domingo, 4 de diciembre de 2016

El mariachi: Aprendizaje y relaciones



El gran mariachi, el que sueña con trompetas, estentóreo, ése no es el tema de este libro. Su asunto es otro, el mariachi tradicional –es decir, sin trompetas–, que suena todavía por los campos de Jalisco, Colima y Nayarit. Sería bueno no usar la palabra “todavía”, pero es que no sé con exactitud sobre la vitalidad de los mariachis tradicionales. Sé qué personajes como los investigadores Chris Strachwitz y Johnny Clark han visitado los campos del bajío buscando los sonidos del mariachi antiguo que siguen sonando por estos rumbos. En sus viajes, han grabado sus sonidos. Gracias a ellos supe que hay mariachis que cantan en náhuatl. Hace años, en Guadalajara, supe también que el mariachi campesino de hace un siglo se formaba por un cuarteto de cuerdas: guitarrón, guitarra y dos violines. Incluso tuve la suerte de ver a un cuarteto similar, por las calles de la ciudad, porque durante un Festival de Mariachi, se logró encontrar a cuatro viejos campesinos que todavía guardaban la antigua tradición de los cuartetos. Sé que en algunas zonas, el mariachi usa una tarima sobre la que se baila para para marcar las percusiones. En algunos casos puede fabricarse con madera, pero en otros, se puede usar la enorme concha de una tortuga y bailar sobre ella. Es una de las reminiscencias indígenas, una de las varias que tiene el mariachi. Si se piensa que el mariachi es una formación musical de cuerdas –tañidas y frotadas–, entonces se puede documentar en una zona tan grande que va desde California hasta Oaxaca, en distintos periodos. En algunas regiones se trata de agrupaciones campesinas o indígenas. Y los viejos sones que sobreviven y se interpretan, son delicias para el oído de los musicólogos y de los antropólogos que los beben como colibríes. Cada año se reúnen los expertos a contar sus descubrimientos. Hablan de que el mariachi tiene influencia de la cultura negra, que estos grupos se afinan según la sensibilidad de los músicos, y que las piezas para mariachi de contenido religioso se llaman minuetes, los cuales emocionan cuando se tocan en las iglesias. Que el mariachi es alegre y es festivo, sólo es una verdad a medias. También es triste y antiguo, melancólico a veces. No siempre habla de las festividades de las haciendas, también –si se le sabe escuchar–, cuenta las tristezas de los campesinos. El día que conseguí este libro, durante un encuentro de mariachi tradicional, uno de estos grupos se me acercó y me tocó algunos sones antiguos. Si algún día tengo suerte, y vuelvo a escuchar uno de estos mariachis, espero pedirles que toquen El súchil, que me gusta tanto, por su poesía indefinible: “Usted que conoce el súchil / y las hojas de laurel, / usted que mira más lejos / será mi amorcito aquel.”

Luis Ku (coordinador). El mariachi: Aprendizaje y relaciones. XII Encuentro Nacional de Mariachi Tradicional. Zapopan, Jalisco, El Colegio de Jalisco. Secretaría de Cultura. Gobierno del Estado de Jalisco, 2014.

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