miércoles, 2 de octubre de 2024

El espacio múltiple, de Manuel Felguérez



En el día de la primera Presidenta de México


Para Octavio Paz, la obra de Manuel Felguérez (1928-2020) es producto de la metamorfosis de las formas. Una forma crea a otra, va necesitando espacio. Se refleja y se contempla. Se autoconoce, y al autoconocerse vuelve a pensarse, lo que produce una nueva forma. De tal manera que se hace natural el tránsito de lo bidimensional a lo tridimensional. La interrelación necesaria entre el dibujo y su proyección escultórica, lo cual necesita un soporte matemático que impida que las formas se desplomen sobre sí. Para el propio autor, el arte abstracto es un camino necesario, un punto de llegada que comenzó cuando el arte se fue independizando de la representación. Da qué pensar que cuando Felguérez comenzaba su trabajo artístico, no existía en México un Museo de Arte Moderno, lo que significa que, al nacer el arte abstracto mexicano, no existía el mecanismo institucional de contemplación. Estos cuadros que parecen requerir de la fragmentación de un punto de vista que permita mirar desde diferentes sitios a la vez… estos cuadros eran todavía seres vivientes. Toda una ramificación de la plástica mexicana, quizá no inesperada, pero cargada de una ideología usada en contra de la pintura social. El arte abstracto fue utilizado por la CIA en contra del arte social. Pero ¿es la única lectura que se le puede dar a este arte? El arte soviético comenzó siendo abstracto, lo que no comprometió su contenido a su ideología, ni viceversa. Los cuadros de Felguérez tienen la apariencia de ser la representación de una función matemática, parecen la máscara de una fórmula. Pero al multiplicarse, al tomar forma en el espacio tridimensional, se incorporan al espacio público. Se resignifican por segunda ocasión. Forman parte de un arco o de una flecha. Se quedan antes del movimiento. Pero lo sugieren, a veces. Es la forma desdoblada: huellas del movimiento. Lo curioso es que el arte es una especie de reflejo, exactamente como lo dice Paz. Sólo que admite todas las posibilidades de la reflexión. El arte refleja el arte. El arte refleja la sociedad, aun cuando lo haga de manera enigmática. Es curioso que el arte abstracto sea el reflejo de casi todo un siglo. ¿Qué imagen contiene de aquello que fue el siglo XX? Si pudiera recorrer una galería con las obras del arte abstracto, qué podría pensar de la gente que las proyectó. Pienso en una especie de intenso y repetido retrato espiritual. Representaciones de las almas de los hombres que han vivido los cotidianos horrores del siglo que nos precede. Retrato, en el caso de Felguérez, de un alma cartesiana, apuntalada con fórmulas. Este tipo de arte se dio cuando los pintores abstractos creían que el arte comprometido era ingenuo, aunque la ingenuidad no era algo que no formara parte de la desocialización del arte. Sí, son reflejos de un tiempo: me gustan porque guardan algo de esa época que por momentos me fascina. En el fondo, son reflejo de una categoría de ser humano que se miraba insistentemente en un espejo, para intentar mostrar no la complejidad de una sociedad sino la exquisitez de una clase. Ese arte odió todo aquello que contenía un ideario manifiesto (social, político). Parecía decir: “Para comprenderme tienes que seguir un camino que sólo algunos lograrán culminar. Sólo esos elegidos tendrán derecho”. Creo que lo que más me gusta es el horror que sentirían estas obras al mirar el derrumbe de los prejuicios que hacían posible su apreciación. Pero: ¿qué sentirán de ser admiradas por los que reímos de los prejuicios del clasismo teórico que no termina de erradicarse?

 

Manuel Felguérez. El espacio múltiple, con texto de Octavio Paz. Monterrey, UANL, 2012.

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