viernes, 6 de noviembre de 2015

Ferrusquilla



Qué personaje tan fascinante es José Ángel Espinosa Ferrusquilla. Fue el primero de los grandes artistas sinaloenses del siglo XX en llegar a la Ciudad de México. Antes que Pedro Infante, que Lola Beltrán, que Luis Pérez Méza y que Cruz Lizárraga. Fue casi fundador de la XEQ, en donde hizo el papel de Ferrusquilla, en la serie La banda de Huipanguillo, que escribía Pedro de Urdimalas (el creador de Nosotros los pobres). Ahí conoció a Blanca Estela Pavón, de quien se enamoró. Cuando ella murió, los 24 años, su madre le dio la foto que estaba sobre el ataúd y le dijo: "Consérvela, ella lo quiso mucho". Ferrusquilla tiene el don de la imitación. Desde siempre supo copiar todas las voces que escuchaba. Y en una ocasión, durante una prueba radiofónica, hizo un diálogo de cinco minutos con 19 voces. Emilio Ballí, funcionario de la Q, aprovechó un viaje del gerente, Enrique Contel, para terminar con el programa de La banda de Huipanguillo. Casualmente, Ferrusiquilla se encontró a Contel, al regres de su viaje, en los vapores del Hotel Regis. Así que se metió al cubículo contiguo e improvisó un diálogo, él solo haciendo las dos voces: "Oye, compadre". "¿Qué te pasa, compadre?" "Esos zonzos de la Q quitaron el programa de La banda Huipanguillo, hombre." "No la amueles, pero si gustaba mucho." "Pues ya lo ves, alguien metió su cuchara". Ferrusquilla se fue a su casa y espero a que sonara el teléfono. Al rato sonó: por órdenes de Contel, el programa volvía a pasar al aire. Desafortunadamente, ni uno solo de esos programas se grabó. Así que nos tenemos que conformar con lo que nos cuentan de él, que era un de los programas más divertidos y geniales de la radio de antes. En el Teatro Lírico, Ferrusquilla era famoso por imitar la voz del presidente Ávila Camacho. Desafortunadamente, un inspector de teatros le prohibió continuar con su imitación. Al día siguiente, Ferrusquilla subió a un taxi, y se encontró con que el pasajero anterior había olvidado su cartera. Era nada menos que de el teniente coronel Luis Viñals Carsi, jefe de ayudantes del Presidente. Ferrusquilla fue a Palacio Nacional a devolver la cartera, y el general le ofreció una recompensa. Le pidió que hablara con Ávila Camacho para permitirle seguir con su imitación. A partir de ese día, Ferrusquilla continuó haciendo la voz del Presidente. Desde siempre componía canciones, pero sólo hasta que entró al Conservatorio (en donde conoció a Manuel M. Ponce y a Silvestre Revueltas) pudo dedicarse seriamente a la música. Pedro Infante le grabó A los amigos que tengo, y Lola Beltrán, La pena míaÉchame a mí la culpa llegó cuando él iba manejando rumbo a su casa en la calle de Gabriel Mancera 1714. La fue apuntando en los altos del semáforo. Al otro día, se la cantó por teléfono a Juan Mendoza el Tariácuri. Le gustó tanto que le habló a su hermana Amalia para que la escuchara. Pero Amalia no aguantó las ganas y le habló a Mariano Rivera Conde, director musical de RCA, y también se la cantó por teléfono. Y así la Tariácuri conoció su mayor éxito. Un éxito único, con una canción que un día recibió los elogios de Carlos Pellicer. Herberto Sinagawa Montoya se encargó de platicar con Ferrusquilla y de escribir su vida. El resultado es una época vista por uno de sus espectadores privilegiados. Desafortunadamente, a veces pesa más la época en el libro que el compositor, quien nace hasta la página 100, y desaparece completamente por largos pasajes. Las páginas anteriores hablan de Sinaloa, y en las posteriores apenas se habla de las decenas de sus películas, en las cuales trabajó al lado de personajes como Boris Karloff y Liz Taylor. Acabo de leer este libro que apareció hace bastantes años, por las ganas de conocer a Ferrusquilla. Como en México tenemos la larga tradición de dejar pasar a los mejores testigos de las épocas sin hacerles una sola pregunta, trabajos como el de este autor son ejemplares. Es que fíjense bien en la realidad. La tocamos y es dura, hasta parece que no se puede destruir. Y sin embargo, más adelante será necesario el testimonio de alguien para demostrar que existió.

Herberto Sinagawa Montoya. Ferrusquilla dice: Échame a mí la culpa, presentación y edición de José Gaxiola López. México, Siglo XXI-El Colegio de Sinaloa, 2002.

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