sábado, 12 de febrero de 2022

Una feminista de antaño



 

Hace poco tiempo que el rostro de Hermila Galindo (1886-1954) aparece en los billetes de mil pesos, detrás del presidente Madero. Me temo que sus ideas no circulan con la misma frecuencia ni van de mano en mano. Bueno, los billetes de mil tampoco. Pero tampoco las personas que los pueden apreciar me imagino que piensan en Hermila. Ignoro si aparece entre las listas de mujeres que les dicen algo a las de hoy. Siendo, como fue, una mujer combativa y centrada en los derechos políticos y educativos de las mujeres, no deja de ser un personaje de otro tiempo. Su agenda de actividades estuvo subordinada a los ritmos de la historia que dictaban los hombres: Hermila se integró a la Revolución inspirada por Madero y siguió después fielmente a Carranza, de quien fue secretaria particular. Tanto dependió de estas figuras que su propia imagen se desvaneció después del asesinato de este último, en 1920. Años más tarde, la recordaron para darle una medalla por su mérito. Pero ciertamente tuvieron que ir a sacarla de esa tumba llamada hogar en donde se encontraba. Siendo de otra época, decía, no se podía evitar que una vez que pasara ese tiempo de la juventud fuera destinada al matrimonio, a olvidar sus méritos políticos e intelectuales. Es que ella, nos informa esta valiosa biógrafa de Hermila, se dio a conocer porque en 1909 tomó en taquigrafía un discurso pronunciado en Torreón a favor de Benito Juárez, con ataques a la figura de Porfirio Díaz. Puesto que el alcalde recogió el original a su autor, la copia de Hermila llegó a manos del hijo de don Benito. Así que la modesta escritura rápida de esta joven la convirtió en una propagandista política y en una oradora que impresionó a Venustiano Carranza desde el día en que la escuchó. Las olas de la Historia suben y bajan, y entre ellas a veces aparece el rostro de Hermila Galindo, y a veces, muchas más veces, desaparece, se la traga el agua. Ésa es la causa de que muchas de sus obras –prácticamente todas– hayan sido inundadas: el semanario Mujer Moderna en que publicó sus ideas en torno a la educación femenina, su participación en dos Congresos Feministas (en Yucatán): en el primero de ellos pidió la educación sexual para la mujer. Pero lo más destacado quizá es que fue ella la primera en pedir el voto para las mujeres, iniciativa que fue leída, analizada, valorada y rápidamente desechada por los buenos constitucionalistas de Querétaro. Eso no le impidió ser la primera mujer que logró una candidatura para diputada, en 1917. Olvidaba exponer los razonamientos de aquellos opositores al voto femenino: que al ser la clientela preferida de la Iglesia, el clero dominaría las ideas políticas de las mujeres. Así que Hermila contestó sencillamente: “Existe un remedio: ¡la escuela laica!” Murió hace mucho (por suerte le tocó presenciar el voto femenino), su figura se desgastó como papel viejo. Quedan varios de sus escritos políticos en que se advierte su valor, su ironía, la fortaleza de su pensamiento. Es decir, valores muy poco femeninos y muy poco valorados. Y fue enemiga del sentimentalismo. Eso lo demuestra una anécdota. Cuando amenazó con presentarse a votar, le dijeron en un periódico: tan fácil como que le echarán a la basura su credencial. Y ella, sin importarle, respondió con una sola frase: “La Srita. Galindo no llorará si le desechan su credencia”. Sutil y elegante actitud ante una sociedad entera que tenía en contra.

 

Rosa María Valles Ruiz. Hermila Galindo, sol de libertad, 2ª ed. México, Gernika, 2015.

No hay comentarios:

Publicar un comentario