domingo, 26 de febrero de 2017

Generaciones y semblanzas: Dominio mexicano. Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, de Octavio Paz

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Después de revisar este tomo de obras completas de Octavio Paz, el dedicado a la literatura mexicana, podemos darnos cuenta de varias cosas. En primer lugar, que no pretendió ser un historiador de la poesía mexicana. A lo mucho eslabona momentos, hace organizaciones más bien metafóricas de personajes, o “generaciones”, como frecuentemente dice. Que la prosa le gustaba menos como tema (llama la atención que no estén aquí sus prólogos a La noche de Tlatelolco y a la Picardía mexicana, quizá en otro tomo), también es notorio. Aunque están los ensayos dedicados a Villaurrutia y a López Velarde, hay asimismo mucha “poética de ocasión”, como le dijo Raquel Tibol con frase fulminante. Y que el gran interés de su vida fue sor Juana Inés de la Cruz, el gran enigma, el fantasma siempre fugitivo de nuestra literatura. Se entiende, como se observa en la polémica con Elías Trabulse, que se sintiera dueño del tema que lo obsesionaba. Por alguna razón faltan sus polémicas en torno al tema que lo enfrentaron con los ideólogos contemporáneos de la iglesia, quienes se escandalizaron con este libro (se me borran las motivaciones, pero recuerdo que pretendían conservar a la escritora como de su propiedad exclusiva). Perseguir a sor Juana. Vano empeño, como ella misma persiguió la verdad, la felicidad, la realización personal en la literatura. Sí, la verdad, pues ése es el tema central de su poema Primero sueño, su agotamiento para buscarla en un mundo que no se lo permitiría. Se tuvo que convertir en alma neutra, masculina, despojarse de sí, como el alma del cuerpo, para volar. Entonces, esa actividad constante de escribir equivalía a realizar meditados cálculos políticos entre virreyes y prelados. Sor Juana se atrevió a más, ¡el conocido pecado de la extralimitación!, y se enfrentó al poder, lo que la destrozó. Es emocionante el pasaje en que Paz recoge los pétalos caídos y recompone la flor de su rebeldía, para decirnos que sor Juana hasta el final perseveró en la escritura, y que, al morir, se encontró en su celda el borrador de un poema. No podemos acercarnos más, o no mucho más, y ella, ella no puede sospechar que la asediamos, por más que lo intentemos. Es el retrato de la soledad de una época, la impotencia de tener tan pocos asideros para esculpir una verdad aunque sea preliminar para presentar ese espíritu con tantos dobleces. Hablando de fantasmas, en demasiadas ocasiones el del comunismo recorre este libro, pues no se cansa de comparar a la Nueva España con la URSS. Por otra parte, llama la atención que entre sor Juana y Ramón López Velarde no haya nada digno de notar entre las preocupaciones de Paz. Bueno, si no olvidamos mencionar a su abuelo, Ireneo Paz, un emocionante retrato (y autorretrato) que nos hace preguntarnos por qué el autor prácticamente borró el siglo XIX mexicano de sus intereses literarios.

Octavio Paz. Generaciones y semblanzas: Dominio mexicano. Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe. México, FCE, 2014. (Obras Completas III)

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