos Aires… y el resto de su amplia bibliografía ha tenido la misma suerte en nuestro idioma.
Richard Schickel. Cine y cultura de masas / Movies: The history of an Art and an Institution (1964), tr. Jorge Piatigorsky. Buenos Aires, Paidós, 1970. (Mundo Moderno, 36)
Gracias Pavel. Mirar el mundo del espectáculo desde distintas ópticas, más allá del glamour, es algo que pocos hacen y tú lo haces de maravilla.
ResponderEliminarAlgún día cuéntanos de Mimí Derba como cineasta.