Una idea me revoloteó constantemente mientras leía el Tratado sobre la tolerancia (1763),de Voltaire (1694-1778), una idea que tenía, en principio, poco que ver con la tolerancia. Me preguntaba para qué escribió esta defensa de Jean Calas, un mercader protestante acusado falsamente de haber asesinado a su propio hijo, supuestamente porque éste pretendía convertirse al cristianismo. Originalmente, el libro fue una rehabilitación del buen nombre de Calas, pues Voltaire fue convencido por otro hijo del condenado a muerte sobre lo infundado de la acusación. Pero si sólo hubiera sido ése el motivo, hoy el Tratado sería una pieza fundacional del periodismo de investigación (¡quizá también lo sea!). Sin embargo, el texto escaló las categorías de la documentación para convertirse en una reflexión sobre un término que, en la actualidad, sigue escapándose de nuestras manos. En tiempos de Voltaire, básicamente el ejercicio de la tolerancia impedía al ser humano de morir por profesar una idea. Sería interesante discutir implicaciones, porque la tolerancia sugiere la noción de permitir los derechos que le garantizan al otro expresar su pensamiento. Pero tiene límites, pues del respeto por la persona no necesariamente se desprende un respeto por las ideas. Ésas necesitan ser combatidas o no, fortalecidas o no. La lucha de las ideas puede ser implacable; de hecho, lo es. Pero decía que mi reflexión inicial no tenía mucho que ver con la idea de tolerancia, sino del hecho de que al escalar conceptualmente hacia otras categorías, el libro de Voltaire no era un texto político sino filosófico, esto es: opuesto a lo coyuntural. Quiero decir que es posible estudiar la coyuntura, pero también es posible quedarse atrapado por ella, ya que “coyuntura” es también una red que sirve para atraparnos en una situación concreta. En ese sentido, “tolerancia” es un concepto que ayuda a desanudar la densa red de la circunstancia para escapar de ella. Voltaire razonó sobre las implicaciones políticas, jurídicas, sociales, etc., de condenar a muerte a quienes sostenían (por ejemplo) la fe protestante. La iglesia católica que de tantas y variadas formas nos ha solicitado la exculpación por sus errores históricos, naturalmente incluyó este libro en el Index librorum prohibitorum. La tolerancia debería ser el piso mínimo del debate, entendida como lo expresé arriba. En realidad: uno de los aspectos mínimos del debate. Ceder al coyunturalismo implica quitarle bases al pensamiento. En realidad, el coyunturalismo es falso: más bien, los que así discuten ocultan las categorías más altas a las cuales sirven. Es una forma del irracionalismo, porque no mira la realidad completa sino hechos aislados que deforman la totalidad. El amplio pensamiento de Voltaire esgrimido de este modo no ha perdido nada de su potencial revolucionario.
Voltaire. Tratado sobre la tolerancia / Traité sur la tolérance (1763), ed., trad. y notas, Mauro Armiño. s.l., Sol 90, 2010.
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