viernes, 11 de junio de 2021

La comisión para la inmortalización. La ciencia y la extraña cruzada para burlar a la muerte, de John Gray



 

El título de este libro alude a la comisión formada con el fin de preservar el cadáver de Lenin para el momento en que la ciencia contara con los medios para poder revivirlo. Desde siempre, el tema de la resurrección. Volver de entre los muertos, levantarse y andar, abrir los ojos en otro mundo distinto… Sólo que, ¿para qué, precisamente?, ¿para desilusionarse nuevamente del mundo? Ese tema no lo trata este libro, el cual comienza con una sesión espiritista llevada a cabo el 16 de enero de 1874. Uno de los ilustres invitados, Charles Darwin, se sintió ofendido con la pretensión de invocar espíritus y de inmediato pensó que se trataba de un engaño. Entre las muchas consecuencias de la teoría evolucionista de Darwin –más de las que él suponía– se encuentra también el descrédito del espiritismo. Después de haber escrito su obra, los fantasmas necesitarían una explicación, una base biológica que nos dijera cómo y por qué podrían existir. Luego de que Darwin promulgara su teoría, los fantasmas comenzaron a desaparecer dulce y románticamente, en sus casonas victorianas. Si su teoría de la evolución era cierta pero aún así los fantasmas existían, no habría manera de argumentar que los animales no pudieran también convertirse en fantasmas. Entonces, ¿dónde está el límite de las especies que podremos encontrarnos en el más allá? Y ese más allá, ¿estaba vacío hasta que apareció la vida? El día en que acabe la vida en la Tierra, ¿sólo habrá un mundo de fantasmas? A pesar de nuestro férreo materialismo, pensamos que Darwin se espantaría su pudiera revivir en estos tiempos y contemplar la resurrección de las supersticiones. Además de estas estas inquietudes decimonónicas, John Gray, el autor de este volumen, aborda el tema de las especulaciones en torno a la muerte en el mundo inglés y entre los científicos soviéticos. No pierde oportunidad de hablar de las masacres causadas por el stalinismo, mientras que el imperio británico le parece una confederación de gente culta e ingeniosa. Así que los crímenes de Inglaterra y del capitalismo no forman parte de este libro, se tendrían que buscar en otro sitio no indicado en la bibliografía. Además de Darwin aparecen en estas páginas otros intelectuales, H.G. Wells, Trotsky, Máximo Gorki, etc., todos ellos unidos por la extrañeza que le causan al autor sus ideas en torno al progreso, a la muerte y a la ciencia. El propio Gray podría aparecer en un libro similar, asustado de todo lo que sea o parezca comunismo. Tiene su propio fantasma dentro, hecho de ideas preconcebidas, y no habrá exorcismo que se lo arranque. En una de sus páginas escribe: “desde sus principios, el bolchevismo fue una variante del gnosticismo, un moderno renacimiento de una de las religiones misteriosas del antiguo mundo”. Pero no todo el libro está poseído por las generalizaciones, pues hay largos pasajes apacibles en que se dedica a exponer las extrañas ideas de hace un siglo, los romances y una sociedad confusa de militares, espías, ocultistas, actrices, poetas… En una de las páginas aparece incluso madame Blavatsky; ella fue todo en uno: artista de circo, cantante de clubes nocturnos, informante de la policía zarista y madre de la “Teosofía”. Sólo por su vida llena de extravagancias, le perdono a madame Blavatsky ser una de las autoras más aburridas que haya producido este mundo.

 

John Gray. La comisión para la inmortalización. La ciencia y la extraña cruzada para burlar a la muerte / The Immortalization Commission. Science and the Strange Quest to cheat Death (2011), tr. Carme Camps. México, Sexto Piso, 2014. 

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