domingo, 3 de julio de 2016

Paul Valéry. Rasgos centrales de su pensamiento, de Karl Löwith

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Paul Valéry (1871-1945) tenía una libreta para apuntar cotidianamente sus pensamientos. Es decir, una gran cantidad de libretas. Los pensamientos, una vez apuntados, adquieren cierta forma estática que, ciertamente, no tiene nada que ver con el pensamiento. Ése se mueve, inquiere, quiere convertirse en acción. Tal vez así sabrá por qué piensa como piensa, ya que por alguna razón, fue puesto aquí sin saber cómo y no tiene los medios para saber por qué piensa como piensa, de ahí que tenga que hacer algunas comparaciones con el funcionamiento inorgánico. Quizá así se logre encontrar una respuesta, comparando al ser humano con la naturaleza. Mientras que nosotros podemos tomar ciertas decisiones, un caracol, por ejemplo, está incapacitado para hacerlo. Karl Löwith (1897-1973), más que un expositor, intenta ser un cristal que nos permita contemplar el pensamiento del poeta francés. ¿Cuál sería la esencia de ese pensamiento? Difícil decirlo, pero se puede partir de cualquier sitio… Por ejemplo, ¿qué explica que la naturaleza sea como es?, ¿lo es por maquinaria, azar o intención? La maquinaria es incapaz de la variedad, el azar tendería a equilibrar los fenómenos; ¿y la intención? Eso es algo que nosotros ponemos dentro de ese funcionamiento, un agregado humano que la naturaleza desconoce. Aquí se acaba nuestro abanico de posibilidades. Hay que encontrar la palabra exacta para ponérsela al fenómeno, sólo así podríamos comprenderlo. Pero esa palabra, ¿dónde se encuentra?, ¿existe? En cuanto más infinitesimal el pensamiento, más precisión exige, la palabra se aleja, se hace evasiva. La queremos agarrar como a una mosca obsesiva. Nosotros ante el mundo. Pero también estos dos conceptos son tan relativos. Nosotros somos nosotros sólo en un cierto rango que nos permite la naturaleza. Si el pensamiento tuviera acceso a herramientas que nos miren desde un no-yo, ¿qué veríamos? ¿nos sorprenderíamos? ¿nos sería dado sorprendernos? Qué podemos decir de esa secreción nuestra que se llama la sorpresa y que nos sirve para hacer algo en el mundo. Ay, tomar un poco de mundo entre la mano y no poder llegar a ninguna meta en nuestras conjeturas. Y si alguien, con una tecnología que yo ignoro, ha logrado implantar en mí esta conjetura para que yo crea que es mía, ¿lo seguiría siendo? ¿será posible de esta manera acabar con lo mío y lo tuyo, todo aquello a lo que de un modo se aferra el pensamiento como “sus” vivencias? La pregunta es si el mundo tendrá esa capacidad eterna de sustraerse al pensamiento en tanto éste más lo persigue. Ah, y la tecnología no nos ayuda a conocerlo, si es que pretendían buscar una solución por ese medio, pues ella de lo que se encarga es de mediar nuestro actuar, interponerse para no dejarnos observar el fenómeno de frente. Ahora bien, éste es sólo uno de los aspectos de que tratan las ideas de Valéry expuestas en este libro, pero las demás tampoco tienen nada de tranquilizador para el espíritu.

Karl Löwith. Paul Valéry. Rasgos centrales de su pensamiento, tr. de Griselda Mársico. Madrid, Katz, 2009.


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